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Verdades incómodas en estos días (I): Día de la liberación



Fernando Perea
[colaboraciones].-

Adelanto al lector que, a pesar del ambiente bélico que nos invade, este puñadito de letras no va de la guerra de Putín, ni del sufrimiento del pueblo ucraniano. Va de otro tipo de sufrimiento -no comparable, vaya por delante- más cercano, más nuestro.

 

Será, previsiblemente, el 15 de julio de este año -viernes-. O, quizás, uno o dos días antes. Apunten la fecha en su calendario. No el 25 de julio, día de los Santiagos. Ni el 12 de octubre, aniversario del Descubrimiento de América. Tampoco el 2 de mayo, fecha simbólica de la rebelión antinapoleónica. Ni mucho menos el 18 de julio de los nostálgicos del dictador que hizo piña con Adolf Hitler y Benito Mussolinni (y que, en honor a la Historia, fue el 17 de ese mes).

 

No. El verdadero día de la independencia de los que viven en España será, en este 2022, el 15 de julio (día arriba, día abajo). Todos los años la Fundación Civismo hace público -según sus estudios- el llamado eufemísticamente Día de la Liberación. Es decir, que usted y yo -y el resto de los que viven en España- hemos trabajado de promedio 196 días del año para pagar impuestos y nos quedan 169 días para terminar el año para nuestro propio beneficio.

 

Cada año, según se pongan más o menos impuestos, la fecha se mueve adelante o atrás. Como ejemplos: en 2016 fue el 29 de mayo; en 2019 tocó el 23 de mayo; en 2020 cayó en el 26 de junio y el pasado 2021 nada menos que el 13 de julio. Conclusión: cada vez nos crujen más y mejor.



DIECISIETE VIRREINATOS

 

Así leído, dan ganas del reclamar el diezmo medieval que se pagaba a la Administración Delegada del Vaticano (la actual Iglesia, esa que sigue sin pagar el IBI en 2022, aunque tenga la jeta de participar con el 0,7% en el expolio fiscal del IRPF). O el llamado quinto del rey, con el que las distintas huestes cortesanas de los distintos monarcas hispanos saqueaban el oro y los tesoros que se desembarcaban de América.

 

Ahora se ha perfeccionado porque no hace falta quinto alguno para irse a Abu Dhabi -como hace el sinmérito Juan Carlos de Borbón-, con la recaudación bajo el brazo de las comisiones por el petróleo árabe que nos llega. Aún más, sus trinques fiscales que seguimos pagándole los súbditos de su preparao retoño.

 

Ahora daríamos más de un bote de alegría si solo pagáramos el 10% o el 20% de los días trabajados, en lugar del 62,9% que tasan los del think tank conservador de Civismo. Todavía puede ser peor si aplicamos la lupa territorial de los 17 virreinatos que conforman esta España.



DIFERENCIAS TERRITORIALES

Porque en 2021, un murciano se independizaba fiscalmente el 9 de julio. Ceutíes y melillenses, tres cuartos de lo mismo. En Madrid es el 14 de julio (los datos desmontan a la demagógica Isabel Díaz Ayuso). Un valenciano tiene que esperar al 18, mientras el catalán se ha buscado la desgracia él solito, elección tras elección.

 

Del tres per cent al pago de la fracasada ensoñación soberanista puigdemoniana, quedan ampliamente derrotados vía Waterloo. Tienen que esperar al día 21 de julio para ser independientes... en algo.

 

Al respecto de la igualdad fiscal entre los españoles, les recomiendo un libro humorístico de 1978. Se titula Constitución Española y dice cosas tan graciosas como que Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social (artículo 14).

 

O que Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho (artículo 47). No me digan que no es para troncharse de la risa.

 

ALTA IMAGINACIÓN FISCAL DE LOS GOBIERNOS

 

En España se ha pagado (y se pagan) impuestos por casi todo. El gobierno de turno piensa: ¿Qué no hay recaudación?... pues nos inventamos algo por lo que cobrar. Por ejemplo, una vez le pusieron un impuesto al autoconsumo de las placas fotovoltaicas (por utilizar el sol como energía).

 

La oposición a Mariano Rajoy Brey lo llamó impuesto al sol y el gobierno del señor de los hilillos lo disfrazó con el nombre de peaje de respaldo. La voracidad recaudatoria de la Administración abarca todos los órdenes de la vida diaria del ciudadano. Nos sangran con una imaginación digna de un guionista de series. ¿No lo creen? Pasen mañana por aquí -a la misma o a distinta hora-, que lo comprobaremos en la segunda parte de este artículo.

 

(CONTINUARÁ)

 

 

 

 

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