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La moral, la política y el balón de los milagros


Félix Arbolí [colaboraciones].-

Vivimos en la época del absurdo. El hombre se siente desorientado, falto de directrices que le marquen el camino más conveniente a seguir. Sin  ilusiones, ni esperanzas, Cualquier detalle es capaz de interesarlo al máximo y se entrega a él en cuerpo y alma, con  la misma ansiedad que un náufrago se aferra a los primero que ve flotar, sin detenerse a pensar si es el remedio necesario.

Está falto de fe en sí mismo y en los demás y se hace vulnerable y presa fácil de los que han hecho de la hipocresía y el engaño su “modus vivendi”. Los ídolos de barro han sustituido a los dioses y las creencias en anacrónicas costumbres, que han de desterrarse con la llegada de los nuevos profetas apocalípticos.

A veces, hasta yo mismo tengo reparos al escribir lo que antes era habitual, el “si Dios quiere” o “Dios te proteja”. Me da la sensación de que van a considerarme un beatón o un trasnochado oscurantista de épocas superadas.

Hoy solo tienen voz y audiencia los que se revuelcan en el fango de la chabacanería, la palabra soez, el insulto grosero o el rencor acumulado desde pasadas épocas en las que sus actuales protagonistas no habían siquiera nacido. Se ven programas televisivos donde los que ya estamos curados de espanto y hemos visto casi todo, nos sentimos molestos y asqueados.

PERSONAJILLOS CHABACANOS

Me gusta la mujer de todas las maneras, aunque he de confesar que siento más interés  en imaginarme algunas de sus zonas, que verlas al descubierto. Para ser espectador pasivo es mejor dejar trabajar la fantasía. Hasta me detengo cuando alguna vecina descuida su pudor y se desnuda con las ventanas abiertas o juega al amor con su pareja, aunque en ocasiones me parezca algo necio sufrir viendo cómo lo pasan bien los demás. Me parece cínico negarlo. No hago más que seguir los impulsos de la condición humana.

Considero  degradante ver a esas aspirantes a personajillos, contar con toda clase de detalles sus “cameos” -palabra cuyo nuevo significado deberá incorporar la RAE a nuestro diccionario, dada su permanente actualidad -, con el personaje de turno, para lograr una “deplorable” fama a costa de sus carencias de escrúpulos sociales y morales.
Es más denigrante que el descuido de la vecina a la hora de su intimidad y  resulta menos excitante y más chocante y desagradable. Más aún ver cómo el presentador y los   colaboradores de algunos programas televisivos nocturnos, hacen alarde de su grosera manía de soltar tacos y prodigarse en expresiones y situaciones que en lugar de gracia causan repugnancia.

Es intolerable que el derecho a la libertad de expresión, se confunda con el de faltarnos el respeto con sus groserías. Lo curioso es que solo se producen estas  vergonzosas situaciones en una cadena.

OTRA VEZ LOS “MESÍAS” POLÍTICOS

Estamos de nuevo en plena campaña electoral, aunque sus responsables no hayan dado aún el pistoletazo de salida. Cualquier momento, ocasión o circunstancias es propicio para que el candidato de turno suelte sus ya repetidas peroratas intentando hacernos creer que es un nuevo “Mesías”, no prometido, pero sí único y capaz de devolvernos la ilusión, la honradez y la honestidad.

Los que nos afirman que ellos salvarán a España de corruptos, avivadores de rencores de antaño e iconoclastas de todas nuestras tradiciones. Y el pueblo, se vuelve a colocar su piel de oveja descarriada y sigue al lobo de turno disfrazado de cordero, que solo se quita para instalarse en el sillón de las delicias.

Y en España, como decía aquel antiguo himno, “empieza a amanecer”, aunque nunca llega a salir el sol del todo, porque hay “nubes opacas” que se lo impiden. Seguimos viviendo entre penumbras, porque tenemos como posibles gobernantes a los mismos que no quisimos en las anteriores y ellos no han querido entender nuestro mensaje.

Volveremos a los pactos, confrontaciones y nuevas  elecciones, si no hay acuerdos impulsados por el afán de poder que tienen algunos, para hacer compañero de aventuras a su peor y más criticado adversario. Y ese excesivo interés personal  en alcanzar sillones y mando, me resulta tan  sospechoso como nada fiable.

EL FÚTBOL COMO ANTÍDOTO A LOS PROBLEMAS

¡Pobre España en  lo que te han convertido esta pandilla de vagos bien remunerados! Salario mínimo y jornada laboral de ocho horas durante un año antes de llegar al poder, imponía yo a todos estos dirigentes sin escrúpulos.

Como en la época franquista, el fútbol ha vuelto a convertirse en un oportuno y eficaz aliciente para suavizar la crispación generalizada y hacer olvidar durante unos días, los problemas de la política y las protestas populares.

Hasta han aminorado los debates políticos de la tele e incluso los presentadores más incisivos en este tipo de programas, se han ido a Milán para no perderse el acontecimiento más importante,  al parecer,  que se puede vivir en España en estos días.

Y ahora antes de que se enfríen los ánimos y se enciendan las pasiones, ya están anunciando los partidos de la selección. El pan y circo de los antiguos romanos, aunque en nuestro caso, poco pan y demasiados equilibristas.





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