Nos creemos millonarios

La inconsciencia y el derroche no entienden de clases en nuestra cultura de la opulencia. No podemos excluirnos de la Biodiversidad que nos rodea tan fácilmente, a pesar de nuestra capacidad para utilizar el raciocinio, pero cada dĂa estoy convencido de lo parecido que somos a un pavo real, mostrando nuestras plumas a travĂ©s de “Un Mercedes Benz en vez de un Twingo”. Esta frase se la he robado a un chofer de autobuses interurbano, que culpaba de la recesiĂłn a todos aquellos que amueblaban su piso antes de tenerlo.
A pesar de nuestra inteligencia no escatimamos en consumir y sustituir vorazmente. Los muebles no tan viejos acaban en la basura, asĂ cuando vengan Padres, amigos y cuñados de visita, “me tengan en alta estima”. De aquĂ surgen todo tipo de chorradas IKEA. El conductor de esta reflexiĂłn econĂłmica, con circuncisiĂłn exacta, sin soltar el volante, saco sus vĂsceras con: “Es que nos creemos millonarios”. Sin duda, este profesional de la M-30 metiĂł una marcha más a la teorĂa del zoĂłlogo Karl Von Frisch galardonado con un Premio Nobel por su teorĂa, donde expone que las abejas usan un baile especial, como mensaje codificado, para guiar a otras abejas a las

No podemos meter en este saco crediticio como despilfarradores a los que solicitan liquidez para producir, o a los que piden la hipoteca de su futura vivienda, pero sà podemos decir que la ley del mercado está purgando a los que quieren tener lo que no pueden y a sus parásitos de interés variable.
(la viñeta es de Forges)
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