Esa cosa llamada moral

Érase una vez un empresario que se metiĂł en negocios de transporte. Junto con un socio se sacaron de la manga una nueva aerolĂnea en el momento en el que el sector acababa de liberalizarse. Con una profunda ¿visiĂłn? de futuro, intentaron hacerse con un pedazo del pastel que suponen los vuelos transoceánicos con destino a SudamĂ©rica, unos trayectos muy golosos para las compañĂas aĂ©reas puesto que son miles los inmigrantes que cruzan el charco y miles los españoles que hacen el trayecto inverso para conocer aquello que una vez fue “nuestro”.

El caso que llegado el momento, uno de los socios de esa compañĂa llegĂł a ser elegido presidente de los empresarios españoles. El techo de su carrera adonde habĂa llegado rápido, rápido. Probablemente no en uno de sus aviones. Desde la poltrona patronal aconsejaba en tiempos de vacas flacas al presidente del Gobierno, a los sindicatos, a sus compis empresarios y al sursum corda, que habĂa que acudir a la reforma laboral y al abaratamiento del despido como soluciones urgentes para acabar con la crisis. Y todo lo decĂa muy serio y con la conciencia tranquila que otorga el creer que otros piensan como tĂş. Lo que pasa es que casi siempre predicaba en el desierto porque el presidente hacĂa oĂdos sordos y los sindicatos se hacĂan cruces cada vez que el dueño de la aerolĂnea tomaba la palabra.
Desde la posiciĂłn que da el verse dueño del cotarro empresarial, este señor hablaba de austeridad en el gasto pĂşblico, criticaba la mala gestiĂłn del Gobierno y alababa a quien creĂa que lo podĂa hacer mejor. Pero de lo suyo no hablaba. Porque lo suyo resulta sangrante. Una compañĂa en práctica bancarrota que aunque alentada por la crisis del sector, algo tambiĂ©n tendrá que ver la escasa eficacia en la gestiĂłn, unos sueldos que no se pagan desde hace cinco meses, huelgas anunciadas desde todos los frentes sindicales, pasajeros que han comprado su billete de esa compañĂa y que ven cĂłmo los problemas laborales de los empleados repercuten en un penoso servicio tanto en aeropuerto como dentro de los aviones de la compañĂa.
Ésta es la “casa” del señor que quiere arreglar el paĂs con sus “prácticas” soluciones. Un personaje que sin ningĂşn pudor representa lo peor de la clase empresarial, que dicho sea de paso no se merece tener como representante a alguien asĂ, puesto que empresarios los hay muchos y cumplidores con la decencia establecida por ley. Con la que está cayendo (fuera y en su casa), no sabemos a quĂ© juega el presidente de la CEOE. Gerardo DĂaz Ferrán está aĂşn desplegando alas como representante de la patronal. Lo malo es que nada más iniciado el viaje, quiere impedir a sus propios trabajadores un pasaje hacia una vida normalizada en una empresa que desde el principio está cayendo en barrena. Y eso, para algunos como DĂaz Ferrán, entra dentro de lo moral.
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