EDITORIAL - julio 2009

Por fin, siete meses después de que el alcalde se saltara la ley y despojara de todos sus derechos a los concejales José Pedro Butrón y José Antonio Blanco, un juez ha vuelto a poner en su sitio a este político y a los dirigentes de Izquierda Unida a nivel provincial y regional. Siete meses después, los dos ediles citados han recuperado los derechos que tenían y que nunca debieron perder, ya que para que esto ocurra deben existir documentos que lo justifiquen, legalmente claro, que en este asunto nunca existieron.
Que el máximo dirigente de un partido (Diego Valderas) diga antes de las elecciones que José María Román y el PSOE de Chiclana son corruptos y que hay que acabar con ellos, que oiga (como sus compañeros Ignacio García, Antonio Roldán y Manuel Cárdenas) a su candidato a la alcaldía decir que “ROMÁN, CON LOS VOTOS DE IZQUIERDA UNIDA, NUNCA SERÁ ALCALDE” y que luego salgan diciendo que hay que pactar con los que ellos llamaron corruptos, clama al cielo.
La vergüenza y la ética debería estar por encima de todo, pero estos dirigentes, como otros muchos, han demostrado que no tienen vergüenza ni ética, de ahí los cismas que han creado y siguen creando en Izquierda Unida.
Sabían que no estaban expulsados y aun así no tenían reparo en decir una y otra vez que ya no pertenecían al partido, que no los representaban, llegando a amenazarles con acudir a los juzgados. No hizo falta. Butrón, Blanco y otros miembros de la Asamblea Local de IU fueron al juez y demostraron que seguían siendo los únicos representantes legales del partido y que la gestora, creada ilegalmente por los que deben respetar la ley y que sabían que la estaban incumpliendo, no estaba legitimada para hablar en nombre de Izquierda Unida en Chiclana.
Dos años han estado diciendo que estaban expulsados, no dudaron en acoger a una concejala declarada tránsfuga por petición propia y la del PSOE cuando apoyó la creación del cuatripartito conjuntamente con Butrón. Mientras éste era declarado non grato para la organización, Nadine Fernández era encumbrada a lo más alto y puesta al frente del partido a pesar de no ser militante y no tener ni idea de política. Lo único importante es que ella sí apoyaría a quien un año antes no lo hizo y el PSOE –su amo y señor (de IU)- podía recuperar la alcaldía.
Román y los socialistas ya no eran corruptos y se podía pactar con los que ellos tanto criticaron. Siguieron diciendo que Butrón había apoyado a la derecha, pero en más de treinta localidades andaluzas IU apoyó al PP, dos en Cádiz, y en ninguna de ellas se echó a sus concejales ni se creó una gestora, siendo algunos de los motivos aducidos por el juez para fallar a favor de Butrón y compañeros, alegando discriminación.
A IU y al PSOE lo único que les importa es seguir mamando de la ubre política, a costa de lo que sea, de ahí estas componendas. Si Valderas, Roldán, Barroso, García y Cárdenas tuvieron un mínimo de vergüenza política ya deberían haber presentado la dimisión. Ellos son los culpables del fracaso de IU, de que cada vez tengan menos votos, concejales y alcaldes en Andalucía y donde los consiguen, sin su ayuda además, los persiguen por no lamerles el trasero a los socialistas como hacen ellos.
Y Román, siguiendo con su falta de respeto a la ley, sigue manteniendo en el grupo municipal a Nadine, cuando un juez acaba de decir que las decisiones adoptadas por la Asamblea Local, ahora restituida, eran legales y, por tanto, la expulsión de Fernández del grupo. Esta cabezonería del alcalde más intolerante que hemos tenido le va a servir de poco, aunque mientras devuelve lo que quitó a Butrón, el tiempo pasa.
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