Chiclana malquerida. Crónica de un urbanicidio-I

No digo que nuestros Ayuntamientos no quieran a Chiclana, digo que la quieren mal, que no la saben querer.-

La quieren mal porque no han sabido cuidarla, no han sabido darse cuenta de que ciertos lugares de nuestro urbanismo no pueden destruirse; han permitido alterar sitios y edificios que tenían identidad propia. Pareciera que su urbanismo hubiera sido arreglado por gente que desconociera del todo lo que fueron sus calles y plazas, sus jardines, sus alamedas, sus árboles y sus ecosistemas.

Ni siquiera se les ocurre primar a los constructores para que reproduzcan fachadas de casas históricas que fueron demolidas, aunque solo fuese con instituir un premio anual. Están sordos, ciegos y no saben conjugar los verbos conservar, cuidar o rehabilitar, no existen para ellos, ni en sus planes.

Ni se plantean conservar lo autóctono de nuestra arquitectura urbana. Es como si vinieran de Marte y nada propio les agradara, sin memoria local, y su único afán fuese crear otra Chiclana a su medida, para alardear de sus planes que suelen olvidar lo poco que nos queda de la antigua Chiclana.

Aquí, todo parece hecho a la medida de una urbanización con pretensiones, de un lugar en cualquier sitio queriendo modernizarse, llamando la atención con arquitectura de ahora, cuando ese tipo de innovaciones nunca debieron introducirse en el casco histórico. No hay respeto. Es como si un Atila loco se hubiese propuesto no dejar nada de lo que es memorable en pie. Y cuando tienen que arreglar un edificio histórico se lo cargan de una manera u otra, desgraciándolo.

SALVAJADAS URBANÍSTICAS

Empezamos con la lista: 1-La casa de Briones -el museo- la vaciaron por dentro. No pudieron conservar su palaciega estructura original, como hicieron con la casa de los Pinillo en Cádiz, que fue totalmente renovada para exposiciones. Les da igual sobrepasar su antigua altura con un piso de más que daña la figura de su fachada. Debió ser obra de Benjumeda.

2-El Ayuntamiento lo llenaron de hierro mojoso, dejándolo como la cueva de Ali Babá y los 40 ladrones. A oscuras. Con un impacto visual desde Santa Ana que desluce la vista de la iglesia-convento de Jesús Nazareno. De paso tiraron la capilla del palacio de Risso y dejaron la calle Álamo con otro pegote negrucío.

3-La restauración de la ermita de Santa Ana se hizo sin que arqueólogos pudieran inspeccionar la tumba de Senarmont, el general napoleónico que enterraron allí los franceses. Cosas de la Junta de Andalucía. Para colmo se cargaron las rocas que había detrás de la ermita construyendo una casa adosada. Se perdió el más hermoso mirador natural de la bahía gaditana. ¡Ay, si Frasquita Larrea o Fée levantaran la cabeza!

4-La Casa del Obispo, de las Cuatro Esquinas, la vaciaron y se les cayó al propio ayuntamiento. Ya solo quedan tres esquinas. Allí vendía su pan el Magistral Cabrera antes de entrar en el seminario.

CHICLANA NO CUIDA SU PATRIMONIO, LO DESTROZA

5-Para la Plaza Mayor voy a usar una expresión malsonante y machungona: La agrandaron por cojones. ¡Como era chica! De paso derribaron la manzana de edificios más antigua de Chiclana. Eso sí, llenaron el museo de las piezas renacentistas (ca. 1500-1600 dC.) que allí se encontraron.

6-La Casa de la Florida, un edificio singular en nuestras latitudes, que parecía traído de Europa, pero de más al norte. La dejaron caer en la ruina. Se levantaron bloques de pisos y santas pascuas. Aquí no ha pasado nada. Solo quedó su araucaria como recuerdo esnortao.

7-El Balneario antiguo de Fuente Amarga, que hoy sería todo un reclamo para nuestro acervo como ciudad balnearia, se perdió. Era de la época de Eiffel, como la bodega de La Concha de Jerez. Hay que reconocerlo, Jerez cuida su patrimonio. Chiclana, poquito que tiene, lo destroza.

8-La Casa del Coto San José, se restauró y quedó como un chalet del Novo. Le pusieron un zócalo que no tenía y las pérgolas, que eran un añadido, las hicieron con vigas en extremo bien gordas ¿Para sujetar qué? La casa la repellaron lisa, muy lisa, a regla impoluta, así que perdió su aire del siglo XVIII. Un sitio histórico decorado como una guardería. Allí al inglés Grahan le hicieron su monumento (a ver si los ingleses se apiadan y nos devuelven Gibraltar) y a los españoles antiimperialistas Lapeña, Lacy,  Lardizabal… que les den.

DUDOSO ESTADO DE RUÍNA DEL PUENTE CHICO

9-La Plaza (el mercado de abastos) era junto con San Telmo, el otro edificio que le daba identidad y singularidad a esa calle. Cierto que era de principios de siglo XX, pero se tenía ganado su puesto en el imaginario de las chiclaneras y chiclaneros. Eso no cuenta para el Ayuntamiento.

¿No pudieron respetar su estructura, restaurarla, para hacer un mercadillo artesanal de productos de la tierra? ¿No pudieron al menos conservar su fachada, sus grandes puertas, en un ni pa ti ni pa mi? ¡No! y ahora, ¡venga plaza dura de las Bodegas!, hecha precisamente a base de desmantelar bodegas. A llenarla con actos programados por el Consistorio para limpiarse la mancha con Pan y Circo.

10- El Puente Chico de 1927, de la época de la Edad de Plata y del Andalucismo histórico, fue declarado en ruina por las autoridades franquistas. Yo desde luego dudo de los informes de aquella época de apaños. Sé que se desplomó la escalinata semicircular de la parte de La Banda -estaba adosada- y sólo tenía un pequeño agujero en su tablero. Dudo porque la pasarela que lo sustituyó, la hizo un familiar de un exalcalde de la época.

EL ARREGLO DE LA SOLEDAD

11- Por la puerta de la ermita de La Soledad no podían salir procesiones con palio, así que aprovechando que había que arreglarla, la volvieron a hacer de nuevo con una sola espadaña -¡señal de convento!- ¿Qué convento? Total, era del siglo XVI y estaba ya muy vieja. Sólo salvaron la lápida latina de la portada y la imagen de la virgen por fin pudo salir como las demás, bajo palio, y no sola con la cruz y el sudario, como siempre salió, imponente en su soledad.

A estas alturas tengo la sensación de que Chiclana fue diagnosticada por las autoridades franquistas y sus sucesores, de tiñosa y había que raparla, como se hacía en aquellos tiempos. Con la llegada de la democracia parece que también vieron oportuno darle ricino para purgarla. Seguiremos con la cuenta urbanicida en el próximo capítulo.

JUAN J. RODRÍGUEZ BALLESTEROS