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Las muñecas de Marín siguen haciendo patria llevando el nombre de Chiclana por el mundo


Hogares y tiendas de antigüedades siguen manteniendo el recuerdo a una firma que revolucionó el sector del regalo.-

Hace más de ochenta años un chiclanero, José Marín, empezó a hacer muñecas en nuestra localidad. Desde entonces éstas viajaron por todo el mundo, siendo santo y seña de nuestra localidad y de España. Son numerosos los famosos que han mostrado su debilidad por ellas y las hemos visto en películas, series de televisión (la última Amar es para siempre, en el bar El Asturiano, en lugar prominente). (FOTOS: Beatriz Hourruitiner y Nilda Penabad posando con muñecas de Marín en Miami, y Estela Sánchez en Camden, (Carolina del Sur). Obra de teatro Majaretas, de la compañía Albadulake).
 

Hay varias obras de teatro donde son las protagonistas y hasta salió una chirigota callejera femenina en Cádiz hace unos años que se llamaban así. Se las han entregado a actrices estadounidenses a su llegada a un acto, como sucedió con el programa Caiga quien caiga a una de las actrices de Sexo en Nueva York y declaró que era su favorita.

Todos hemos tenido alguna encima del televisor y aún hoy está en alguna vitrina. Como dijo Ernesto Marín en una ocasión, es la mujer chiclanera que más ha viajado por el mundo. Y tiene razón.
 

 
La hemos visto en las antípodas, en Australia; en Asia o América. En los años 50 había muchas en las casas cubanas y ahora las encontramos en hogares cubanos que viven en Miami.

En esta ciudad hay un lugar, Delicias de España, donde las muñecas y demás artículos de Marín se vendían como rosquillas, según nos comentó la persona que regentaba este apartado.
 
Nos dijo también que aunque hace ya dos o tres años que se dejaron de fabricar, sigue llegando gente pidiéndolas, quedando muy decepcionadas al no poder adquirirlas. En su lugar ha puesto otras, pero no consigue venderlas como las chiclaneras.

El último lugar donde las vimos fue en Camden, en Carolina del Sur, en un anticuario de Broad Street, en lo más alto, destacando sobre otros objetos. El precio era de 25 dólares. Tuvo más y las vendió.
 
La alegría que sentimos cuando las vemos a más de 10.000 kilómetros de Chiclana es indescriptible, aunque el primer sentimiento es de sorpresa. Las muñecas de Marín siguen haciendo patria.

 

 

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