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Sede Vacante (II)-De la tortura en la Sixtina a las comodidades de Santa Marta

FERNANDO PEREA [colaboraciones].-

El cambio sobre la tortura anterior al primer Cónclave del siglo XXI, fue introducido por normativa llamada Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis en 1996 por el antecesor de Ratzinger, el polaco Karol Józef Wojtyla -Juan Pablo II-. El papa que desafió uno de los dogmas conclavistas, al estar más de 26 años en el cargo fue elegido a la temprana edad de 58 años.

Los cardenales evitan elegir cardenal tan joven para ser el monarca del Vaticano, para no incumplir el humorístico -pero completo de significado- dicho romano: “Los cardenales han de buscar un santo padre... pero no un padre eterno”. Con el polaco, se olvidaron de ello. Wojtyla fue elegido en el último año de los tres Papas: 1978.

El 6 de agosto de ese año moría el cardenal italiano Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini -Pablo VI- y a final de agosto el encierro en La Sixtina fue penosísimo, con algún que otro desmayo incluido por la rigurosa temperatura del verano romano. En ese Cónclave fue elegido el último cardenal italiano que se sentado en la llamada Silla de San Pedro: Albino Luciani, que eligió el primer nombre compuesto de la historia papal.

Con el nombre de Juan Pablo, quiso homenajear a sus dos compatriotas anteriores: Montini (Pablo VI, papa de 1963 a 1978) y a Angelo Giuseppe Roncalli (Juan XXIII, de 1958 a 1963). Pero Luciani batió uno de los récords. Fue el décimo-primero en tener un reinado más corto de la historia. Solo 33 días. Murió sorpresivamente la madrugada del 28 de septiembre en su propia cama, en uno de los misterios más grandes de la historia reciente del Vaticano.

JUAN PABLO I, UNA MUERTE MUY OPORTUNA

No se le conocía enfermedad importante previa, y la norma que impide hacer la autopsia a un pontífice, dejó el terreno abierto a todas las posibilidades: desde la muerte natural (oficialmente se acudió al socorrido infarto de miocardio) hasta el posible magnicidio interesado.

En su breve mandato, Juan Pablo I dio señales de querer poner boca abajo algunas de las altas instituciones del Estado, como era el Banco Ambrosiano -especie de banco vaticano-, de enorme opacidad en todos los años previos. Suficientes enemigos no le iban a faltar a Luciani, de ahí que una muerte prematura fue muy oportuna para algunos en la Curia Romana (el gobierno de los Dicasterios -o ministerios- del Vaticano).

Como apunte al margen, la banca Ambrosiana quebró estrepitosamente en 1982 y su presidente, Roberto Calvi, apareció colgado de un andamio en un puente londinense el 18 de junio, no quedando claro si era un suicidio o un asesinato. No debía andar muy descaminado Luciani en sus sospechas cuatro años antes, con ese final bancario y de Calvi. Por cierto, Francis Ford Coppola en El Padrino III (1990) también novela/recrea este asunto.


Tocaba nuevo Cónclave en menos de dos meses. Y otra vez en fechas susceptibles de hacer calor en Roma. El 16 de octubre terminó la tortura de este segundo encierro de 1978, con la elección de Wojtyla (primer pontífice no italiano en cuatro siglos). El polaco tomó buena nota de todas esas penurias y ordenó construir el hotelito de la Casa Santa Marta en 1996 y promulgar la Universi Dominici Gregis para hacer más llevaderos los encierros a la cohorte de purpurados sexagenarios y septuagenarios.

CANONIZACIÓN EXPRÉS

Una cosa buena que hizo el polaco, entre un mandato eterno en el tiempo de más de un cuarto de siglo, con un perfil ultraconservador a medida que iba cumpliendo años en la silla. Se le eligió como un candidato reformador... y se reveló como un inmovilista notable.

Eso sí, su buena prensa de papa viajero le generó una canonización exprés cuyo expediente dejó preparado Ratzinger (bien cerrado y atado con un lacito) y fue firmada por Bergoglio a los cuatro meses de llegar (julio de 2013). No se atrevería Francisco a tumbar eso recién llegado a las arenas movedizas curiales, pues la habilidad de su predecesor alemán en unir los destinos de canonización de Juan Pablo II a los de Juan XXIII (los hicieron santos en la misma ceremonia en abril de 2014) le dificultó quitarle un inmerecido -o cuando menos prematuro- honor santoral a Wojtyla.

Sea como fuere, en este inicio de mayo de 2025 (día 7), tendremos el tercer Cónclave del siglo XXI. De los 252 cardenales todos pueden ser, en teoría, elegidos. Pero el número se reduce notablemente porque solo pueden entrar al Cónclave los que no hayan cumplido los 80 años el día que se declara Sede Vacante (el 21 de abril, día de la muerte de Bergoglio).

La práctica dice que el Papa entra al Cónclave como cardenal y sale como Pontífice, es decir, solo los electores son -en la práctica- elegibles. Así lo ha sido durante años y años. En este Cónclave de 2025 tienen derecho a entrar por cuestión de edad -tras la restricción por edad que puso en estas normas Pablo VI en agosto de 1966- un total de 135, aunque puede que se rebaje en dos o tres el número por cuestiones de salud.

UN VOTO ULTRA MENOS

El cardenal de Valencia Antonio Cañizares Llovera (que entraba en el Cónclave por los pelos, pues cumple 80 en octubre próximo) ya ha confirmado su ausencia. Y el sector ultra pierde así un claro voto. En 2009 dijo: “No es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios de Irlanda, con los millones de vidas destruidas por el aborto”.

En 2014 respecto de la equiparación legal del matrimonio gay, dijo que eran normas “irresponsables y suicidas, producto de las ideologías y cultura dominantes” o cuando en 2019 convocó una vigilia “por España y su unidad debido a la gravedad” de la situación derivada del procés soberanista catalán. No hace falta más para retratar ese voto ultra que se pierde en el Cónclave.

El perfil que deja vacante Jorge Bergoglio va a dar lugar a un claro partido entre las paredes de La Sixtina. Como a él le gustaría la metáfora futbolística, en su mandato: ha bajado el balón al suelo (centró el foco en los más pobres); ha cambiado el estilo de juego en la Curia Romana (abandonando lujos y boatos, predicando con el ejemplo hasta el último día, adoptando una modestísima tumba fuera de los muros vaticanos).

Ha repartido mucho juego entre los cardenales más periféricos (ha nombrado más cardenales no europeos que nadie en la Historia), ha dado grandes pases al hueco (declaraciones impensables para un Papa, abierto a colectivos nunca aceptados -divorciados, homosexuales, transexuales, etc.- y al cambio climático), pero ha marcado muy pocos goles.

LA MULTINACIONAL MÁS ANTIGUA DEL MUNDO

Aunque algunos bien importantes, como su firme postura antipedófila y antiabusos en la Iglesia y las sanciones a curiales muy peligrosos, como el cardenal italiano Giovanni Angelo Becciu al que procesó por corrupción con la administración de dinero vaticano. Bergoglio ha iniciado muchos caminos y ha abierto muchos debates que corren riesgo que queden en debut y despedida si no hay continuidad tras él.

La Iglesia es la multinacional más antigua del mundo, con una inercia casi nula a la evolución que la propia sociedad realiza con el paso del tiempo. Hacer cualquier pequeño avance es tarea titánica con una manada numerosa de inmovilistas curiales alrededor. Y doce años en la silla vaticana es solo un segundo en la historia de la entidad central del mundo católico.

Cada mucho tiempo, el Vaticano da figuras verdaderamente admirables. Desde pequeño oí hablar a mi padre del Papa de la sonrisa, del Papa bueno: el cardenal Roncalli -Juan XXIII-. Un Papa que, hasta para tomar nombre, fue un rompedor: eligió el nombre de un anti-papa (un intruso, según la historia) para borrar ese baldón en la lista de ocupantes del trono Vaticano.

AL PAPA FRANCISCO LE FALTÓ EL CONCILIO VATICANO III

Un verdadero gigante que, en cinco años de ocupación de la silla, pudo iniciar el mayor cambio real de la historia de esa iglesia: el Concilio Vaticano II. No pudo verlo terminar. Y posiblemente el Concilio tuvo algunos menos avances por ser Montini -Pablo VI- quien desde la silla vaticana heredada de Juan XXIII, lo cierra. Al Papa Francisco le ha faltado hacer una obra colosal como hubiera sido el tercer Concilio Vaticano.

En su descargo, de haberlo hecho al principio de su mandato hubiera sido un fiasco, con un Colegio Cardenalicio trufado de cardenales nombrados por tan avanzados predecesores como el polaco y el alemán. Y ya, en sus últimos años, su fortaleza física estaba bastante mermada para el intento (algo que le importó un pito a Roncalli y no le arredró a pesar que llegó al pontificado con 77 años y muy castigado de salud, mientras que Bergoglio llegó con 76).

Esto sí que no es discutible: las formas, maneras, expresiones entre bromistas e irónicas, simpleza y calidez de Francisco, no las habían visto los muros vaticanos en 50 años, justo desde que Roncalli muere en 1963, con la salvedad de los 33 días de Juan Pablo I (que apuntaba a un papado parecido a este mismo perfil, pero que duró un verdadero suspiro). 

http://puentechico1.blogspot.com/2025/05/sede-vacante-1-el-unico-rey-que-se.html

(Continuará)

  

2 comentarios:

  1. Gran artículo de nuevo. A por el tercero. A ver en que acaba esto.

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  2. Simplemente MAGISTRAL

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