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John Baker, director de efectos especiales de grandes cineastas, nos acercó a este fascinante mundo

“Los efectos especiales de mi época eran más reales, los de ordenador se notan y hacen perder la emoción”

Chiclana volvió a vivir uno de esos momentos inesperados por la presencia de uno de los maestros del cine mundial, John Baker, director de efectos especiales de Steven Spielberg y George Lucas entre otros muchos realizadores, que logró un Oscar por “El imperio del sol”, una obra considerada menor dentro de la filmografía del niño prodigio de Hollywood, pero que el paso del tiempo le ha ido dando ese reconocimiento que se merece.

El “Teatro Moderno” fue el escenario elegido para recibir al maestro de los efectos especiales John Baker, que vino a hablar a los alumnos Escuela Taller TDT de su trabajo y también de su vida, anécdotas incluidas. Mucha gente en el teatro, no sólo los alumnos de la citada escuela sino personas admiradoras de su obra en numerosas películas de culto dentro del mundo de este tipo de cine.

Se proyectaron retazos de algunos de esos filmes (“El imperio del sol”, Dune, “En busca del arca perdida”, “El retorno del Jedi”, “El secreto de la pirámide” o La guerra de las galaxias”, etc.) y fue explicando a preguntas de los alumnos y público en general algunos de los trucos empleados en ellas.

John Baker es un inglés que cuando le oyes hablar compruebas que su deje andalú aflora en cada palabra que pronuncia, no en vano lleva veinte años viviendo en Trebujena, donde vino a rodar “El imperio del sol” con Spielberg en 1987 y se quedó para siempre al enamorarse de una bella cantinera del bar donde entró a tomar algo.

Trebujena, un lugar situado en el último confín de la tierra para algunos, consiguió enamorar a Spielberg por su luz y su atardecer, que le hizo elegir ese sitio para dar vida a una zona de China invadida durante la segunda guerra mundial por sus vecinos japoneses.

EN TREBUJENA ENCONTRÓ SU SOL
Según comentó en su día el director estadounidense, cuando vio las distintas localizaciones que le habían encontrado el grupo de especialistas que había enviado por todo el mundo, le llamó la atención del resplandor del sol, similar al que había visto muchas veces en documentales y películas sobre ese país. Se enamoró de la puesta de sol y la luz de las marismas. Descartó otros dos lugares, en Israel y Sudáfrica.

Así que se dirigieron a Trebujena a rodar la primera parte del film. John Baker, director de efectos especiales de Spielberg, vino
como avanzadilla para ir preparando el camino al resto de compañeros. Tenían que conocer el terreno y empezar los trabajos de acondicionamiento de la zona para que cuando llegara el grueso del grupo, director y actores incluidos, los hangares, el campo de concentración y las casas del poblado estuvieran a punto.


Comenzó el rodaje y el calor hizo estragos en todos los peliculeros. Nuestro hombre y otros compañeros tuvieron que enterrar varios kilómetros de cable por lo que al finalizar el trabajo entró en una de las tabernas de Trebujena para aliviar el gaznate. Fue su “perdición”. Detrás de la barra estaba una linda trebujenera, Isabel. Un año más tarde John e Isabel se casaron en Tailandia, donde había ido para rodar con Brian de Palma “Corazones de hierro”, otra película de guerra.

Comentó sobre sus comienzos en este campo que “entonces estábamos probando, todo era nuevo, experimental: maquetas, artefactos, movimientos de cámara: no había ordenadores, ni retoques en posproducción”.

EFECTOS ESPECIALES LOS DE ANTES

Dice de George Lucas que es un visionario y habló muy bien de Spielberg, “un tipo normal y simpático”. Se mostró favorable a los efectos especiales de su época, “son más reales que los del ordenador, los de éste se nota”. Admite que “la cosa ha perdido mucha emoción desde que no se imagina, y todo se arregla con el tema digital”.

Steven Spielberg, George Lucas, David Lynch, Ridley Scott o Brian de Palma son algunos de los directores con los que ha trabajado. Entre los efectos más espectaculares destaca el de Harrison Ford corriendo delante de una gran bola de piedra: “La roca tenía que pesar al menos 300 kilos para que no rebotara. Le pusimos un eje y dos cables de acero con dos frenos hidráulicos para que no matase al actor, aunque Ford podía en caso de peligro echarse a un lado, ya que le preparamos un canal”.

No le gustan los making off (así se hizo) de las películas: “Decir cómo se hizo mata la ilusión del cine. Los ilusionistas no cuentan cómo hacen sus trucos! Es magia y punto. O arte. Antes de lo digital todo era más creíble”.

Nació en un pueblo pequeño a 50 kilómetros de Londres en 1940. Empezó a trabajar como cámara de cine a los 16 años. Vivía en el hotel de sus abuelos, donde trabajaban sus padres. Cerca había un estudio de cine, las visitas de los que trabajaban en él y de actores y directores que mantenían largas conversaciones con sus padres le fueron metiendo el virus del cine. Es hijo adoptivo de Trebujena desde 2008.




2 comentarios:

  1. Fue una delicia oir a este hombre. A ver si traen gante de esta importancia mas a menudo.

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  2. que venga otra vez,pero por la tarde por favor.Fue genial, que venga por la tarde para que podamos llevar a los niños

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