Jaque mate

Los dioses se sentaron alrededor de la mesa, pidieron unos tragos y comenzaron el juego. En el centro, sobre un tapete en perfecto estado, el gran tablero del mundo. Ni era la mejor partida de la historia, ni la partida más larga jamás jugada. Era una partida más, unos milenios echados a suerte, un entretenimiento para seres inmortales.

Y allà abajo preguntándose por el sentido de la historia, y por el futuro de la especie, y por la verdad absoluta, y por el fin del mundo.
Cualquier dĂa uno de los dioses se enfadarĂa por cĂłmo transcurrĂa su partida, volcarĂa el tablero y se acabarĂa el mundo. Los demás le reprocharĂan con cara de enfado su gesto, pero no serĂa un reproche severo. HabĂa tiempo de sobra para comenzar una sesiĂłn diferente.
AsĂ habĂa sido siempre, ¿para quĂ© cambiarlo?
Muy bueno.
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