La comandante Zaida y el honor militar
Félix Arbolà [colaboraciones].-
Aparte del periodismo, he trabajado como funcionario del entonces ministerio de Marina, hoy Cuartel General de la Armada, durante cuarenta y ocho años. Dos medallas al MĂ©rito Naval obtenidas atestiguan que no estuve durmiĂ©ndome en los laureles. Conozco los entresijos de la vida militar con más razones y experiencias que muchos civiles que ocupan altos cargos en esta instituciĂłn gracias al “dedo divino” del enchufismo. He coincidido y tratado a alfĂ©reces de navĂo a los que he despedido de almirantes cuando se han jubilado.
Cuando agruparon los tres ministerios militares en el de Defensa, se argumentaba que lo hacĂan por cuestiones de ahorro presupuestario, aunque muchos pensaban que la causa y el nombramiento de civiles para altos cargos era el recelo que los gobernantes de la democracia tenĂan ante un posible golpe militar.
No podĂa tratarse de un intento de reducciĂłn de gastos, cuando aparte de los ya existentes se adquiriĂł el edificio del antiguo ministerio de InformaciĂłn y Turismo como sede de esta especie de “hidra” militar, con su respectivo aumento de personal, mobiliario e instalaciones.
La llegada de civiles para copar los más altos cargos militares y su cohorte de directores generales y secretarios, no podĂan justificar ese ahorro que proclamaban. Menos aĂşn como medidas de eficacia y estrategia, pues los señores y señoras designados a dedo, para instalarse como jefazos en despachos y dependencias, no tenĂan idea de lo que era el mundo militar.

VEJACIONES A UNA MILITAR
El que un polĂtico joven, ajeno por completo a la vida castrense, fuera designado ministro y darle Ăłrdenes a almirantes y generales, tampoco cayĂł como una bendiciĂłn, aunque no se oyeran en ningĂşn momento ruidos de sables.
Era considerado anormal y casi insultante que hombres que por vocaciĂłn y nobles ideales habĂan dedicado lo mejor de su vida al servicio de la Patria, fueran supeditados a los mandatos de intrusos e intrusas que, con toda probabilidad, tendrĂan que dejarse asesorar en decisiones tácticas y de importancia al desconocer el complejo y altamente responsable mundo de la milicia.
El asunto de la comandante Zaida, vĂctima de acoso sexual por parte de un superior y las vejaciones y daños psicolĂłgicos y morales que ha tenido que soportar por parte de algunos de sus “compañeros”, no tiene ninguna posible justificaciĂłn. Es un delito y una bajeza que no corresponden al honor y la dignidad que han sido normas constantes e incuestionables en la vida del militar.
No se pueden permitir estos escándalos y abusos y, menos aĂşn, que intenten ocultarlos y no reprobarlos pĂşblicamente, pues no beneficia al buen nombre y concepto de nuestras Fuerzas Armadas, que deben ser en todo momento honor y orgullo de la naciĂłn. Si yo fuera militar, me sentirĂa defraudado por este episodio y su torpe y torticera manera de enfocarlo.
Deben tener presente que no es la vĂctima la causante de este acoso psicolĂłgico y sexual, sino el superior que con su abusiva acciĂłn, faltĂł el respeto a la dignidad del uniforme que llevaba y a la integridad moral que debe mantener siempre un jefe militar en el trato a sus subordinados.
EL MAL EJEMPLO DEL MINISTRO MORENÉS

Como español, ciudadano libre, votante y conocedor y admirador de nuestras Fuerzas Armadas, me siento decepcionado con la intervención del ministro de Defensa ante el Parlamento. Su obligación moral y lógica era haberse excusado por esta acción reprobable y haber mostrado su solidaridad con la agredida por su condición de mujer y militar de rango inferior.
Al haber sido juzgado y condenado el acosador, habĂa dejado de ser ya “presunto” culpable, dejando claro que la Ăşnica vĂctima era Zaida. Ni una palabra de reprobaciĂłn hacia el culpable por parte del señor MorenĂ©s, que deberĂa haberse puesto incondicionalment6e a favor de la ultrajada, como jefe y valedor del honor de una jefa del ejĂ©rcito español.
Y cortar de raĂz, con penas más severas, cualquier brote del odioso machismo y poco respeto a la mujer que algunos demuestran al tratarse de una militar de rango inferior. Intolerable que hayan destrozado la vida de un matrimonio compañeros de armas, sin que nadie intervenga para poner fin a los que con sus vejaciones y marginaciones posteriores hacia la vĂctima, se pusieron al lado del culpable, sin tener en cuenta que en esa honrosa instituciĂłn, el honor es su principal divisa.
Decepcionante y hasta despĂłtico el ministro mandando callar a una diputada y tildándola encima de bajeza moral, cuando la inmoralidad, segĂşn ha quedado demostrado judicialmente, la habĂa cometido el condenado y los “compañeros” que la humillaban y marginaban en sus encuentros por las dependencias militares. ¡Buen servicio al PP, señor ministro, en vĂsperas electorales!
¿El dedo divino? Seguramente prefiera Vd. los gobernantes militares que los representantes de los ciudadanos.
ResponderEliminarSe queja de la selección democrática en la institución, el ejército, en la que más claramente se ha manifestado el servilismo, nepotismo y enchufismo.
Vd. era un colaborador de una dictadura militar y ahora se la da de demócrata cuando los únicos verdaderamente dignos eran los que encerrábais en las cárceles.
Me parece que se ha pasado un pueblo y cinen pedanĂas en sus anĂłnimas y erroneas apreaciaciones. Ni yo he colaborado en duictadurab nuinguna, pues era un simple funcionario,k al oguaklm que los que hoy t4rabajan en los distintos estamentos, medianteb oposiciĂłnh, no a dedeco; ni yo spu partidario de una dictadurab mi,litar, aunque tampooco lo sea de esta dictadura de la banca, la influencia, el enchufuismon y los apellidos comom loa que llevamosn tabnto tiemp9om sufriendo.l No sĂ© de donde ha sacado esas absurdas y peregrinas ideas. SWe notab que no se ente4raq de lo que lom que lee o no quiereb reconocer cuando no entiende el sigtnificado yb eso¡pĂritu de una cosa yb se sale por la taten5te. Si lee m is barticulos verá que su juicio es totalmente equivocado respecto a mi personas e ideas. Un poco de seieded selor.
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