Desde la India - 6 [REPORTAJE]
Siempre me llamĂł la atenciĂłn Bombay. No sĂ© por quĂ©, tal vez sea por la publicidad que tiene, por el cine de Bollywood, por lo que haya escuchado o, tal vez, por aquella canciĂłn de Mecano que solĂa escuchar en la radio hace ya años. Sea lo que fuere, desde que lleguĂ© a la India, pensĂ© que Ă©ste serĂa uno de los lugares que querrĂa visitar. Y allĂ me fui.
Bombay es una gran isla junto a la penĂnsula de Industán, conectada a la India por varios puentes. Es la capital del estado Maharashtra. SegĂşn se dice en India, Bombay es otro mundo. PodrĂa serlo si lo comparara con lo poco que conozco de este paĂs. Y creo que lo es. Es una ciudad en la que desde el siglo XIV ha pasado de mano en mano, de hindĂşes a musulmanes, a portugueses y por Ăşltimo los británicos hasta hace 60 años.
LleguĂ© a Bombay por la noche. Mi aviĂłn, como de costumbre, se retrasĂł unas horas. Como era tarde, esa noche la pasĂ© en un hotel bastante arreglado, limpio y aparentemente en una zona tranquila sin muchos ruidos. Aunque los ruidos tambiĂ©n vienen del cielo. A media noche, un inmenso estruendo me despertĂł, haciendo temblar casi las paredes. Ésa era una zona que los aviones sobrevolaban al despegar. Evidentemente, me mudĂ© al dĂa siguiente. Y de ahĂ me fui al sur de la ciudad, al otro extremo de la isla, en la bahĂa Back, donde se encuentra la playa Chowpatty.
LA PLAYA, LUGAR DE ENCUENTRO
Es una playa atractiva, en una zona en la que empieza a notarse el ruido, el movimiento y la vida de esta ciudad con todos sus contrastes. Esta playa estaba normalmente muy concurrida, sobre todo por las tardes. Me dio la sensaciĂłn de que era un lugar de encuentro de las familias y grupos de amigos. Parece que ir a la playa era como ir al parque, sentarse en cualquier lugar en la arena y pasar la tarde en compañĂa. No vi a nadie con bañador y toalla y dándose un baño, muy pocos. Y no porque no hiciera calor.
Quienes estuvieran bañándose era Ăşnicamente para refrescarse los pies, remangándose los pantalones y que el agua del mar no pasara de las rodillas. Y cĂłmo no, los cuervos eran un grupo más que tambiĂ©n pasaban la tarde por allĂ. Muy descarados, revoloteaban atentos para pillar algĂşn resto de comida que alguien dejara. Pero más sorprendente aĂşn fue para mĂ mirar al cielo y verlo repleto de águilas que, como cometas en el cielo, volaban en cĂrculo en las tardes de playa.
Caminando de un lado para otro, deseando entremeterme por todas las calles di con un lugar muy curioso. De cara al mar me topĂ© con una mezquita construida justo en el mar y que la une a tierra un camino de piedra de casi unos 500 metros. Es la mezquita de Aji Ali y está toda revestida de mármol, aunque ahora mismo se encuentra en proceso de restauraciĂłn. Una plaza la rodea, donde los que van a rezar despuĂ©s suelen reunirse para cantar y comer en grupo. Es un lugar muy concurrido. Luego, tal vez lo más impactante en todo el camino que lleva a la mezquita es encontrarlo lleno de mendigos, y la mayorĂa de ellos con uno o más miembros amputados.
CRĂŤQUET
En esta zona de la bahĂa se aprecia mucho la influencia de las culturas que pasaron por este lugar. Los edificios más actuales, de hace unos dos siglos, tienen una mezcla arquitectĂłnica muy interesante, entre hindĂş, musulmana y colonial británica. Hay un lugar que es realmente atractivo. En medio de dos largas avenidas existe un inmenso parque que puede tener la extensiĂłn de dos campos de fĂştbol. Un espacio abierto rodeado de árboles. Ideal para tirarse, dormir, mirar al cielo o ver como grupos de chavales juegan al crĂquet.
Tantos son los que juegan que, aparentemente, fácil era que entre unos y otros, al lanzar la pelota se confundieran en atrapar la que pertenecĂa a otro grupo. Me quedĂ© en una ocasiĂłn prestando atenciĂłn durante un buen rato, pero no, creo que ya están acostumbrados a jugar tan aglomerados que saben hacia dĂłnde va a salir disparada su pelota. En este parque el tiempo no se contaba. Y no se contaba porque en uno de los lados de Ă©ste se encuentra una iglesia con una torre muy alta, con un reloj marcando con una melodĂa de campanas, las medias y las en punto en todo momento.
GANDHI
Supe que Mahatma Gandhi pasĂł parte de su vida en Bombay. VisitĂ© la casa en la que Mahatma estuvo viviendo desde 1917 a 1934 y desde donde tambiĂ©n luchĂł por la independencia de la India del imperio británico a travĂ©s de los ideales de verdad y no-violencia. Es una casa de estilo colonial de dos plantas. A la entrada, un pasillo lleva a una sala en la que, al fondo, un gran busto de piedra, retrato de Gandhi, da la bienvenida al visitante. Rodean las paredes de esta sala estanterĂas llenas de incontables libros, la mayorĂa muy antiguos.
En la primera planta, una muestra fotográfica cuenta en imágenes momentos de su vida y de su lucha. Recortes de periĂłdicos, escritos y cartas a sus amigos y personalidades de la Ă©poca. Como las dirigidas al presidente norteamericano Roosevelt y al mismĂsimo Hitler. En la que le escribe a Hitler, muestra su descontento por las ideas que el dictador estaba llevando a cabo, y de seguir asĂ, el temor de un conflicto bĂ©lico a escala mundial, que luego, todos sabemos lo que pasĂł. De manera muy educada y respetuosamente, le pide que piense muy bien lo que está haciendo.
DESAPROBACIÓN DE LAS GUERRAS
A Roosevelt le habla de su desaprobaciĂłn por el conflicto que ya ha empezado. Le dice que quĂ© libertad es por la que lucha EEUU cuando en su propio paĂs existe todavĂa racismo y discriminaciĂłn hacia la comunidad negra. India y los indios no pueden participar en una guerra por la lucha de la libertad cuando India está aĂşn sometida bajo el yugo británico. Y muestra tambiĂ©n su condena y reproche a la administraciĂłn británica que somete a la India; sin embargo, aprecia enormemente al pueblo británico.
El segundo piso era donde Gandhi se dedicaba a su trabajo además de a su vida privada. La habitaciĂłn en la que dormĂa y trabajaba se ha conservado tal cual. Un colchĂłn en el suelo rodeado de un pequeño escritorio de baja altura, su rueca con la que hilaba el algodĂłn con el que luego tejerĂa su propia ropa. Además, artĂculos de uso personal como un abanico de esparto, sus sandalias de madera entre otros. La habitaciĂłn daba al balcĂłn en el que solĂa dormir y orar.
Una inscripciĂłn me llamĂł la atenciĂłn de manera significativa. DecĂa Gandhi que defendĂa la lucha por la igualdad entre el hombre y la mujer. Aprueba que la mujer desempeñara trabajos y posiciones que habitualmente suelen ser del hombre. Sin embargo, de la misma manera que el hombre y la mujer son diferentes entre sĂ, y fĂsicamente es la prueba más evidente, entiende que hay determinados roles que son más propicios para la mujer y otros para el hombre.
RFG
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