Un grupo de amigos se reunieron en torno a la figura de Emilio Oliva Fornell
Hace 52 años, el DĂa del Pilar, sufriĂł una grave cogida en la plaza de toros madrileña de Las Ventas, que le tuvo al borde de la muerte.-
Un numeroso grupo de amigos se reunieron en torno al matador de toros chiclanero Emilio Oliva Fornell. En la fiesta no faltaron viandas como atĂşn, queso, butifarra o un exquisito arroz con pollo, que hicieron en el lugar del encuentro. Hubo brindis por Oliva y Ă©ste, emocionado, agradeciĂł el detalle que habĂan tenido con Ă©l.
TambiĂ©n hubo cante a cargo de JoaquĂn Ballesteros, El Cuña, que derrochĂł gracia y arte a manos llenas. Fue una bonita tarde con una persona muy querida en Chiclana y que desde sus comienzos en el mundo del toro, arrastrĂł a miles de chiclaneros donde actuara.
Muchos camiones fueron llenos de aficionados hasta El Puerto de Santa MarĂa, donde tomĂł la alternativa el 11 de agosto de 1962, con Antonio Ordóñez de padrino y Jaime Ostos de testigo.
Pero donde Chiclana se volcĂł con su torero fue en noviembre de 1963. Un mes antes, el 12 de octubre, fue cogido de gravedad por un toro en Madrid, en Las Ventas, estando al borde de la muerte.
RECIBIDO EN OLOR DE MULTITUDES
En el Sanatorio de Toreros, cercano al coso taurino, fue operado por el doctor Luis GimĂ©nez Guinea, que atendiĂł a Manolete en Linares el 28 de agosto de 1947, cuando fue cogido por “Islero”.
Tras un mes de convalecencia, en el que se casó por poderes con su novia Antonia Baro, ante su posible fallecimiento, regresó a Chiclana en olor de multitudes. De Madrid a Sevilla viajó en avión con el doctor Giménez Guinea y de la capital hispalense a Chiclana, en el coche del galeno.
Su llegada fue espectacular, ya que en El Pájaro le esperaban miles de chiclaneros: “Le dije al doctor GimĂ©nez Guinea si estaba dispuesto a salir en hombros y me dijo que sĂ. No podĂamos pasar, la gente no nos dejaba, por lo que nos bajamos del vehĂculo y los aficionados nos llevaron en hombros a los dos”, manifestĂł a PUENTE CHICO Emilio Oliva Fornell.
Hoy es ya un recuerdo que cuenta con una sonrisa, mientras charla con sus amigos sentado en una mesa de la peña que lleva el nombre de su hijo Emilio, en la calle La Vega. Aquello pasó y luego la vida se encargó de darle otras cornadas, quizás más dolorosas, pero contra todas ha podido.
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