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Los amoríos informáticos


Félix Arbolí [colaboraciones].-

Hoy le ha tocado el turno a Penélope, que me ve como su Ulises y espera impaciente,  aunque me figuro que no tejiendo y destejiendo la lana en su telar, a que acuda a su cita.  Ni soy Ulises, ni tengo necesidad de atarme al mástil de ningún barco para resistir la atracción de su canto de sirenas. Mi desconocido ligue debe saber que me encuentro en el lugar donde tengo cuánto deseo y necesito, sin necesidad de lanzarme a aventuras quijotescas.

Mi Penélope, incluso me incluye su apellido o el que utiliza para estos fines, me dice que busca una aventura cerca de mí. ¡Pobre ilusa no sé qué clase de aventuras puede encontrar en un hombre agotado de amores, de tanto haber amado! Ignora que ya estoy de vuelta de aquellas apasionadas hazañas, convertidas hoy en recuerdos nostálgicos de una época que sé jamás regresará.

Ya ni los años, ni mi fidelidad a la mujer que amo, me permiten tales dislates. Hoy sólo quedan rescoldos de lo que ayer fue una enorme hoguera y se consumen junto a esta gran  mujer que ha sido capaz de soportarme durante tantos años.
     Ignoro quién se esconde bajo el nombre de la heroína griega. No sé incluso si se llamará de esta manera o cual será el verdadero nombre de esta dama o damisela que afirma interesarle sin haber llegado a conocerme. Como si el amor fuera un sencillo juego de azar. Jamás, mi desconocida Penélope, lo he considerado así.

AMOR FINGIDO Y OCASIONAL

Espero que no sufras con estas aventuras, ni se las hagas sufrir al Ulises de turno que sucumba a tus insinuaciones. Hay hombres tan necesitados de amar y ser amados que se aferran a la primera oportunidad que aparece en sus vidas sin las debidas precauciones.
   
Ayer fueron Tatiana, Elena, Menchu y un largo etcétera. A unas les interesa una aventura, a otras mi amistad y las hay que se inclinan por mi perfil. Al menos, eso es lo que me indican. ¡Y yo con estos pelos, ajeno al revuelo que estoy ocasionando en ese anónimo gallinero! No sé a qué mujer puede interesarle el perfil de un hombre desconocido. Debe haber gato encerrado, yo más bien diría voraces panteras.  Desconozco asimismo a qué aspecto de mi perfil se referirán.   
        
Me agradaría conocer la fórmula que utilizan estas desconocidas seductoras para forjarse una idea tan precisa sobre mi persona y solicitar esa relación, incluso en mi propio vecindario con detalles en los que yo hasta entonces no había reparado. Saben hasta donde vivo y me dicen que están cerca, puede que hasta se crucen conmigo por  la calle.

El día menos pensado me encuentro a una de estas acosadoras del “amor fingido y ocasional”  esperándome en el rellano de la escalera de casa con idea me figuro de que recemos el rosario juntos o nos contemos nuestros mutua batallitas, ya que otra cosa no creo que consigan. Me temo que pretenden pescar un tiburón y sólo van a encontrarse  un salmonete.

HASTÍO DE LA SOCIEDAD
 
Este desmadre tan reiterado quizás se deba al tremendo hastío que hoy invade a nuestra sociedad. Nos han lavado el coco de tal forma que lo que ayer era blanco, hoy nos parece gris y lo que era gris, lo vemos  negro. Vivimos una época de alocados en la que vamos cuesta abajo hacia el cambio absoluto y decadente de costumbres, valores éticos y recato. 

Buscamos desesperadamente emociones y alicientes sin tener en cuenta las normas y la dignidad necesaria para saber distinguir lo que es amar de un simple y burdo instinto animal.

Nos prestamos a aceptar todo tipo de incentivos y a satisfacer las más bajas pasiones, sin importarnos las posibles y dolorosas circunstancias que se puedan producir. Un punto de vista que las “adictas a nuestros perfiles” aprovechan para hacernos creer que con ello podremos superar esa realidad que no nos gusta.
         
Sin embargo, antes de emprender esa aventura de imprevisibles resultados, estas féminas de Internet deberían sopesar qué terreno pisan y qué pueden encontrar al otro lado del correo. Si así lo hicieran, podrían rectificar a tiempo antes de que un candidato no de ese “perfil” calculado y se encuentren ante una desagradable y hasta posiblemente trágica sorpresa. 

TOCOMOCHO DEL CORAZÓN

Asimismo se percatarían de que algunos de sus elegidos han perdido el último tren para llegar a ese destino y no disponen ya ni de puente levadizo capaz de levantarse. Caso de que sea éste el fin que persiguen y no el de una relación amistosa que no viene nada mal, aunque mucho me temo que éste no sea el objetivo de estas sirenas de las ondas electromagnéticas.
         
¿Por qué iba a tener este empecinado intento de buscarme pareja o relación más allá de la amistad, cuando yo tengo la mía y no necesito repuesto? Aparte de que no podría abarcar más campo que el de mi pequeña y bien cuidada parcela. Andan muy locas y desinhibidas o los promotores de este tocomocho del corazón y los sentimientos  han encontrado en la insaciable voracidad informática el terreno apropiado para realizar estas experiencias y negocios. 

Lo más curioso es que mencionan nombre, apellidos y en algunos casos datos que sirven de identificación, como si la remitente te conociera. Esta circunstancia, me figuro,  ocasionará en algunos la falsa y secreta vanidad de que el mensaje no es un equívoco o un negocio, sino que detrás está una mujer realmente interesada en conocerle y entablar esa amistad. Yo particularmente no encuentro posible y plausible explicación.




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