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El valor de la amistad


Félix Arbolí [colaboraciones].-

Si hay algo que me precopa y entristece es perder un amigo o amiga. Algo raro, suelo tener más de éstas que de aquellos. Quizás por mi convencimiento de que la mujer es más dada a confidencias que el hombre y por la adoración que siempre he sentido por ella, ya que siempre me recuerdan la madre, la esposa o la hija, estos pilares tan fundamentales en nuestros sentimientos.

Me refiero a la pérdida de su amistad, no a su desaparición por imperativos de nuestro destino. Para mí la amistad me hace sentir feliz y útil o necesario. Si pudiéramos repetir la historia de nuestra ruptura, nos daríamos cuenta que la mayoría de las veces no ha merecido la pena interrumpir una relación tan entrañable, por algo que examinado y aclarado en su debido tiempo y con sinceridad, hubiera tenido distinto final.

Soy una persona llena de defectos y me es fácil dejarme influenciar por consejos y opiniones ajenas. Vivo en un mundo donde la amistad se valora poco y, sin embargo, yo la he hecho lema y prioridad.

Me gustaría despertarme cada mañana sabiendo que hay cientos y mejor aún, miles de personas, a las que aprecio y me aprecian. Me entristece cuando una persona que ha formado parte de mi diario recorrido, aunque sea a través de las redes sociales, ya no forma parte de mi vida.


APRETÓN DE MANOS

Y me duele, aunque a muchos les parezca extraño, no poder contestar a sus fotos, mensajes y comentarios porque las circunstancias que parecen razonables u obligadas, me indican que debo tratarla con indiferencia y frialdad, cuando siento lo contrario. Me siento raro, contrario a mis principios y desleal a mis sentimientos.

Prefiero ser yo el que pida perdón y haga por recuperar esa amistad, aunque pueda parecer ser el más perjudicado, que seguir la pantomima de ser ciego y sordo a lo que me impulsa contestar, comentar, aconsejar y aliviar si el caso lo requiere. No me gustan los enemigos ni en la política, que es donde suelen hacerse más ostensibles y encarnizados.

Quiero que mi paso por este mundo sea un recuerdo grato y permanente para todos los que de alguna u otra forma se han relacionado conmigo. No sĂ© lo que me encontrarĂ©  Allá, pero si sĂ© lo que voy a dejar aquĂ­ y quiero que sea un recuerdo bonito y que mis hijos y nietos alivien su pesar con los comentarios que mi paso por esta vida ha ocasionado.


SĂ­, sĂ© que soy un sentimental incurable, un romántico empedernido y un hombre que ha quedado anclado en los principios que le inculcaron en su infancia. Pero a pesar de que muchos lo puedan considerar un error por mi parte y hasta lo confundan con cobardĂ­a, yo sĂ© que no es ninguna de ambas cosas. Es un deseo instintivo de no herir, ofender o apenar a quien ha compartido una etapa de mi vida. 

Gandhi decía que con el puño cerrado no se puede dar un apretón de manos que selle una buena amistad. Y yo quiero tener mis brazos abiertos y extendidos para dar y recibir el abrazo de ese amigo o amiga recuperados.


LOS AMIGOS PERDIDOS

AristĂłteles nos dejĂł escrito que si los ciudadanos practicaran  la amistad entre sĂ­, no necesitarĂ­amos la justicia. Yo añadirĂ­a, ni a tantos otros estamentos e instituciones que han de velar por imponernos lo que deberĂ­a ser el deseo natural del hombre.

Me pesan los amigos perdidos y echados de menos por cuestiones que no deberĂ­an haber enturbiado una buena amistad. Todos tenemos nuestros errores y el amigo debe comprenderlos y aceptárselos, sin poner en entredicho esa relaciĂłn tan especial. Tengo algunos familiares muy directos que siguen sin perdonarme que contara con excesiva realidad algunas vivencias infantiles que a lo mejor con otra edad no me hubieran afectado tanto. 

Aunque no lo crean, sufro por ellos. Soy demasiado impulsivo y ello es siempre malo. Asimismo, amigas que por mi culpa o la de ellas, me da igual, han desaparecido de mi cotidianidad y las echo de menos. Soy asĂ­ de blando y tontorrĂłn. Y no me pesa, pues es el Ăşnico legado que voy a dejar a mis hijos como el que nos dejĂł mi padre, del que siempre me he sentido orgulloso.

Aprovecho esta ocasiĂłn para pedir perdĂłn a los que haya podido ofender  y desear que antes que sea demasiado tarde, se alejen de mĂ­ estos pesares y errores y la vida vuelva a serme serena, entrañable y placentera. Que sean otras causas las que puedan quitarme o dificultarme el sueño. Un abrazo sin excepciĂłn.




1 comentario:

  1. La amistad y la confianza es una cosa que ala larga da AscĂł

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