Un país de santos y pocos milagros
Félix Arbolí [colaboraciones].-
Me cansa la política y más tener que soportar sus patochadas cada día. Me aburre oír siempre las mismas críticas de unos a otros echándose en cara una corrupción que salpica a todos, al partido del gobierno, la oposición, Comunidades y hasta los que se han incorporado recientemente, aunque sus picias se refieran a cantidades más pequeñas.
Eso no les exime pues hace pensar que puedan incrementarse cuando tengan el poder y dispongan de los presupuestos. El “!Y tú más!”, se ha convertido casi en un deporte nacional para intentar contrarrestar los comentarios adversos ante los errores cometidos. El pueblo asiste crispado y ofendido a ese peloteo repetitivo y falto de razones con el que los partidos políticos intentan desacreditarse mutuamente ante la galería.
Verborrea que no convence a nadie, porque no hay arrepentimiento y propósito de enmienda, sino engaño y desvergüenza. La honradez de un político no se acredita con florituras dialécticas, sino cuando se administran escrupulosamente los recursos del pueblo. Y este brindis va por todos.

ROBAR SIN PUDOR
Carecemos de dirigentes y políticos capacitados para hacer frente con eficacia y energía a las medidas anti populares, impuestas desde el exterior, pues asistimos de continuo a la bajada de pantalones y tiralevitas de nuestros dirigentes que empeñan nuestro bienestar por una estereotipada sonrisa de la oronda “emperatriz” de Europa o la palmadita en el hombro de ese banquero que marca la pauta financiera en el ámbito internacional.
Son esos mismos políticos que han hecho de nuestra difícil y preciada unidad un disparatado puzle, donde se odian las distintas parcelas surgidas y se reemplaza la bandera nacional por las que solo representan la rebeldía y la confrontación porque nuestros dirigentes han sido incapaces de tomar una decisión a tiempo.
Me refiero asimismo a los que roban sin el menor pudor sometiendo al ciudadano a una precaria existencia y viven felices y despreocupados porque cuentan con avispados y costosos abogados que dilatan el proceso y las diligencias judiciales, el tiempo necesario para que sus privilegiados clientes y coleccionista de cuentas y tarjetas de plástico de todos los colores puedan poner a buen recaudo sus expolios y asegurar el futuro de los suyos.

Sin omitir en esta somera relación a los politicuchos y paniaguados que se creen superiores al resto de sus conciudadanos y reniegan de su pasado común, en aras de una supuesta primacía étnica y social que nos hace pensar en los desfasados delirios hitlerianos.
PRODIGIOSA RECUPERACIÓN
A pesar de no ser partidario de las exigencias de austeridad y ansias de hacerse con el dominio europeo de la señora Merkel, entiendo que la dureza de sus medidas, obedecen a las características del pueblo alemán.
Ellos saben por experiencia que esa prodigiosa recuperación, no fue un mito histórico, sino una espléndida realidad gracias a la unión firme y entusiasta de todo un pueblo, sin distinción de etiquetas políticas, para poder salir de la ruina, la devastación de sus ciudades, la desmantelación de sus fábricas y grandes industrias, el tremendo endeudamiento con los vencedores y hasta la partición y ocupación militar de su patria.
Todo lo contrario de lo que estamos haciendo en España enfrentada a los setenta años de una guerra civil, sufriendo los mismos abusos y antagonismos que la provocaron y parcelada por el incomprensible y

Sin obviar la circunstancia de que los germanos carecían de mano de obra, pues la mayoría de sus hombres habían caído en los diversos frentes o se hallaban presos en campos de concentración.
CABREAR UN PAÍS
Sé que posteriormente recibieron una importante ayuda económica del exterior, pero supieron utilizarla en mejorar al país y salir de la ruina económica y social en que se hallaban y nosotros recibimos miles de millones en préstamo para solventar nuestra crisis y los dedicamos a invertirlos en Bancos y Cajas desahuciados e insolventes.
Y otorgar indemnizaciones millonarias a los ineptos dirigentes que las habían hecho fracasar, mientras los ciudadanos, estafados preferentes y pequeños accionistas quedaban entrampados y arruinados. Dirigentes politizados, nombrados a dedo, que posteriormente han sido imputados judicialmente como corruptos y delincuentes.
Así no se levanta el país, pero sí se le cabrea y se hace insoportable la espera de ese milagro que nos proclaman los políticos en vísperas electorales y nunca llega. España es tierra de santos con peanas pero ninguno se apea de su pedestal para arreglar este gallinero con más gallos lustrosos y pintureros que gallinas ponedoras.
Es una lacra que tenemos que soportar. El uso indebido de una libertad democrática y partidista que se utiliza como excusa para ocultar los fallos de una legislación desfasada y excesivamente politizada.
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