El regreso del esperpento y la astracanada
Félix Arbolí [colaboraciones].-
Un modesto equipo de fútbol, el Rayo Vallecano, aunque figure por méritos deportivos en primera división, tiene que hacerse cargo de que una pobre mujer de 85 años no tenga que dormir en la calle al ser desahuciada. La causa, el impago de un préstamo concedido a un hijo.
Dicen que se trataba de un prestamista privado. Nada extraño pues estamos atosigados por sociedades y desconocidos bancos que se anuncian ofreciéndonos créditos fáciles de conseguir, una simple llamada telefónica, pero difíciles de atender y cancelar ante las condiciones leoninas y abusivos intereses de sus contratos.
Es raro el día que no aparecen nuevas “panaceas” a nuestros males, algunas con nombres estrafalarios, sin que nadie sepa quiénes andan tras ellas. Después de lo de Caja Madrid y “hermanas bancarias” que han arruinado a más de media España, es normal que el ciudadano recele y exija que junto a sus anuncios figuren

Lo realmente sorprendentes que un modesto equipo de fútbol haya dado una admirable lección de solidaridad con esta señora ya mayor, sin disponer de los recursos que tienen otros donde los millones se barajan como calderilla. Ante el eco que de este gesto extradeportivo, pero intensamente humano del equipo vallecano, el ayuntamiento madrileño y no sé qué otro organismo, se han apresurado a ofrecerle vivienda a la desahuciada.
EL TIMO DE LA HERENCIA
Yo me pregunto, ¿si tienen viviendas disponibles, como demuestran con su tardío ofrecimiento, por qué no lo hicieron antes que una sociedad deportiva los dejara en evidencia? Y vuelvo a preguntar, ¿si tienen esas viviendas, por qué no las ponen a disposición de tantas familias que han de vivir a la intemperie? Inexplicable que exista un solo piso vacío, mientras una familia española tenga que dormir en la calle.
Vivimos entre el esperpento y la astracanada, pero nos faltan Valle Inclán y Muñoz Seca para caricaturizar y satirizar esta época de constantes desmadres. A pesar de todo, siguen sorprendiéndonos. A mi ordenador me llegan correos que como cantos de sirenas me ofrecen todo tipo de regalos, préstamos y oportunidades, con la sola condición de que yo les indique teléfono, DNI, número de camisa que uso y si ronco durante la noche.

Hasta han intentado darme el antiguo timo de la herencia en un país africano. En este caso, uno que se dice abogado y residente en Togo, me informa que un tal C. Arbolí, ni se ha molestado en inventarse un nombre, ha muerto en accidente de tráfico con su esposa, sin descendencia, y ha dejado una herencia de cuatro millones y medio de dólares. Que si estoy interesado como pariente, me ponga en contacto con él.
Me pide que le remita algunos datos identificativos para iniciar el expediente. ¡Por Dios que estamos en España! Deben creer que somos más tontos de lo que se creen nuestros políticos y vivimos esperando que nos llegue el “listillo” de turno, allende el Estrecho que, sin necesidad de patera o salto de valla, intente darnos el timo de la “estampita”.
No piensan que cuando ellos inician su andadura, nosotros ya estamos de vuelta. Nada menos que en Togo. A la vuelta de la esquina. Ignoraba que tuviera un familiar tan aventurero.
EL PEQUEÑO NICOLÁS
Nos tratan como borregos, anormales y cándidas víctimas de los que se creen por encima del bien y del mal. Por si no tuviéramos ya bastante, nos sale el llamado “Pequeño Nicolás”, ese intrigante y popularísimo personaje que ha aparecido junto a las figuras más importantes de la vida política y social y en los eventos más trascendentales y nos cuenta una película que ya la quisiera haber imaginado y escrito John Le Carré.

Los afectados lo niegan y él amenaza con hablar. La opinión pública y medios de comunicación no se ponen de acuerdo sobre la verdad o fantasía de sus sorprendentes declaraciones.
Como en las series de televisión, la solución en próximos capítulos, ya que el asunto va camino de convertirse en culebrón. Nadie parece conservar la calma y la serenidad en esta serie de despropósitos. Yo alucino y no sé si el que ha perdido la razón soy yo, o son ellos.
LOS ROMANONES
La crisis, la corrupción y el nepotismo han abierto las alcantarillas y cloacas de ciudades y comunidades y han sacado toda la inmundicia que ocultaban. Brujos, videntes, usureros, conseguidores de influencias y toda esa ralea que surge cuando el pueblo está pasándolo mal, han aparecido de golpe y han llenado nuestras vidas con sus engaños y falsas promesas.
Para remate, el caso de los Romanones granadinos y la herencia de una anciana muy pía, dejada para atender las necesidades de los pobres, a individuos sin piedad. Indignos ministros de la Iglesia a la que han deshonrado con su comportamiento amoral y delictivo al abusar sexualmente de unos menores que confiaron en ellos por su sagrado y profanado ministerio.
Hasta el Papa Francisco ha intervenido directamente en tan repugnante asunto. Merecen la expulsión de la Iglesia y la condena de la Justicia sin paliativos. Suma y sigue.
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