“Una vida robada”, con Carlos Álvarez Novoa y Asunción Balaguer, el dilema de saber la verdad o callársela
Ruth Gabriel dio vida de forma convincente a una joven que fue dada en adopción al nacer y que quería saber quiénes eran sus padres.-
El pasado sábado asistimos en el “Teatro Moderno” a la representación de la obra “Una vida robada”, protagonizada por Asunción Balaguer y Carlos Álvarez Novoa, teniendo en el elenco también a Ruth Gabriel y Liberto Rabal. Casi lleno.
Una obra con el tema de fondo de los niños robados puede resultar interesante en principio, aunque son tantas las historias que nos han contado en los últimos tiempos y las series realizadas sobre estos hechos, que a priori piensas que va a ser una versión más de lo ya conocido.
Pero “Una vida robada” no tiene nada de previsible, al menos en una gran parte de la representación, ya que la historia que nos cuentan tiene un inesperado final. Decorado sobrio y a veces inquietante por las luces utilizadas, con música en la misma línea.
Carlos Álvarez Novoa da vida magníficamente a un ginecólogo que trabajó en la Clínica “San Mateo” y que abandonó tras producirse un incendio. En ella se dieron muchos casos de niños robados. Ahora, ya en la vejez, tiene alzheimer y un mal humor que llega al maltrato verbal a los que lo rodean, una enfermera que le cuida con mimo a pesar de sus insultos (Asunción Balaguer) y su propio hijo (Liberto Rabal).
Necesitan alguien que le lea durante el día y acude al anuncio una joven, coja (Ruth Gabriel), que pronto empieza a indagar sobre el trabajo del anciano en la citada clínica. Entre tanto, ambos jóvenes inician una relación sentimental.
El objetivo de Luz es saber quiénes fueron sus padres, ya que a ella la dieron en adopción en la clínica. Utiliza todas las artimañas posibles y finalmente descubre quiénes fueron las personas que la engendraron. El final es más propio de un culebrón venezolano, pero no deja de ser curioso. Saber la verdad no siempre es bueno, podría ser la moraleja. La obra tuvo falta de ritmo en algunos momentos.
ELENCO
Carlos Álvarez hizo una gran interpretación, en la línea de sus trabajos, aunque a su favor tenía un personaje muy goloso y que le venía como anillo al dedo. Su mal carácter provocó en muchos momentos las risas del público, al que se ganó desde el primer momento.
Asunción Balaguer está disfrutando de sus años de actriz, en el ocaso de su vida (88 años), haciendo lo que siempre quiso hacer y que dejó cuando se casó con Paco Rabal: subirse en un escenario. Es la segunda vez que actúa en Chiclana y en ambas ocasiones dejó su maestría en el “Moderno”.
Ruth Gabriel, isleña, comenzó con cinco años en televisión con “La cometa blanca” y con seis se hizo famosa en “Barrio Sésamo”. Con 18 años ganó un Goya por la película “Días contados” y su trayectoria en cine, teatro y televisión ha sido exitosa. Aquí hace una buena interpretación.
Finalmente, Liberto Rabal, nieto de Asunción Balaguer, debutaba en teatro. Es un actor anodino, sea cine, televisión o teatro, no transmite y se notó. Con tres buenos intérpretes como los citados se nota demasiado la diferencia entre unos y otro. Llevan ya numerosas representaciones, por lo que no se entiende un trabajo tan ramplón.
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