Me perdí el bautizo de mi primer hijo

    
Félix Arbolí [colaboraciones].-

En la revista “Gaceta Ilustrada”, de la que era redactor jefe, mi compañero y amigo Jesús Hermida, desaparecido no hace mucho tiempo, su director, Suárez Caso, me apreciaba mucho y me llamaba para encargarme los trabajos más complicados, pues sabía que no me detendría ante nada. Allí publiqué los reportajes más destacados de mi carrera, pues era la revista de mayor prestigio entonces. 

Generalmente era él quien me llamaba y encargaba el trabajo. Allí me cruzaba en la redacción con Hermida y nos saludábamos y hablábamos unos instantes. 
 
-Quiero que entrevistes a Luis Miguel Dominguín -me propuso un día. –No es nada fácil ya que es reacio a las entrevistas y está siempre muy ocupado. A ver si eres capaz. 

El reto estaba lanzado. Me enteré que tenía unas oficinas de importación y exportación en la Gran Vía, así que me dirigí a ellas esperanzado. Me recibió don Fernando, un señor mayor con gafas, que era su secretario, gerente y todo lo que pudiera evitarle molestias. Me dijo que no estaba en ese instante, pero que era difícil pudiera recibirme ya que siempre estaba muy ocupado y no era dado a conceder entrevistas de prensa.

PALOMA PICASSO

Me enteré que vivía en un enorme y precioso chalet a las afueras de Madrid. Y hasta allí fui en un taxi, ya que no he tenido carnet, ni me ha gustado conducir. En la agencia de prensa donde  era redactor jefe, se hizo un convenio con la casa SEAT, de forma que ellos tenían la exclusiva de la contraportada de “Meridiano”, una revista que hacíamos y en lugar de pagarla nos dejaba sus coches a precios asequibles al personal.

El encargado de adjudicar los coches y llegar a un acuerdo con la academia de conducir para que sacara el carnet nuestro personal, era yo y fui el único que no hizo uso de esa ganga. Luego se lo descontaban sin apenas notarlo de sus sueldos.            
Eran los tiempos en que Luis Miguel y la bellísima actriz italiana Lucía Bosé vivían felizmente casados junto a sus hijos, en el que el más pequeño era Miguel. Me trataron de maravilla, aunque nunca lograba coincidir con el torero. Lucía era una mujer encantadora en todos los sentidos.

Una de las veces, estaba allí pasando unos días, Paloma Picasso, hija del pintor, a la que entrevisté para la revista. Era una joven muy simpática y sencilla. Hoy no sé. Fue todo un éxito mi entrevista, ya que su presencia entre nosotros había pasado inadvertida. Hablé en algunas ocasiones con el torero, pero siempre posponíamos la entrevista ya que su actividad era incesante y urgente.

ENTREVISTA Y BAUTIZO

Al final, tras unos catorce intentos y encuentros, quedé citado en su casa a las cinco de la tarde de un día que ahora no recuerdo, pero sé que era en julio de 1961. Dio la fatalidad de que mi mujer estaba a punto de parir nuestro primer hijo, Félix Juan, y el bautizo se había acordado para unos días más tarde. 

Cuando llegué a casa de Luis Miguel, estuvimos charlando amigablemente y en un  momento dado, me preguntó si ya era padre por fin, pues conocía a través de nuestras charlas que estaba a punto de nacer. Yo miré el reloj y le dije:

-Si ya he sido padre. Ha sido un niño precioso que en este instante lo estarán bautizando.

-¿Que tu hijo se está bautizando y tú estás aquí perdiéndote ese gran momento? ¡Vete rápido pues no voy a contestarte ninguna pregunta más. No quiero tener ese peso en mi conciencia! Te prometo que el próximo martes, a las diez de la mañana, te espero en mi oficina de Gran Vía y allí la hacemos. Tienes mi palabra. Y la cumplió.

Cuando llegué a la iglesia el cura ya había bautizado al pequeño y estaba en  la sacristía con mi mujer, suegros, padrinos e invitados preguntando dónde estaba el padre para firmar los papeles. Increíble pero cierto. Ello demuestra mi pasión y entrega a esta profesión. Era una anécdota tan insólita que pocos se la creían.