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Lo que refleja un espejo

José Antonio Sanduvete [colaborador]

Lo que refleja un espejo cuando alguien se pone frente a él es una imagen de ese alguien reflejada en la superficie de cristal bruñido; pero no es ese alguien. Esto es algo difícil de explicar en según qué momentos. Es una imagen, pero no es lo que esa imagen representa, de la misma forma que una postal del Empire State Building de Nueva York no es, de hecho, el Empire State Building. Por eso a nadie debe de extrañar que las imágenes en el espejo, que los reflejos en general, perturben las mentes e inquieten los espíritus.

Es más, el espejo ni siquera refleja una imagen "real", esto es, la imagen realmente fiel del objeto o persona reflejada. La imagen de un zurdo habría de ser, también, zurda; y sin embargo es diestra. Las palabras que alguien escribe en un papel habrían de permanecer en la imagen, y no traducirse en un galimatías indescifrable. El corazón se encuentra, cuando existe, en el lado izquierdo, no en el derecho.

Todo esto no ha de llevar a pensar que el espejo refleja el opuesto de lo reflejado. Que el triste no piense que encontrará en el espejo su parte alegre; que el bajo no espere que le salude desde el otro lado un tipo alto, que el bondadoso no tema encontrarse frente a frente con un ser malvado. Una mesa, por mucho que se cambie de lugar, que se gire, que se ponga patas arriba o que se acurruque en un rincón, no deja de ser una mesa. Y su imagen reflejada en el espejo, por cierto, no es la imagen "real" de esa mesa, como no es, de hecho, esa misma mesa.

Por eso el asesino, cuando entró en el baño y se acercó el lavabo, supo que aquel ser de mirada turbia y respiración agitada, aquel tipo que carecía de corazón y sostenía con su mano derecha un cuchillo goteante de sangre, aquella imagen, sin duda, de alguien malvado y desequilibrado, no era, en esencia, él, y que, por tanto, podía elevar en cualquier momento el brazo portador del arma y degollarle con un movimiento certero.

El asesino, entonces y por primera vez desde que todo aquello hubo comenzado, sintiĂł miedo.


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