Carmen Sevilla
Félix Arbolà [colaboraciones].-
Llevo ya bastante tiempo hablando de los amigos y conocidos que formaron parte en algĂşn momento de mi vida y ya no están entre nosotros. Voy a dar un descanso a esta crĂłnica necrolĂłgica y dedicar unas lĂneas a aquellos que tuvieron alguna relaciĂłn en mi vida profesional y aĂşn están entre nosotros. Una pincelada rápida, no por ello carente de interĂ©s, cariño y encanto, pues me han supuesto momentos muy gratificantes,

Yo la conocĂ cuando aĂşn no pesaba en el “pastoreo”, sino en iluminar con su belleza fresca y lozana las pantallas grandes y pequeñas de una España donde se daba más cabida a la decencia de la mujer que a la exhibiciĂłn de sus curvas anatĂłmicas.
Una España que muchos dirán de “pacatos”, y puede que tengan razĂłn, pero en la que Eva solo lucĂa sus “picardĂas” en la intimidad y el momento adecuado y el hombre sentĂa por la mujer autĂ©ntica fascinaciĂłn, sin necesidad de que ella le ofreciera lo que Ă©l tanto anhelaba y solo se imaginaba. Me entusiasmaba ese empeño constante de querer y no poder y mirar sin llegar a ver lo que tanto deseaba.
ESPĂŤRITU SENCILLO Y CAMPECHANO

Carmen GarcĂa Galisteo, conocida como Carmen Sevilla, era entonces la reina indiscutible del universo folklĂłrico español, pues a sus mĂ©ritos como cantante y actriz, se añadĂan su belleza, su simpatĂa y ese espĂritu sencillo y campechano que le hacĂa ser muy querida, respetada y admirada por todos. Cuando la conocĂ era inĂ©dita en amorĂos y chismorreos de este tipio, hasta el extremo de que se habĂa convertido en una especie de icono de la decencia de la mujer española. La llamaban la “novia de España”.
Luego se arreglaba y en su “Seiscientos” que ella conducĂa, a pesar de ser propietaria tambiĂ©n de un flamante “Mercedes”, me llevaba al centro de la ciudad y seguĂa su camino al negocio musical que tenĂa su padre, cerca de la Puerta del Sol. Estaba soltera y sin compromiso. Cuando actuaba en algĂşn teatro, sala de fiestas o evento artĂstico, la visitaba en su camerino y allĂ me contaba sus proyectos y circunstancias.
EscribĂ en varios capĂtulos para la revista “Radiocinema”, su “Historia del Ă©xito”, el primero que lo hizo, continuando con el mismo tema posteriormente con Lola Flores, Paquita Rico y Marujita DĂaz, que eran las cuatro reinas del espectáculo y cine musical de la Ă©poca. Figuraba su foto en la portada En aquellos tiempos

EXCLUSIVA DEL NOVIAZGO CON ALGUERĂ“
Recuerdo que Conchita Velasco, que vivĂa en la calle OnĂ©simo Redondo, cerca de la Plaza de España, y era hija de un militar, pagĂł ocho mil pesetas de las de entonces por salir en una portada de la citada “Radiocinema”, que yo mismo le cobrĂ©.
Hoy, gracias a “InterviĂş” y al nuevo “Hola!”, en cuyo anterior etapa tanto escribĂ y gocĂ© de la amistad de su propietario y fundador, el padre del actual director, son las revistas las que han impuesto la norma de pagar a los personajes por entrevistarlos y publicar sus fotos en la portada. El periodista en gentes no titulada y mucho menos cualificada, se ha convertido en un incordio y mendicante del famoseo, que en mis tiempos no habrĂa ocupado una sola lĂnea.

Al final se casaban en el Pilar. No me lo reprochĂł nunca, pues me conocĂa lo suficiente para saber que no habĂa mala intenciĂłn de mi parte, sino interĂ©s por la exclusiva y primicia periodĂstica.
“CINE DE BARRIO” Y OVEJITAS
La última vez que conversé con ella fue a la salida de una sala de fiestas de Alicante donde actuaba y fui con unos matrimonios amigos. Se puso muy contenta y mis acompañantes quedaron sorprendidos ante la confianza y afecto con los que nos saludamos y besamos.

Luego llegĂł la Ă©poca del divorcio, nuevo casamiento, sus actuaciones televisivas con el CupĂłn de la Once y el “Cine de Barrio”, sus ovejitas y demás. AĂşn conservo entrevistas que yo le mandaba cuando se hallaba ausente y la necesitaba para mis actividades y me las devolvĂa escritas a mano por ella.
Tuve una magnĂfica relaciĂłn con esta guapa y simpática actriz a la que el ambiente, la fama, el Ă©xito y la generalizada admiraciĂłn que despertaba, no la afectaron jamás. ContinuĂł siendo asequible, honesta, sencilla y abierta cuando ella advertĂa que se iba de buena fe.
Siento su actual enfermedad y le deseo lo mejor en todos los aspectos, pues se lo merece con creces y no he querido esperar a males mayores para dedicarle este breve pero sentido homenaje de cariño y admiración. Para mà ha sido un verdadero orgullo contar con tan valiosa y limpia amistad. Haber estado tan cerca de tan excepcional artista y mujer.
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