Grecia, el principio del fin
Francisco M. Navas [colaboraciones].-
Quien no conozca Grecia, se ha perdido un paĂs alegre, desenfadado, vitalista, o al menos asĂ lo conocĂ yo. AllĂ la fruta se come madura, el queso, fresco, y la verdura se consume en su punto. Y los dulces tienen ese fuerte componente árabe de la miel y el ajonjolĂ. AsĂ era Grecia antes de que los cuervos de la banca que crean “productos” milagrosos para enriquecerse a corto plazo invadiesen sus cuentas corrientes y los ahorros de los griegos para acabar llevándolos a la ruina.
Fue en Grecia donde se produjeron las primeras señales de alarma al hundirse los mercados ante una crisis financiera, creada por la avaricia especulativa de los bancos, que amenazaba con acabar con un modelo de vida que, hasta la fecha, habĂa funcionado perfectamente.
AllĂ se ensayaron por primera vez los recortes de todo tipo, las reducciones de sueldo a funcionarios y los despidos masivos de trabajadores en todo tipo de empresas, so pretexto de controlar una deuda creada artificialmente por aquellos que sĂłlo viven para especular con una riqueza inexistente.
Los resultados están a la vista. Lejos de solucionar los problemas griegos, las medidas aplicadas por los organismos internacionales, dirigidos hábilmente desde la sombra por Alemania, han sumido a la economĂa griega en una depresiĂłn tan profunda que tardarán en salir de ella varias dĂ©cadas.

A nadie se le ocurriĂł que un paĂs no puede sacrificar a su clase trabajadora para enriquecer a la banca hasta la saciedad. Nadie pensĂł que al rebajar los sueldos de la gente, por pura lĂłgica, se gastarĂa menos dinero en comercios, en supermercados, en transporte e incluso en medicamentos.
MADRASTRA INSACIABLE
Los bancos tenĂan que asegurar el pago de una deuda creada artificialmente, sazonada convenientemente con intereses de usura, para acabar cobrando con creces lo prestado, aĂşn a riesgo de sacrificar a casi toda la poblaciĂłn de todo un paĂs.
Pero el tiempo pasa, y es misma población, pisoteada y empobrecida, ni perdona ni olvida. Tras varios años de sufrir penalidades y miserias, de ver cómo la riqueza que producen sólo sirve para engordar los bolsillos de otros, con él único resquicio de protesta que le han dejado, con la única arma que poseen, la fuerza de sus votos, los griegos acaban de dinamitar la posibilidad de continuidad de su anterior gobierno, forzando unas elecciones anticipadas.
Y de nuevo suenan en el seno de Europa, la madrastra insaciable, las voces que anuncian innumerables calamidades y todo tipo de desventuras si Grecia se atreve a separarse de la senda trazada por esa caterva de tramposos que la han arruinado. Y me imagino a los griegos, sonriendo estoicamente ante la amenaza de una miseria que ya padecen, de unos futuros males que ya han sufrido en sus propias carnes todos estos años.

La elecciones legislativas griegas de enero marcarán, sin duda, un antes y un despuĂ©s en la historia de esta Europa que se ha olvidado de su ciudadanĂa, que recorta sin piedad servicios básicos en sanidad, educaciĂłn, dependencia, en coberturas sociales a los desprotegidos.
GRECIA DEBE MARCAR EL CAMINO
De una Europa que crea y reparte empleos que no sirven para salir de la pobreza, mientras se dispara la riqueza de sus élites, amparadas permanentemente por unos cuerpos legislativos dedicados en cuerpo y alma a amamantar generosamente a los ricos a costa de la sangre de los pobres.
Grecia debe marcarnos el camino, y creo firmemente que lo hará. Y al dĂa siguiente de la celebraciĂłn de sus elecciones, espero que veamos surgir de ellas un futuro gobierno que diga basta, que no se puede seguir amenazando con la miseria a los que ya se hallan sumidos en ella, que no se pueden cobrar indefinidamente unos intereses abusivos por una deuda que nadie sabe de dĂłnde saliĂł, ni nadie auditĂł, ni se certificĂł de dĂłnde provenĂa, ni nunca se culpĂł a quiĂ©nes fueron los causantes de la misma.
Si la UniĂłn Europea no sabe cuidar de la prosperidad y de la seguridad de sus ciudadanos y ciudadanas, tal vez necesita refundarse de nuevo, o simplemente desaparecer”.
El poder de las naciones libres y democráticas reside en el pueblo, no en sus gobernantes, ni en el Banco Mundial, ni en el Fondo Monetario Internacional, ni en los especuladores financieros ni en las multinacionales.
Si Grecia se planta y dice basta, muchos paĂses igualmente oprimidos por estos desaprensivos seguirán su ejemplo. Por eso ahora tiemblan el señor Junckers, el de los paraĂsos fiscales para las grandes empresas en Luxemburgo, y la señora Merkel, la que asienta la supuesta prosperidad de Alemania sobre el sudor y la sangre del resto de Europa. Es bueno que tiemblen los que, hasta ahora, se creĂan que les pertenecĂamos.
Paco amigo,muy bueno tu articulo que diran ahora los pro soepp
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