Logo Derecho - Bann

Episodios de una vida: Mis encuentros con Lola Flores


FĂ©lix ArbolĂ­ [colaboraciones.-    

Viviendo en Cádiz, vi una mañana en la calle Ancha a Lola Flores y Manolo Caracol, armando una bronca fenomenal. Era la época en que ambos formaban pareja en el escenario y en la vida sentimental, aunque la rígida moral de la época ocultara este detalle en las crónicas y entrevistas.

Fue la primera vez que la veĂ­a en persona.  Recuerdo que tras soltarle todos los “tacos” del diccionario y algunos más inventados sobre la marcha, en el colmo de su cabreo, cogiĂł uno de sus zapatos y lo lanzĂł con toda su furia contra el “cantaor” que iba algo adelantado. Por suerte no lo alcanzĂł. La pareja entrĂł en un bar que habĂ­a en la calle San JosĂ©. No sĂ© cĂłmo terminarĂ­a la “fiesta”.

No me podĂ­a imaginar que esta mujer, artista nata, genio y figura del arte más espontáneo y universal de nuestro folklore, iba a tener amistad y frecuentes encuentros conmigo. Fue una de las  más asequibles en mi larga vida profesional.

Separada ya de Caracol y casada con Antonio González, el famoso guitarrista, padre de sus tres hijos, acostumbraba ir a comer con sus amigos al restaurante “ValentĂ­n”, de moda entre los famosos. Su dueño, FĂ©lix Fernández, me estimaba mucho y decĂ­a “que era uno de los pocos periodistas honestos que  visitaban su casa”. AllĂ­ hice mis mejores reportajes. 

MANOLO CARACOL

Un dĂ­a su propietario me presentĂł a Manolo Caracol y nos invitĂł a comer. En la  sobremesa el cantaor me citĂł para tomar una copa esa noche en su “tablao” flamenco “Los canasteros”, donde actuaban  su hija Luisa Ortega, acompañada  al piano por su marido Arturo PavĂłn. Nada más entrar se acercĂł y me llevĂł hasta la barra donde dijo al camarero que me sirviera un whisky. En un momento dado se excusĂł para ir a saludar a unos clientes.

Tras un rato de espera y tener que continuar mi trabajo en la noche, dije al empleado que me despidiera de don Manuel. Mi sorpresa fue enorme cuando el camarero me solicitĂł las quinientas pesetas de la consumiciĂłn. Al advertirle que era invitaciĂłn del dueño, me aclara que ha sido Ă©ste quien le habĂ­a encargado me las cobrara. Las abonĂ© y sentĂ­ yo más vergĂĽenza que la que deberĂ­a sentir Ă©l. Jamás volvĂ­  a dedicarle una sola lĂ­nea.  

CELOS ARTĂŤSTICOS 

Lola me atendĂ­a siempre con agrado y me hablaba de sus Ăşltimas noticias o proyectos.  Ella sabĂ­a que Ă©ramos paisanos y me dispensaba un trato especial. Una de las entrevistas fue para “La Voz de Asturias”, de la que fui corresponsal en Madrid, en la celebraciĂłn del “DĂ­a de AmĂ©rica”.

Junto a Lola, como artista y embajadora que habĂ­a propagado el nombre de España allende  nuestras fronteras, iban PepĂ­n Fernández, entonces dueño de “GalerĂ­as Preciados”, asturiano e indiano y Pepe Suárez, el actor que fue como un hermano para mĂ­, natural de esa bendita y españolĂ­sima tierra.

En una de sus pelĂ­culas, “El balcĂłn de la Luna”,  junto a Carmen Sevilla y Paquita Rico, hubo tremendos follones por los celos artĂ­sticos que se tenĂ­an entre ellas. Su productor, nuevo en estas lides, estaba desesperado y creo que arrepentido de haberse metido en ese berenjenal.

Para colocar los nombres al inicio y tras intensas gestiones y constantes enfados, se llegĂł a la conclusiĂłn de  ponerlos formando aspas para que ninguno se destacara de los otros. Un problema que traĂ­a de cabeza a todos y una pelĂ­cula que costĂł un dineral y fue un completo fracaso.

HEREDEROS DE FAMOSOS

Entonces trabajaba en el diario “Pueblo” y propuse hacer una serie de reportajes sobre “Herederos de apellidos famosos”, en el que figurarĂ­an los primogĂ©nitos de las figuras más conocidas. Hice  cuatro. A Beatriz Pecker, hija del famoso locutor, al que le gustĂł mucho que fuera su hija entre los seleccionados y me lo agradeciĂł siempre.

Al del actor Jorge Vico Carbonell,  Antonio, que siguiĂł la carrera artĂ­stica de sus padres. No he visto una persona más detallista y agradecida por un reportaje a su hijo. Cada vez que me veĂ­a en el “GijĂłn” se me acercaba y era rara la vez que al ir a pagar ya no lo hubiera hecho Ă©l antes. Jorge muriĂł joven y lo sentĂ­, pues era un excelente actor  -de casta le venĂ­a al galgo- y excepcional persona. Al chaval no he vuelto a verle.

El tercero fue Benito Rabal, hijo de Paco y AsunciĂłn Balaguer, que eran grandes amigos y el cuarto, fue Lolita Flores, hija de “La Faraona”. Una niña muy morena y graciosa de nueve años que supo responder con desparpajo a todas mis preguntas.  Lola me preparĂł una merendona de esas que te dejan más que satisfecho y jamás olvidĂł el detalle.  SabĂ­a corresponder a todos los que se habĂ­an ocupado de ella o de los suyos.

He de aclarar que Beatriz Pecker  me hizo una entrevista en su programa radiofĂłnico cuando apareciĂł mi libro, “Confidencias de un periodista” y me dijo que no olvidaba la que le hice a ella, primera de su vida.  

A Lola le hice asimismo “La historia del Ă©xito” para la revista “Radiocinema” de la que era redactor, a base de fotos de toda su vida y la exposiciĂłn de sus andanzas. Le dieron la portada y cuatro páginas completas. Hoy solo son recuerdos, añoranzas y episodios de mi vida profesional y personal que deseo revivir y compartir con mis amigos.

No hay comentarios

Los Comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.

Por favor al redactar tu comentario sobre EL TEMA, cuida las formas.
No utilices 'copiar y pegar' para grandes textos, ni mayĂşsculas en exceso. No poner textos en el nombre. No direcciones web externas. Mejor sin abreviaturas SMS. Los comentarios pueden ser borrados (ver Advertencia Legal)
.