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Joaquín Sánchez Trillo construyó durante el confinamiento el Puente Chico en 3D


Tardó mes y medio, trabajando dos o tres horas diarias y lo ha regalado a nuestra revista.-

 

En los años 60 Chiclana era Santa Ana, El Torno, El Marquesado y los jardines de la Alameda del Río, donde estaba el Teatro García Gutiérrez y el Puente Chico. Era el centro de todo, donde jugaban los niños, paseaban los jóvenes en busca de novia y viceversa. El lugar de reunión, donde confluían los chiclaneros, de todas las edades. También había bailes en verano y se celebró la Feria de San Antonio. Nada que ver con lo de ahora, que es un lugar desangelado y sin vida.

 

Esos años los vivió Joaquín Sánchez Trillo, que regenta una copistería industrial en el polígono del Torno, en la Avenida del Comercio. Vivía en La Banda, en la barriada del campo de fútbol, en la calle Cervantes. Estudiaba en los Parvulitos por lo que todos los días tenía que cruzar el Puente Chico cuatro veces.

 

 

 

Recuerda muy bien el día de la riada, el 19 de octubre de 1965 (hoy se cumplen 55 años): “Pasé una hora antes de que se produjera el desastre, aunque en ese momento ya amenazaba con salirse del cauce del río Iro y el agua chocaba contra el tablero del puente”.

 

Cuando se produjo el desastre se encontraba en su casa: “Yo vivía en el cuarto piso y desde allí lo vi todo en primera línea. El río se desbordó y se fue hasta la calle Corredera por La Vega”. Joaquín tenía seis años. Sigue recordando: “La avalancha de agua partió el muro y salió hacia la barriada donde vivía, inundándolo todo”. Alcanzó varios metros de altura y muchos vecinos lo perdieron todo.

 

 

 

LA PASARELA ES UNA CHAPUZA

 

Dicha riada no tiró el Puente Chico, pero lo dejó en muy mal estado, sobre todo en la escalera de la calle Carmen Picazo. En vez de arreglarlo, lo derribaron e hicieron una escuálida y fea pasarela, que cincuenta y cinco años después, sigue avergonzando a los chiclaneros. “La pasarela no representa el espíritu del puente ni de la Alameda -comenta Trillo-. Es una chapuza lo que hicieron, no sé si porque no había dinero, pero podían haber hecho algo que se pareciera”.

 

Agrega que “el Puente Chico representaba mucho para nosotros. Es una pena que se decantaran por la pasarela”. El puente tenía unos arcos y muchos chavales pasaban de un lado al otro por ellos. También había cucañas y era un lugar emblemático para todos. Pero la riada obligó a derribarlo y aún hoy muchos se acuerdan de él.

 

 

 

PANTALLAS PARA MÉDICOS Y POLICÍA

 

Y eso es lo que le pasó al protagonista de esta historia. Joaquín pidió hace dos años al Ayuntamiento los planos. Sus hijas le regalaron una impresora 3D: “Yo no tenía ni idea de lo que era el 3D, pero me empeñé y aprendí practicando. Con esto del coronavirus contactó conmigo un profesor para que le diera acetato y me comprometí a ayudarle, ya que querían hacer pantallas para los médicos de la zona y de la sierra de Cádiz, así como Cruz Roja, Guardia Civil y Policía Local”.

 

Hizo más de 2.000 pantallas. El coordinador fue Jesús Merchán y un taxista, Mariano, se encargaba de recogerlas: “Así estuve dos meses a piñón fijo”. El Ayuntamiento de Chiclana quedó en facilitarles dos bobinas y todavía las están esperando.

 

 

 

EL EMBLEMA DEL PUEBLO

 

Con la impresora pequeña aprendió y le gustó tanto que adquirió una grande, “con la que puedo hacer lo que quiera”. Y entonces fue cuando decidió hacer una reproducción a escala del Puente Chico, “que es muy complicado, porque tiene un montón de detalles por dentro y por fuera, y todos están ahí. He querido hacerlo lo más parecido posible”.

 

Ha tardado mes y medio en hacerlo, trabajando dos o tres horas diarias. Recalca su pena por la desaparición del puente: “Era el emblema del pueblo”. Hay fotos con éste abarrotado cuando recibieron a Emilio Oliva tras su cogida en Madrid, cuando estuvo a punto de morir. Aboga por hacer un puente de verdad y quitar la pasarela que lo sustituyó.

 

 

EL PUENTE DEL CONFINAMIENTO

 

Joaquín Sánchez Trillo ha tenido la deferencia de regalar a nuestra revista esta obra, en la que tanto empeño y, sobre todo, cariño, ha puesto. La llama El puente del confinamiento. Éste ha motivado muchas cosas, unas buenas y otras malas, por lo que quedará en el recuerdo para siempre.

 

Tendremos este Puente Chico en un lugar preferente, por lo que representa para los chiclaneros y para nosotros, y por ser el primero que se hace en 3D. Ojalá algún día construyan uno de verdad en este formato. Joaquín ya ha dado la idea, ahora solo falta que un alcalde se implique, lo que ya es más difícil, viendo cómo está el percal.

 

Quienes deseen adquirir esta obra pueden hacerlo en su copistería del Torno. Tiene de varios tamaños y es aseguro que merece la obra, porque el trabajo es magnífico.

 

RAMÓN F. MERAYO

 

 

 

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