Condenados a la dictadura de los corruptos
Félix de la Fuente [colaboraciones].-
Salvo
un corto periodo, los españoles hemos pasado de la dictadura militar a la
dictadura de los partidos polĂticos. Es decir, por mucho tiempo que haga que
esté prohibida la esclavitud, los métodos y sistemas esclavistas no han
desaparecido. Nuestros sistemas electorales son esclavistas, pues no podemos
elegir más que a quienes nos proponen los partidos polĂticos y en el orden que
ellos quieren.
El
sistema impositivo o fiscal es esclavista. Nos sangra al máximo sin que apenas
nos den nada a cambio. Hasta el Defensor del Pueblo, es decir a nuestro
defensor, nos lo imponen ellos. ¿Acaso los sucesivos gobiernos no nos están
poniendo en venta a los ciudadanos, al hipotecarnos de por vida con deudas
astronĂłmicas, y no principalmente para resolver los problemas sociales, sino
para para gastarse el dinero en prostĂbulos y para otros fines espurios, como,
por ejemplo, comprar estĂłmagos agradecidos que los voten?
En
España tenemos corrupción a manta, enchufismo y amiguismo a manta,
falsificaciĂłn de estudios a manta y tergiversaciĂłn de las noticias, o fake
news, a manta. Y, por si fuera poco, hemos llevado la corrupciĂłn a las
instituciones europeas. No, no nos llevemos las manos a la cabeza por los casos
aislados de corrupciĂłn. Es el sistema
polĂtico lo que está corrupto.
Quizás
no todos los polĂticos estĂ©n implicados en los casos de corrupciĂłn, pero desde
el momento en que una persona se afilia a un partido polĂtico, y mucho más si
ocupa un cargo polĂtico y se calla, se está haciendo cĂłmplice de la corrupciĂłn,
porque sabe que tarde o temprano su partido terminará en la corrupción.
VENDER
A ESPAÑA POR UN PUÑADO DE MONEDAS
¿QuĂ©
los polĂticos no son capaces de vender a España por un puñado de monedas? A los hechos me remito, y la historia ya se
encargará de echárnoslo en cara: a unos por actuar y a otros por callar. No es
de extrañar que la desconfianza de los ciudadanos frente a la casta -sĂ, casta-
polĂtica sea absoluta.
La
desconfianza en las instituciones debe de ser muy grave cuando se han puesto
denuncias de prevaricaciĂłn hasta contra miembros del Tribunal Constitucional.
Pero ¿nos puede extrañar que se haya llegado a tal estado de desconfianza,
cuando los miembros de ese tribunal – no sĂ© si todos- han sido nombrados por
los partidos polĂticos e incluso algunos han ocupado el cargo de ministros?
NingĂşn
partido quiere organismos de control independientes, porque esperan que, cuando
les llegue la hora de gobernar, nadie los pueda vigilar. NingĂşn partido
polĂtico quiere la independencia de los jueces. “Si yo te he nombrado juez,
no vas a ser tan desagradecido que no lo tengas en cuenta cuando se presente el
momento. No vas a ser tĂş el que contradiga la sabidurĂa popular que dice que “no
se debe morder la mano que te da de comer”.
Pon tu comentario