Desde la India - 7 [REPORTAJE]
CalcutaMe fui a Calcuta a pasar un fin de semana. Siguiendo con mis aventuras con los hoteles, si en KatmandĂş fueron los cuervos y en Bombay los aviones, en Calcuta me hospedĂ© en un hotel que, al principio, sin darme cuenta, estaba enfrente de una mezquita. Y si la India sin ruido serĂa menos India, la llamada para encontrarse con Dios, tambiĂ©n tenĂa que hacerse notar. A las cinco de la mañana los altavoces de esa mezquita, esos que tienen forma cĂłnica y que producen un sonido muy estridente y metálico, hacĂa sobresaltar hasta el mismo Dios.
Si hubo algo de la ciudad de Calcuta que me llamĂł la atenciĂłn fueron los taxis. Son coches de color amarillo con una raya azul a los lados y tan llamativos que no pasan desapercibidos para nadie. Un coche muy sencillo que, a cualquiera, le puede recordar una Ă©poca pasada. Es un modelo que se creĂł hace 50 años y que hasta el dĂa hoy aĂşn se fabrica con el mismo diseño.
Tanto reconocimiento y fama tiene en la India, que es incluso el vehĂculo oficial para polĂticos y personalidades importantes. Y su nombre habla del prestigio de este coche, Ambassador (embajador). En Calcuta, vayas por donde vayas, se pueden encontrar por decenas.
Me encontraba paseando por una de las calles que rodean al mercado nuevo. El cielo se estaba nublando y oscureciendo, presagiaba lluvia en corto tiempo, aunque algunas gotas ya estaban cayendo tĂmidamente. DecidĂ buscar entonces algĂşn sitio donde resguardarme del chaparrĂłn que más tarde vendrĂa y me quedĂ© debajo de una terraza que rodeaba al mercado. Los tenderetes callejeros que estaban alrededor se preparaban a cubrir sus mercancĂas antes de que llegara la lluvia.
PUJA
En esa terraza pasaba bastante gente de un lado para otro y entre ellos, de repente, apareciĂł una niña de piel morena, con cicatrices en la cara, el pelo desaliñado y descalza. Llevaba en una mano una caja pequeña con abalorios de plástico. Era su mercancĂa de venta. Se me acercĂł sonriendo y me pidiĂł que le comprara algo. Yo, sin prestar demasiada atenciĂłn al muestrario que llevaba le dije que no. Y lo curioso es que ella no me insistiĂł, sino que empezĂł a hablar conmigo, lo tĂpico, cĂłmo te llamas, de dĂłnde eres y quĂ© haces en Calcuta. Luego continuĂł hablándome de ella.Se llama Puja, tiene ocho años y vivĂa en la calle con su madre, su hermana mayor y su niño de unos meses, dos hermanas más pequeñas que ella y un perro. Me señalĂł orgullosa el rincĂłn de ese pasillo donde dormĂa. DecĂa que al menos estaba resguardada de la lluvia. Me dijo que iba al colegio y la creĂ, porque hablaba muy bien inglĂ©s y componĂa las oraciones gramaticalmente muy correctas.
MENDICIDAD
Luego me pidiĂł que le comprara comida y que no querĂa dinero. Le dije que sĂ, pero lo que le comprara serĂa ya cocinado para comerlo en el momento. Con esto hay que tener cuidado, ya que muchos mendigos que piden comida envasada, una vez que el buen samaritano se aleja, vuelven a la misma tienda a cambiar lo comprado por menos dinero de lo que costĂł hacĂa diez minutos.Hay una gran mafia de la mendicidad en la India. Sin embargo con Puja no fue asĂ. Fui con ella a un puesto ambulante y le comprĂ© arroz con pollo, aunque despuĂ©s de diez minutos de que me lo pidiera ya no fue sĂłlo almuerzo para ella Ăşnicamente, sino tambiĂ©n para el resto de su familia, aunque sin contar al perro.
POBREZA, MISERIA, OPULENCIA Y DESPILFARRO
Hay muchĂsima mendicidad en Calcuta, mucha miseria y mucha gente viviendo en la calle. Es tan normal que, caminando por la calle, a veces se pase por el lado de alguien despatarrado durmiendo en el suelo. Y tan normal es que se bañen en la calle con un cubo, un cazo y los que son más pudientes usen hasta jabĂłn. Se puede entender por quĂ© la madre Teresa de Calcuta se quedĂł a dar su vida entre los más pobres en Calcuta.La pobreza y la miseria son tan comunes en la India que ya ni siquiera llaman la atenciĂłn entre tanta opulencia y despilfarro que tambiĂ©n se encuentra, al menos por lo que yo estoy viendo y puedo dar fe de aquĂ, la India. De entre aquellos que duermen en la calle, los taxistas son los privilegiados ya que, al menos, pueden dormir dentro del coche. Aun asĂ, sea como sea, lo que estoy viviendo de la India no deja de ser muy interesante y enriquecedor.
RFG





Me encanta tanto leer estos artĂculos... Niñas felices por simples detalles, un plato de arroz y un callejĂłn donde refujiarse junto a su familia, el mayor placer que existe, al menos para mĂ, es poder ayudar a esas personas, y ver la forma en la que te responden, una sonrisa de oreja a oreja. Que bonitos son, muchos ingenieros o medicos deberian de aprender tantas cosas de ellos...
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