Carta a un anónimo comentarista en PUENTE CHICO

Félix Arbolí [colaboraciones].-

Con motivo de la publicación de mi artículo ¡Adiós, mi España querida! en las páginas de la revista chiclanera PUENTE CHICO, he leído un comentario, a mi parecer erróneo, sobre nuestra juventud. La descalifica de una manera que quiere ser graciosa y ocurrente y solo resulta extravagante y poco informada.

Yo hablaba de nuestra actual juventud, a la que consideraba seria, responsable y cabal y los que teníamos y tienen que ocuparse y responsabilizarse de su formación, cultura, manera de vivir y buscarle un lugar digno y seguro en la sociedad no lo hacen y luego les recriminan su falta de confianza y de fe en las promesas de sus mayores.

El que jóvenes cualificados y con ganas de buscarse un porvenir seguro se vean meses y años en la cola del paro, sin ninguna posibilidad de cambiar de situación, así como los que se han dejado la vista estudiando una profesión o carrera que a lo máximo pueden aspirar, si tienen suerte, es a barrer las calles, repartir octavillas de propaganda por horas  o servir las mesas en una cafetería los meses de verano, es un error imperdonable para los que rigen nuestros destinos.

No es que no sean unas ocupaciones dignas y responsables, pero nada a propósito para los que no han sido preparados, ni ellos han perdido tanto tiempo encerrados en colegios, universidades y bibliotecas. Incluso para los profesionales de las primeras que ven sus puestos ocupados por intrusos.


JUVENTUD MARAVILLOSA

Dice mi anónimo comunicante, que ya le conozco por su forma de escribir cada vez que yo lo hago, que solo se ocupan en perder el tiempo buscando monstruitos en su móvil, vivir a costa de papá o dedicarse a francachelas y pérdidas inútiles de tiempo como esos  programas televisivos como Sálvame y otros por el estilo. Le puedo asegurar que los jóvenes  son los que menos ven esos programas. 

Que tenemos una juventud maravillosa, competente y responsable lo sigo diciendo y asegurando, porque de otra forma no nos permitirían a los mayores, a los que hemos destrozado su presente y futuro, que siguiéramos mangoneando libres y despreocupados  con su derecho a un trabajo bien remunerado y a una vida de ilusiones, esperanzas y ambiciones, que ellos tienen perdidos. 

Denle un trabajo serio, seguro y justamente retribuido y verá cómo no pierden su tiempo en matar o buscar marcianitos y beber para olvidar la corrupción tan enorme que les rodea, entre  los que han sido elegidos para solucionar sus problemas, no para aumentarlos y eliminar los suyos y los de su familia y amigos enchufados.

Demasiados serenos y pacientes son nuestros jóvenes, que soportan dócilmente tantas pesadillas y abusos que les hacen tragar sin que se cansen, esa apatía e indiferencia sin que nos armen la marimorena. Yo he estado en Chiclana y no he visto a esos jóvenes que mi comunicante me describe, pero si veo en Madrid a los que nos llegan de más allá de nuestras fronteras protagonizar actos vandálicos, a pesar de que sus gobiernos y políticos sean más diligentes y honestos que los nuestros en el cumplimiento de su deber y asegurarles un futuro mejor.


EMIGRAR PARA TRABAJAR

Me dice que mi nieto se marcha a Alemania porque tiene allí a la novia y no pregunta por qué se tuvo que ir también la novia con una licenciatura y camino del doctorado, elegida entre muchas candidatas de otros países por sus conocimientos y  su competencia, que aquí en España no les servían para nada.

¿Y se extraña usted que nuestra juventud tenga que emigrar para ejercer aquello para lo que se han preparado a fondo y no ver compensados sus esfuerzos con equidad y justicia?  Me da la impresión de que no debe tener hijos jóvenes. Si los tiene y no es usted político, no me explico sus razonamientos.

Si lo que quiere es seguir llevándome la contraria como acostumbra, allá usted, a mí no me apea del tren, diga usted lo que diga, y tampoco voy a dejar de escribir y decir lo que siento sin rencores, pero con serenidad y justicia. De todas formas, como paisano que somos, un abrazo.