Un nuevo año, nuevo desengaño

Félix Arbolí [colaboraciones].-

Estamos en los inicios del nuevo año, que esperamos sea mejor y venga cargado de más realidades que promesas y más buenas acciones que penosas decepciones. Al final nos hemos liberado del fatídico 2013, que haciendo honor al maleficio de su terminación no ha podido ser más desastroso. No obstante, me gusta este número y es fecha de mi nacimiento.

Pasando por alto estas bobadas, los años van y vienen en una lenta y sucesiva monotonía y en cada cambio de calendario nos damos cuenta que aunque reconozcamos nuestra cara ante el espejo, nada sigue siendo igual a pesar de que lo parezca. 

Nuestra vida es como una noria gigante que gira sin cesar mientras le funcione el motor, pero los años pasan y nuestras reservas se agotan. Nada es eterno a este lado de la orilla. Solo los que ven un futuro lejano, no advierten la importancia del cambio de dígito a partir de esa noche de diversión, brindis y abrazos emocionados.

Los que nos hallamos en la tercera o cuarta edad sí valoramos estos detalles y sabemos la trascendencia de ese nuevo cambio de fecha, pero lo hacemos con optimismo y euforia al ver que hemos resistido un año más la batalla por la existencia. 

Vivimos el día a día, con intensidad e ilusión y sacamos partido a los detalles más inverosímiles y las sensaciones más sencillas, mientras contemplamos el mundo desde una perspectiva en la que ya no nos duele y preocupa la posible zancadilla, porque ocupamos el tiempo en hacer lo que más nos place, sin tener que esforzarnos en cubrir metas o realizar ningún tipo de aspiraciones. Abiertos a cualquier sugerencia que nos agrade y permita llenar las horas del día lo mejor posible, para descansar plácidamente las de la noche.   

EL MILAGRO DE LA NAVIDAD

Lo esencial es que la vida siga teniéndonos como espectadores, aunque estemos “más allá que acá”  y tengamos que andar un tanto sofocados, cuando el motor renquea en ocasiones. En mi caso, sesenta y cuatro escalones que he de subir para llegar al piso y sin parada en los descansillos por decisión propia.  

En estos días nos hemos felicitado, hemos deseado lo mejor para nuestros amigos y las redes informáticas se han llenado de estampas navideñas, angelitos, estrellas, árboles, etc. Las buenas intenciones y deseos han surcado los aires como una copiosa lluvia de amor y felicidad inundando todos los países y lugares del mundo, a pesar de que muchos vivan en constante sequía.

Es el milagro de la Navidad, unido a la llegada de un nuevo año que todos deseamos mejor que el anterior. No nos consuela el dicho habitual de “que sea igual al que se ha ido”. Otros doce meses en idénticas condiciones sería ya bastante más que un desastre a escala nacional. Y no existe pueblo capaz de soportarlo por muy aborregado que lo tengan.  

Seguiremos esperando inútilmente que finalicen  escándalos y corrupciones sucedidos durante el año finalizado y se acabe de una vez la farsa indignante de ver a los culpables de esos delitos, amparados en recursos, legajos y diligencias judiciales. Es hora ya de que el hecho de ser famoso, financiero, político, dirigente o consorte, no sea eximente de culpa, ni pretexto para que vivan tranquilos y felices sin pisar el “hotel de las rejas”, como le ocurre a cualquier hijo de vecino por causas poco dolosas y menos poderío mediático o económico.

Solo así nos harán ver que la justicia en España, como dijo el Rey, es igual para todos y podremos sentirnos tranquilos al comprobar que la ley se ha respetado y la democracia ha impuesto la equidad. Hasta entonces nada impedirá que pensemos vivimos en una oligarquía coronada, que es lo menos parecido a la democracia que nos intentan vender.

DEPREDADORES DE LA ELECTRICIDAD

Que el mundo se llene de alegría y las cárceles de criminales sin que los Tribunales de más allá de nuestros límites jurisdiccionales nos impongan sus leyes y criterios, porque como país soberano y al igual que Inglaterra solo debemos aceptar nuestras propias leyes y tribunales. Me atrevo a asegurar que es el pensamiento más generalizado entre los españoles en estas fechas.

Esperemos que esas nefastas subastas eléctricas no se conviertan a partir de abril en una escalada mensual que convierta el uso de la electricidad en un lujo exclusivo de privilegiados y políticos. Tememos esa posibilidad ante lo manifestado por el ministro Soria, que ha causado la consiguiente alarma en el  pueblo que ve una vez más airado e impotente cómo le quieren meter ese gol con un penalty mal arbitrado.

No son suficientes para estos depredadores de nuestra electricidad los mil novecientos millones de beneficios obtenidos y quieren seguir ordeñando a la escuálida vaca de nuestra economía, sin que nadie con responsabilidad y madurez, detenga esta espiral abusiva y calamitosa en que nos tienen.

Mal comienzo de un año que viene con nada buenas intenciones. Subidas en los gastos y recortes en los ingresos.  Hasta el copago de los pensionistas va a sufrir esta fiebre imparable y alucinante de martirizar a los débiles para que sigan disfrutando su buena vida los poderosos. Igual que el pasado año e idéntico a cómo será el próximo. No obstante, ¡Feliz Año Nuevo!