Remigio Baro, maestro de carpinteros de la madera, ya tiene una calle a su nombre

Une la carretera de El Marquesado con la avenida del Mueble por la parte trasera de esa zona comercial.-

El alcalde, José María Román, inauguró la calle Remigio Baro Gutiérrez, Maestro de Carpinteros de la Madera, que une la carretera del Marquesado con la avenida del Mueble, ubicada en la nueva zona comercial cercana a la Venta Agustín.

Estuvo presente parte de la corporación municipal, así como los hijos del homenajeado, trabajadores de su empresa y diferentes representantes del sector empresarial y comercial del municipio y la provincia. El regidor entregó un escrito a la familia para que tuviera un recuerdo de este día.

Román manifestó que esta calle que homenajea a Remigio Baro fue una petición realizada por los trabajadores de su carpintería el pasado mes de septiembre, en la que solicitaban la denominación de una calle de la ciudad al que fuera su maestro. Destacó lo merecido del homenaje por su importancia  a la hora de enseñar el oficio en la localidad.

Se refirió a la ubicación de la calle, situada junto a la avenida del Mueble, ya que se trata de un lugar que representa a este sector en el municipio, así como al trabajo en general, siendo un lugar donde se encuentra también situado el metro cedido por La Unión, una sierra de cortar madera y donde volverá a colocarse el ciclista.



HOMBRE DE GRAN HUMANIDAD

“Esta calle es un reconocimiento a tantos emprendedores y personas que hicieron posible que Chiclana diera el salto, posibilitando el lugar en el que la ciudad se encuentra en estos momentos”, comentó Román, que agradeció a Remigio Baro la labor que hizo en el sector de la madera durante tantos años.

Tanto Sebastián Baro, hijo de Remigio, como el representante de los trabajadores, Juan José Sánchez, agradecieron al Consistorio el homenaje con esta calle, así como la pronta atención a la petición realizada.

Remigio Baro Gutiérrez, (26-01-1925 - 02-12-2010) fue industrial y maestro de carpinteros de la madera, destacando por su espíritu emprendedor. Fue un hombre de gran humanidad, que aglutinó en su empresa un importante número de profesionales del sector, primero en un taller de mesas y sillas en la Alameda del Río, trasladándose en julio de 1960 al que sería su taller de carpintería de madera y también metálica y de aluminio, entre las calles García Gutiérrez y Mendaro.

En esta nueva ubicación llegaron a trabajar hasta 60 personas. Recibió diferentes reconocimientos, siendo merecedor en 1992 del XI Premio Artesano de la Madera que otorgaba Maderas Polanco.