Logo Derecho - Bann

La muerte en soledad


PEPE VELA M. [colaboraciones].-

Desde Chiclana, Cuna de Oficios, queremos recordar y homenajear a esas personas que una vez fueron jóvenes en una época complicada, donde muchos tuvieron que emigrar de sus pueblos de origen, a pesar de no querer hacerlo. Unos se marcharon casados (primero él y después su mujer y sus niños pequeños) y otros solteros.

Mujeres que se encontraban en un mundo hostil, desde el punto de vista sociológico y cultural, mientras los maridos se iban a sus trabajos, ellas tenían que adaptarse a una nueva vida, que ni unos ni otros habían elegido, sino que estaba impuesto por una mala distribución de la industrialización de España, además de la demanda de parte de Europa pidiendo mano de obra barata. Muchas de esas mujeres también iban a trabajar, los otros, los solteros, hicieron nueva familia en tierra ajena.

Pero seguimos con España, donde tres zonas de nuestro país, con poca población, se empezaba a concentrar a las grandes empresas para beneficio propio, sin que repercutiera en el resto del país, que no tenía otra opción que esperar a ser los siguientes para poder emigrar y engrosar la lista para un puesto de trabajo que les garantizara tener una familia digna y poder mantenerla, aunque sea trabajando muchas horas y viviendo hacinados en pisos pequeños.

Una situaciĂłn donde los niños tuvieron que adaptarse a esa nueva vida, ¿pero y ellos? ¿Se adaptaban? No lo sabemos. Lo que sĂ­ sabemos es que cuando hablaban con la familia que habĂ­a quedado en el pueblo, le decĂ­an:Estamos bien, os echamos de menos, tenemos ganas de veros,…. Palabras que calaban en sus corazones como dagas, pero ¿quĂ© podĂ­an hacer?
 
 
RUMBO A LO DESCONOCIDO

AllĂ­ estaba su trabajo, su nueva vida. Sus hijos se habĂ­an adaptados bien, pero ¿y ellos?, ¿eran felices? “Nuestros hijos están bien. Al fin y al cabo, lo hacemos por ellos”. Esas respuestas les servĂ­an de consuelo, pero sus pensamientos estaban en sus pueblos, en sus amigos, en sus padres…, en general en todo lo que estaba relacionado con sus raĂ­ces y su niñez. Pero, ¡maldita sea!, una maldita guerra y una mala gestiĂłn les avocĂł a dejarlo todo e irse a una tierra desconocida.

Han pasado los años, España ha cambiado, “lo hemos conseguido, hemos trabajado para mejorar la vida de nuestros hijos y cambiar lo que no nos gustaba. Es hora de volver al pueblo, pero… ¿y mis hijos? Ellos no son de allĂ­, son de aquĂ­, no puedo hacerles que cambien su vida.

Se dan cuenta de que los años han pasado, sus hijos han hecho su vida donde se han criado. Además, a los yernos y nueras solo les gustaba el pueblo un rato en verano o en Semana Santa, y sus nietos piensan de forma distinta. Residen en sitios separados, la vida del pueblo es diferente y los abuelos están en casa hasta que les llegue la hora, pero la vida ha cambiado. En la gran ciudad todo el mundo corre, nadie tiene tiempo, los pisos son caros, nadie tiene espacio, “además para eso está el Estado, para que los cuide que para ello han pagado sus impuestos.
 

 
EL ABRAZO DE LOS NIETOS

Pero, ¿quiĂ©n les paga su sacrificio? ¿QuiĂ©nes le devuelven los años perdidos? Solo quieren que la familia estĂ© a su lado, que puedan ver que su esfuerzo para mejorar a su familia no fue en vano, pero ellos están en una dinámica que les impide cuidarlos, pues sus trabajos los mantienen ocupados mucho tiempo. Todos disponen de buenos empleos, buenas casas, buenas vacaciones, pero, “¡papá, mamá, es que estamos muy ocupados y no tenemos tiempo!.

Hemos cambiado a la familia por el Estado, pero él también nos abandona, nos dejan solos. Ahora mis hijos tienen tiempo, pero no estoy con ellos sino en un centro que no consigue, por muchos medios que tenga, que seamos como una familia verdadera, donde tener una reprimenda de tus hijos o un abrazo de tus nietos. Al fin y al cabo somos como niños y también como ellos, queremos ser el centro de atención.

La soledad no es mala, lo malo es sentir el olvido de los tuyos. Ahora la soledad es más difícil de sobrellevar en estos momentos tan difíciles, sabiendo que ellos sí quieren verme, pero las circunstancias se lo impiden, por eso me voy tranquilo y feliz sabiendo que al final de mis días, el esfuerzo que hice no fue en vano y volvería a hacerlo por ellos.

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios

Los Comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.

Por favor al redactar tu comentario sobre EL TEMA, cuida las formas.
No utilices 'copiar y pegar' para grandes textos, ni mayĂşsculas en exceso. No poner textos en el nombre. No direcciones web externas. Mejor sin abreviaturas SMS. Los comentarios pueden ser borrados (ver Advertencia Legal)
.