El hambre del pueblo atrae a los “carroñeros”

Félix Arbolí [colaboraciones].-
 
En los tiempos de crisis y la actual es de las que dejan triste huella en la historia de un país y de un gobierno en lucha solitaria contra todo un pueblo,  proliferan los juegos de azar y se multiplican los prestamistas camuflados en agencias de crédito, que en mis tiempos llamábamos “usureros”•.  Asimismo, Internet nos martillea con nuevos Bingos y uno de ellos utiliza el nombre de Belén Esteban como reclamo para atraer a toda esa pléyade de pensionistas y ancianitas aburridas que la siguen a todas partes como si se tratara de una mensajera celestial.

Puede que la “princesa de ese desconocido pueblo”, más avispada que el hambre (que seguro no pasa), tenga intereses en este nuevo saca-perras, ya que en la España actual la fama populachera es más importante que el prestigio profesional. Hasta regalan un euro (no se corren estos nuevos recaudadores de ilusiones y decepciones) si se accede a formar parte de la plantilla de desesperados y ociosos que creen van a descubrir una nueva América y terminan por perder de vista a su propia casa.

El “póquer” es otro incentivo para atraer a internautas que “queman” sus últimos euros esperando el milagro que pocos consiguen. Si en directo y salas especializadas es difícil salir con algo de dinero, me figuro que en los complejos recovecos de la técnica harán más difícil alcanzar la suerte. Son meras suposiciones, pues no han conseguido que picara en el anzuelo, a pesar de que mi nada “admirada” Belén, anuncie que me regala ocho euros al hacer mi primer depósito, del que no especifican cuantía.
  
No tengo suerte en el juego, aunque lo intento una y otra vez en los diversos sorteos de nuestro “papaíto Estado”, que es siempre el seguro ganador de estas fallidas tentativas.  Sin olvidar a la ONCE que, a juzgar por la cantidad de juegos que se han inventado y puesto en circulación, aparte de su ya tradicional cupón, deberían ir todos sus vendedores en “Audi” a trabajar, aunque me figuro que más de uno, y no vendedor, lo hará por esa “buena vista” que tienen para los negocios.

CINCO MILLONES DE PESETAS DABAN PARA MUCHO

Uno de sus dirigentes, hace años y cuando aún no estaban en danza tantos modelos de buscar la suerte, llegó a presidente o director general de la cadena “Telecinco”. Creo que si hubiera ido depositando en una hucha, todas esos pequeños  y continuos desembolsos, (ya los Bancos no parecen seguros para guardar el dinero a largo plazo), hoy sería dueño de una considerable fortuna que, siguiendo la pauta de los actuales millonarios, probablemente guardaría en uno de esos paraísos fiscales donde no hay serpientes pero si exquisitas manzanas a las que llaman nativas, para los que aún corretean por estos placeres.
 

Hace años, cuando estaba en activo todavía, me tocaron cinco millones de pesetas en los ciegos. Por favor, un minuto de silencio en señal de duelo por nuestra ya olvidada y escarnecida pesetas que tan felices nos hizo”.

Me sirvieron entonces para reformar y pintar la casa por completo, ayudar a mis hijos y llevarme a Maribel a un inolvidable viaje por Italia, visitando Roma, Milán, Venecia, Florencia, Padua, Asís, el lago Como, Verona y el Vaticano.

Fue un viaje maravilloso y programado a nuestro capricho,  sin escatimar gastos.  Entonces “no éramos europeos” y el siniestro euro no circulaba aún. Íbamos cargados de dólares y liras. Cinco millones de pesetas era una cantidad inimaginable en esos tiempos venturosos y daban para eso y mucho más. Hoy, que somos europeos para jodernos, fiscalizarnos y amargamos la existencia, esos cinco millones no hubieran servido ni para cambiar las cortinas de la casa.

No sé a qué santo encomendarme cada vez que compro lotería o cupones a ver si se va al “bajío” que me tiene ya un poco “jarto” y regresan de nuevo los milloncejos, aunque sean esos billetes tan horribles que si no fuera por las cosas que se pueden hacer con ellos, dan ganas de echarlo al váter y tirar de la cadena. ¡Qué chabacanería de dinero!

Entonces te tocaban mil pesetas y eras el hombre más feliz del mundo. Hasta hacía planes y te llegaban para pasar casi una semana de satisfacciones cumplidas. Hoy no te alcanzan ni para el desayuno y un viaje en el Metro, que al cambio serían trescientas treinta pesetas.

LA VOZ DEL PUEBLO

Recuerdo que en mis tiempos de bohemia y golfería, frecuentaba, aparte de otros lugares más o menos tolerables, tabernas, bares y tablaos de la calle Echegaray, Plaza de Santa Ana y demás entorno, donde se daba cita la “flor y nata” –mustia ya la primera y agria la segunda-, de los bajos fondos de un Madrid lleno de viejos cafés, discotecas, cines, teatros y  tablaos flamencos todos llenos.

Hoy los que aún permanecen abiertos no llegan a cubrir gastos y con el aumento del IVA, más difícil todavía. Eran los tiempos de la “dictadura”, pero se podía pasear por las calles más pringadas y de más mala estofa de Madrid, a altas horas de la noche, sin que nadie te molestara o intentara abrirte en canal como a los cerdos si no le entregabas la cartera y el reloj, la simple presencia del sereno era más que suficiente para mantener a raya a la golfería nocturna.

Ahora, en plena democracia, viajando en autobús a las doce de la mañana de un domingo, me robaron la cartera, a pesar de que la llevaba bien oculta”.

La pude recuperar enfrentándome al ladrón, un sudamericano joven y fortachón, al que amenacé y le increpé jugándome el físico. Otro día le tocó a mi móvil, pero éste lo perdí, ya que no me di cuenta hasta después de haber abandonado el transporte público.

Dirán lo que quieran, pero yo que nunca he sido franquista acérrimo, añoro aquellos tiempos que estos caraduras llaman “oprobiosos y dictatoriales”. Y me río y me carcajeo de los que dicen que estamos en una democracia popular, ya que a la hora de la verdad no se tiene en cuenta para nada la voz del pueblo. A las miles de manifestaciones y protestas me remito.