Marilyn Monroe y el barrendero madrileño
Félix Arbolí [colaboraciones].-
Ha sido la anécdota o la respuesta que más me ha sorprendido a lo largo de toda mi vida profesional. Fue el día en que murió o más creíble aún, asesinaron, a Marilyn Monroe, por obra de la “mafia” norteamericana “siguiendo instrucciones superiores”. Desaparecía en pleno éxito y juventud, sólo tenía 36 años la rubia más explosiva del cine de Hollywood.
Uno de sus mayores atractivos, según los entendidos de la época que la trataron, era su tremenda miopía que le daba un aire de despiste e ingenuidad que la hacían aún más interesante. Era el icono de la sexualidad femenina en aquellos lejanos años, donde yo me iniciaba callejeando la noticia para el día “Pueblo” y la revista “Radiocinema”, mis buques insignias de mi numerosa flota periodística.
Recuerdo que mi gran amigo, mentor y maestro, ya desaparecido, Mario Hernández Estévez, me llamó y encargó que cubriera el reportaje de su muerte y lo acabara con una encuesta a nivel popular sobre la actriz.
Era el único redactor fijo que tenía esta revista, propiedad del prestigioso escritor don Joaquín Romero Marchent. Había semanas que tenía que utilizar pseudónimos para que no se viera que más de la revista estaba escrita por una sola persona. ¡Qué tiempos Dios mío!
Me fui a la calle con Wagner, mi gran amigo y fotógrafo, y empecé a preguntar a todo el que se cruzaba en nuestro camino su impresión sobre la actriz. Todos en general lamentaban su muerte y mencionaban o destacaban sus méritos personales y artísticos.

EL EJEMPLO DEL BARRENDERO
Mi sorpresa llegó cuando le hice la pregunta a un barrendero callejero de la Gran Vía, esquina a la calle de San Bernardo. Lo tengo en mente como si lo estuviera viviendo en este momento.
Nos miró casi como un reproche y nos dijo:
-¿Y ustedes son periodistas? ¿Piden mi opinión sobre la muerte de una actriz de cine americana y no dicen nada de que hoy ha muerto también don Ramón Pérez de Ayala, escritor asturiano de prestigio que ha sido ensayista, poeta, novelista y autor? Mal anda nuestra cultura y mala influencia ejerce la prensa actual con estos tremendos fallos.
Me sorprendió su salida y sentí hasta vergüenza de que un empleado del servicio público de recogida de basuras me diera tan triste y periodística noticia que yo desconocía aún, a pesar de haberlo tratado personalmente en ocasiones. Me afectó su acertada reflexión.
La foto de esta persona aparecía destacada en la revista y en una de las entradilla reproducía sus palabras. Hoy a los cincuenta y tres años de esta sorprendente anécdota, cuando puede ser el único superviviente de la misma, ha regresado una vez más a mi memoria. Hay detalles que, aunque ajenos a tu vida personal, se te enquistan y no hay manera de olvidarlos.
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