La erótica del no poder

En realidad, creo que el que se queda a un paso del triunfo absoluto es, en el fondo, un personaje trágico. Mucho más, desde luego, que aquel que ni siquiera se plantea vencer, ya sea por imposibilidad o por falta de ganas.
Sería divertido crear una galería de personajes trágicos de la sociedad moderna por oposición a los trágicos clásicos. Ya no hay dioses que jueguen con los humanos, ni que los pongan a prueba, tampoco oráculos que los despisten. Incluso las reglas morales, que son las reglas del juego en sociedad, parecen haber cambiado.
Por eso siempre consideré injusto ese momento decisivo en la vida de una persona en el que, después de luchar, tiene que decidir a una sola carta si es un triunfador o un fracasado. Y siempre pensé que justo antes de jugársela merecería la pena abandonar, decir algo así como "hasta aquí he llegado y prefiero que se me valore por ello antes que arriesgarme al fracaso". Nadie piensa como yo, sin embargo. El que no se arriesga no gana y el caramelo del triunfo y la gloria es demasiado dulce como para ser rechazado. Si alguien renunciara a las puertas de la victoria, se le llamaría cobarde.
Así está el mundo, que por cada triunfador contiene miles y miles de "valientes" fracasados.
Pon tu comentario