La historia nos juzgará

Aquella idea cambiaría el mundo. Lo supo en cuanto le pasó por la mente, como un destello, como un fogonazo de luz. Era una idea genial, revolucionaria e innovadora, y tan sencilla de comprender... ¿cómo no se le había ocurrido a nadie antes?
El mundo tenía arreglo, y era tan fácil como un juego de niños.
Y en el año 5000 su nombre aparecería en los libros de historia junto con el de otros inmortales que contribuyeron con sus hechos o sus pensamientos, pero ningún nombre estaría escrito en letras tan destacadas como el suyo.
Y su biografía, cargada de errores por el paso del tiempo, manipulada por los siglos hasta convertirse en un abstracto ideal, rezaría algo así cómo: "Y fue el día tal, a tal hora, que fulanito recibió la revelación que cambiaría su destino y el de toda la humanidad". Ese día, ni que decir tiene, se convertiría en día festivo para conmemorar el hecho y agradecer que realmente sucediera.
Sólo faltaba hacer pública su idea. La gritaría a los cuatro vientos. No, mejor la escribiría. Uf, qué pereza le daba... Bueno, mejor se la diría a alguien para que ese alguien la extendiera, no en vano él había sido el creador, y era justo descansar después de la creación y dejar que mentes menos brillantes se sintieran también parte del asunto...
Así que decidió guardarse la idea para cuando realmente hiciera falta y él tuviera ganas de contarla. Total, nadie iba a arreglar el mundo antes que él, nadie hasta que él decidiera que era hora de poner manos a la obra.
Incluso llegó a pensar que, en este mundo de envidiosos, casi sería mejor no dar a conocer idea tan brillante como aquella que, de hecho, ya empezaba a desvanecerse en su mente, pues los fogonazos tampoco son eternos...
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