Kropotkin y las líneas de pensamiento convergente

Alguien me dijo una vez que había leído a Kropotkin y que se había sorprendido de encontrar en sus escritos ideas que él mismo ya había tratado de desarrollar años atrás, en su juventud.
No lo dijo, no obstante, como quien se siente decepcionado al comprobar que sus ideas no eran originales, que otro las había pensado ya mucho tiempo antes, sino como quien se alegra al demostrar que líneas de pensamiento coherente terminan, lógicamente, por converger.

"Sólo que Kropotkin lo llamaba "revolución social" o "anarquismo"", comentaba, "mientras que yo lo llamé "utopía"".
Eso sí, no sé si Kropotkin tuvo tiempo también de extraer estas conclusiones: "Pero no habría manera. La utopía es la utopía. Será difícil de creer, pero la gente no admitiría trabajar menos tiempo por una cómoda vida de clase media con lo imprescindible garantizado y ciertos lujos, no todos, a elegir. Todos quieren creer que si se matan a trabajar serán ricos, y por eso en cuanto tienen dos duros los empeñan en cosas que luego no pueden terminar de pagar. Es triste, pero nadie querría trabajar menos. Entre tiempo y dinero, todo el mundo termina por engancharse al segundo".
Y esto último lo decía con un rostro de absoluta decepción. Su utopía había fracasado antes de nacer y él, quizá como Kropotkin, nunca llegó a entender por qué.
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