La agonía de un partido político

Félix Arbolí [colaboraciones].-

La mañana del domingo salí de casa después de un mes de encierro domiciliario. Nada  que ver con la justicia, ya que ni soy político, ni empresario, ni he dado fiestas en ningún yate de lujo, porque solo he conocido algunos, pero por fuera. Difiero  de Aristóteles en que el hombre es un animal político. Yo más bien diría que el político es un animal para el hombre. Al menos, aquí en España o en lo que quede de ella si no la dejan en paz los tiburones.

Mi internamiento fue debido a un fuerte impacto de mi rodilla derecha  contra la mesa de hierro de nuestro salón. Vi más estrellas que las que se pueden  contemplar en el firmamento a través del telescopio. Se me hinchó la pierna y se enrojeció causándome un fuerte dolor. Menos mal que mis escritos y lecturas con buen fondo musical, me hicieron más soportable la inactividad física.    

Mis primeros pasos en la calle fueron vacilantes. Temía que en cualquier momento reaparecieran los dolores. Con algunas molestias, debidas quizás a reiniciar la actividad tras el largo y forzoso periodo de descanso, me fui al Rastro madrileño. Mucha animación y gentes con ganas de invertir en ese capricho, objeto de colección o libro recomendado, preludio de unas fiestas navideñas que me da la impresión serán algo  mejores y generosas que las pasadas.

No  porque haya desaparecido la crisis o se estén descubriendo ahora y deteniendo a tantos corruptos y delincuentes políticos, sino porque al llegar estas fiestas el ciudadano, cansado de abusos y privaciones, hace un alto en sus tribulaciones y decide darse un respiro antes que Rajoy y sus muchachos vuelvan a coger las tijeras y dedicarse a su pasatiempo favorito de recortar, aunque solo queden retales. No sé cómo Registrador de la propiedad -si aún se llaman así-,  pero como recortador de la propiedad ciudadana  no hay quién le gane.

ALBERT RIVERA

De todas formas, se habla de detenciones, juicios y condenas de corruptos a granel, pero no se dice nada sobre la devolución de los millones estafados de mil y una maneras. Creo que si lo hicieran, los ingresos presupuestarios y ayudas sociales darían un impulso que a todos nos sorprendería y beneficiaria. ¿De qué nos sirve aumentar la clientela del “hotel de las rejas”, si el dinero no retorna a sus legítimos propietarios?

La cárcel en sí no es suficiente, mientras les permitan tener camuflados mediante triquiñuelas y testaferros lo que han robado y estafado. Ellos saben que saldrán antes de tiempo “por su  buena conducta carcelaria” y podrán darse la buena vida, libres ya de culpas y sospechas. Pocos llegan a la mitad de su condena, pero ninguno, que se sepa, ha reintegrado lo que han choriceado. 

Vi el programa de Risto Mejido, “viajando con Chester”, y la entrevista que le hizo a Albert Rivera, de “Ciutadans”. Me gusta este partido y la honestidad, hasta ahora  de sus directivos, que espero sea permanente e íntegra. Si en las elecciones generales, fueran en las listas nacionales, no me importaría votarlos. Menos aún, cuando hablaron de una posible alianza con el partido “UPyD” de Rosa Díez, la “fachona roja”, como la llaman, que tampoco me disgusta.

Serían dos fuerzas que se unen para poder romper las mayorías absolutas e impedir que puedan volver a engañarnos, aunque se trate de esos nuevos “mesías” de una España, donde nos van a tener más encorsetados que aquellas vicetiples de los tiempos del cuplé.

TERQUEDAD DE RAJOY

Rajoy y su cúpula están cometiendo un gravísimo error, al mantenerse al frente de un gobierno y un partido que hacen agua por todas partes. Su terquedad, no solo augura un rotundo fracaso electoral, el mayor de toda su historia, sino la disolución de esa formación política, ya que entre los corruptos expulsados y los que se marcharán ante los  continuos escándalos y desprestigio de ese partido, no van a quedar miembros para sus listas.

Es una lástima, porque tienen muy buenos elementos inéditos y honestos  que los bien situados  procuran ignorar para que no les hagan sombra y cuando se vean con el agua al cuello, no van a encontrar salvavidas que los mantenga a flote.

Yo los voté confiado en sus promesas y me he sentido defraudado y ofendido con lo que han hecho, como me figuro se sentirán los que ocupando cargos públicos, bajo sus mismas siglas, se ven equiparados a los defraudadores y corruptos, a pesar de que su eficacia, honestidad y desvinculación total de esa lacra política, están suficientemente probados. 

Tengo derecho a cabrearme por lo que están haciendo con mi voto y con mis ilusiones. Han tirado por la borda las esperanzas de una derecha centrista que sin ánimos de confrontaciones, ni retornos a un pasado que ya es historia, esperaba alcanzar una España donde cupiésemos todos y nos dedicáramos a la tarea común de acabar con arcaicos privilegios hereditarios, caciquismos desfasados y una sociedad más justa que respete el derecho a las opiniones, ideas y maneras de pensar contrarias.