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Fiesta en el Pub de mi calle


Félix Arbolí [colaboraciones].-

En la calle madrileña de General Ricardos, donde vivo desde hace más de treinta años, abrieron un Pub, que pronto se puso de moda, “Club 23”.  Un dĂ­a que regresaba con mi mujer del cĂłctel de presentaciĂłn de un nuevo cantante, Francisco, en la sala “Long Play” -ya ha llovido desde entonces-,  nos pasamos por el local. ConocĂ­amos al dueño ya que tenĂ­a un mesĂłn-restaurante donde Ă­bamos con frecuencia. 

Nada más entrar se acercĂł a saludarnos y se sentĂł con nosotros. Estaba muy preocupado pues habĂ­an organizado una encuesta entre la clientela sobre las figuras y series televisivas más populares y no habĂ­a forma de conectar con los elegidos para que acudieran a la fiesta que iban a celebrar para entregar  los diplomas. HabĂ­an salido Luis Sánchez Polack “Tip”;  Alvaro de Luna, por su interpretaciĂłn de “El Algarrobo” en  “Curro Jimenez”; la serie “Verano azul” y AgustĂ­n Trialasos como periodista. 

El problema es que su encargado, que era un engreĂ­dos y prepotente (eso opinaba yo),  no era capaz de localizarlos. Ponerse en contacto con ellos en sus tiempos de gloria y esplendor era empresa harto difĂ­cil. Él sabĂ­a que era periodista y me pidiĂł si podĂ­a interceder para conseguir que asistiera alguno.  

“Tip” era un gran amigo desde nuestros inicios. En sus horas más difĂ­ciles siempre estuve a su lado y lo sacaba continuamente en mis noticias y en “La Voz de Madrid”, donde llevaba la secciĂłn de cine y teatro en el programa “La Puerta de Alcalá”. Nunca  olvidĂł esos detalles cuando llegĂł a lo más alto de la fama. 

EL GRAN “TIP”

En uno de sus programas televisivos actuaba mi hijo el mayor, FĂ©lix Juan, que quiso probar suerte en ese difĂ­cil mundo e intervino en varios programas, entre ellos el de “Farmacia de Guardia”. Cuando iban a rodar la escena, al oĂ­r que le llamaban ArbolĂ­, le preguntĂł quĂ© relaciĂłn tenĂ­a con el periodista.

Al decirle que era mi hijo, le dio un abrazo y se empeñó no solo en aconsejarle para su trabajo, en el que tenĂ­a que mantener hasta un diálogo con Ă©l, sino que luego se fueron al bar de la productora y le invitĂł mientras le hablaba de nuestra antigua y buena amistad. Mi hijo venĂ­a entusiasmado y emocionado.  

Lloré su muerte como la de un hermano y aún hoy, pasados 16 años, me acuerdo de él con enorme cariño y ternura. Le pedí que asistiera a esa fiesta de mi barrio y aceptó sin la menor contrariedad, a pesar de que actuaba con Coll en una sala de fiestas. Hacían dos funciones diarias y entre ambas solo tenían unas dos horas para descansar y cenar.

CoincidĂ­an con la fijada para la fiesta homenaje. No hizo falta recordárselo, pues sabĂ­a que no me fallarĂ­a. A Alvaro de Luna, lo conozco desde que empecĂ© mis actividades profesionales y siempre hemos mantenido una cordial relaciĂłn. Lo encontrĂ© en el “CafĂ© GijĂłn” y aceptĂł tambiĂ©n.

VERANO AZUL


De la serie “Verano azul” me puse en contacto con un amigo de la productora televisiva y me garantizĂł que enviarĂ­an a algunos de sus intĂ©rpretes. El periodista,  AgustĂ­n Trialasos habĂ­a trabajado conmigo en la agencia de prensa donde yo era redactor jefe y siempre hemos mantenido una buena y sincera amistad. Ni el menor impedimento.

Con la buena noticia me acerquĂ© al local y Diego, el dueño, no sabĂ­a quĂ© hacer para  agradecĂ©rmelo. Anunciaron el evento y ni que decir tiene que todo el barrio llenĂł esa noche el local. Pusieron unos sillones destacados para las figuras invitadas y sus posibles acompañantes y entre ellos las nuestras. Mis hijos asistieron los tres con sus amigos. Era el acontecimiento de la temporada.

A la hora convenida,  minutos más o menos, estaban todos allĂ­. “Tip” me presentĂł a su  mujer, a la que no conocĂ­a aĂşn, pues no llevaba mucho tiempo casado. El a la mĂ­a, sĂ­.  Por “Verano azul” asistieron la pintora (MarĂ­a GarralĂłn) y el cura. El encargado, hinchado como un pavo real, abriĂł el acto y dijo que tras laboriosas gestiones habĂ­a conseguido traer a todos los que habĂ­an sido elegidos por el pĂşblico.

PERSONAJE ENTRAÑABLE

Cuando llegĂł el turno de entregar los diplomas, “Tip” fue el encargado de hablar en nombre de todos. Nada más coger el “micro” me llamĂł e hizo subir, dándome un fuerte abrazo. DirigiĂ©ndose al pĂşblico dijo que agradecĂ­a la atenciĂłn por elegirlos, pero que el artĂ­fice de que ellos estuvieran todos allĂ­ era gracias a la amistad que tenĂ­an conmigo y habĂ©rselo pedido. El mĂ©rito era mĂ­o. Se habĂ­a percatado de la pedanterĂ­a e hipocresĂ­a del encargado y quiso darle una  lecciĂłn. Todo fue perfecto y pasamos una velada estupenda y yo me sentĂ­ más satisfecho y compensado que si me hubieran entregado otro diploma.  

“Tip” era un  ser de otra galaxia. Recuerdo nuestras comidas diarias en la CafeterĂ­a “Hamburgo” de la calle Desengaño, cuando Ă©l trabajaba en el cercano “Radio Madrid” y yo iniciaba mi tarea periodĂ­stica despuĂ©s de haber pasado las mañanas en el ministerio de Marina, hoy Defensa.

Me llamaba cariñosamente “Arbolito”. Fue uno de esos personajes especiales que se cruzan en tu vida y ya no se apartan de tus recuerdos más hermosos y entrañables. La gratitud y el reconocimiento que siempre me demostrĂł, son virtudes y  obligaciones que pocos usan en este paĂ­s de zánganos y petulantes.

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