EL ENÉSIMO FIN DEL MUNDO (2012)

César Bardés [colaborador]
Después de los desastres de Independence day y El día de mañana, Roland Emmerich, autor de este engendro, debería cambiar un poco de rollito ¿no? Qué obsesión tiene el tío con el Apocalipsis y la destrucción del mundo y arrasar la Casa Blanca con lo primero que tiene a mano, ya sea una nave espacial de malos humos o un portaaviones que anda por allí. Es que, de verdad, ya cansa. Y más si el fulanito se tira dos horas y media para contarnos la huida de unas personas que huyen y que además están huyendo. ¿Hacia dónde? Hacia un nuevo amanecer, claro.

Durante la travesía, por supuesto, hay que romperlo todo a lo bestia. De cine, poco. De espectáculo, cataclismos a mansalva. Agujeros en la tierra, movimientos de placas tectónicas, olas gigantes, sentimentalismo facilón, mezquindad humana (que eso sí que es una catástrofe), volcanes por doquier. Y encima, el perrito que es horrible y que es la causa por la que alguien se juega la vida esperando que corra, etcétera, etcétera, se llama César. Como le coja al Emmerich le voy a poner el Roland de corbata.
Eso sí, como la destrucción es total, el godo se arriesga a decir que el nuevo orden mundial residirá en los hombres de ciencia y no en el dinero, que es lo que ha imperado en la época que nos ha tocado vivir. Y para eso construimos unas cuantas arcas de Noé (como se lo digo, aunque no me crean), metemos unas cuantas parejitas de animales dentro y que la Madre Naturaleza se encargue de hacer una selección por su cuenta y riesgo cuando el hombre, seamos sinceros, no merece segundas oportunidades.
El argumento es la verdadera utopía en esta película. Tope de infografía a raudales pero ¿saben qué? Cuando llevamos una hora y diez minutos de película, uno ya está hasta el píloro de ver cómo se destruye todo y hasta incluso desea que le cuenten una historia. No sé, aunque sea pequeñita, aunque ello signifique que haya algo de interpretación en todo este reparto de campanillas que se mueve a lo largo y ancho de la película. Ahora bien, si dejo que se ahogue el disfraz de crítico tengo que decir que el público se lo pasa en grande con tantas cosas rotas (signo inequívoco del instinto depredador que nos domina). Pero lo cierto es que no hay nada que destacar en algo que es tan rutinario como previsible, tan mediocre como grandioso y tan malo como aburrido. Así que nada, prepárense para el enésimo fin del mundo. Si es así como va a ocurrir, yo me dejo engullir por una de esas olas gigantescas del tamaño del Himalaya y que vaya otro desgraciado a ver el tostón apocalíptico de turno.
César Bardés
SHERIFF 66 SAY
ResponderEliminarPUES SI , OTRA TIPICA AMERICANADA DONDE EL HEROE
MADE IN USA SALVA A ESTA HUMANIDAD QUE NO MERECE OTRA COSA QUE EL ARMAGEDON , COMO EN LAS CORRIDAS DE EXPECTACION , CORRIDA DE DECEPCION VALGAME EL SIMIL TAURINO SI ME LO PERMITEN , ESO SI EFECTOS ESPECIALES A TUTIPLEN.
SALUDINES