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Pedrín, Perico, Pedro. Una vida

Paco Fernández Escalante [colaboraciones].-

Me resulta muy difícil, francamente difícil, escribir sobre nuestro entrañable amigo Pedrín Avila. Persona tan querida y sentida, que a todos los que le conocimos nos dejó una huella imborrable de alegría, bonhomía y cordialidad en su  trato personal. Aún más complicado es resumir una vida tan dinámica y azarosa, con un recorrido natural repleto de un sinfín de vivencias y experiencias, compartido  desde la infancia hasta sus últimos días.

Al comenzar, no puedo dejar de pensar en la letra de la canción que Alberto Cortez (al que tanto admirábamos) cantaba: “Cuando un amigo se va algo se pierde en el alma…”. Con esa canción y otras muchas transitábamos esos años mozos en los que tan osados e ingenuos encarábamos la vida, cultivando un sentimiento sincero que años después potenciamos y disfrutamos profundamente con un gran respeto: LA AMISTAD.

El relatar la niñez y juventud con Pedrín, participada con otros amigos, posiblemente con más acercamiento, pasaría por tener que escribir una enciclopedia donde resaltaría la imaginación, la alegría, el espíritu de vivir con intensidad el momento y para ello no hay espacio.

Desde su niñez ya apuntaba actitudes de que no era uno más, era singular, por sus travesuras, sus ocurrencias, por el entusiasmo y ligereza que empleaba en hacer frente a las situaciones y en todos los ámbitos por los que iba creciendo y desarrollando ese espíritu inquieto y afable.

Cuántos y cuánto podrán describir plurales situaciones y anécdotas de este particular  personaje, en el colegio, en el instituto, en la vida cotidiana de su querida y apegada Chiclana, donde el corazón actuaba con más claridad que el razonamiento abstracto.

Esa forma de ser que Dios le había dotado, estaba basada en el afecto y el de hacer el bien al prójimo. Fomentada y potenciada en el seno de su familia, familia a la que tanto cariño, respeto y entrega les dispensaba, y que siempre llevaba a gala al elogiar a cada uno de ellos, principalmente a su adorada y genial madre María y más tarde a su “compañero filósofo” padre Manolo.

ENCONTRARSE A SÍ MISMO

Hago un paréntesis, al comentar su paso por el servicio militar. Resalto este hecho  por el recuerdo que a muchos les traerá a la memoria las situaciones vividas y ocurrencias contadas por él mismo y que nunca nos cansábamos de escuchar, y al tener que resumir, pueda servir de paradigma de las muchas vivencias conocidas por mí.

En la secuencia de la vida, creó su propia familia, con su esposa, mas tarde amiga, Mariló y sus hijas, y encontró en el desarrollo de su profesión como agente de seguros, aparte de sustento económico, una forma de distinguirse de forma magistral en las relaciones personales y sociales, llegando a ser un hombre capaz de enfrentarse a problemas y resolverlos con conocimientos e ingenio, pero sobre todo con corazón, ese corazón grande y noble que siempre le ha acompañado.

Esa persona, Perico, que era particularmente fraternal o especial, que tenía el convencimiento de que a la cima no se llega superando a los demás sino superándose a sí mismo, fue desde mi punto de vista, su exclusivo reto fundamental existencial.

Evolucionó, empezó su búsqueda, mostró su disconformidad con las formas establecidas, luchó por distanciarse de la rutina, recorrió senderos espirituales sinuosos, se cargó de desafíos existenciales y filosóficos… En ese proceso de búsqueda aparcó a lo que más quería: familia, amigos, trabajo…, pero su espíritu comenzó a encontrar paz, sosiego, equilibrio,… y, personalmente creo que, ganó una batalla individual y personal que muchos aún todavía no entenderán.

PEOR QUE EL FRACASO ES NO INTENTARLO

La vida de Pedrín-Perico, cambió sustancialmente. Pedro sondeó otros horizontes sustentado por el convencimiento de un lema que dice: “En la vida hay algo peor que el fracaso. Es el no haber intentado nada”. Más tarde encontró a Virginia y perseverando en su causa, navegó al encuentro de su paz interior espiritual, divulgó el saber apreciar una sonrisa y olvidar un desprecio, convivir en armonía con personas de distinto pensamiento y consolidó y practicó la difícil virtud del perdón.
 
Un último recuerdo, que de una forma especial me emocionaba y me sigue emocionando, fue la entereza y la inmensa dignidad con la que afrontó esa maldita enfermedad, siempre consciente y conocedor de su gravedad. Se esforzaba  por inculcarnos fortaleza y esperanza a los muchos que lo apreciábamos y lo queríamos.

Su hermana Mónica y toda su familia y amigos somos fieles testigos. No permitía que nos entristeciéramos y hasta el último momento nos transmitía ánimos aunque su ya débil sonrisa denotaba un  triste y próximo final de vida.

Que tu espíritu libre encuentre sosiego y que tu alma descanse en paz, esa paz por la que tanto has luchado AMIGO.  


Un padre ejemplar y un gran amigo

Lo despedimos el Día del Padre, y no por casualidad, sino porque demostró ser un padre ejemplar, no solo con nosotras sino con toda la familia (hermanos, nietos, sobrinos, cuñados…), amigos y conocidos. Nos protegía, nos daba seguridad y nos aconsejaba dándonos la libertad para tomar nuestras propias decisiones. Su apoyo y entusiasmo nos hacía más fácil llevar a cabo cualquier proyecto.

Fue una persona intensa, innovadora, alegre, positiva y con iniciativa. Su poder de convocatoria dio lugar a numerosas fiestas. Una muy significativa fue la fiesta de Santa Ana, donde toda la familia se vestía de flamenco/a y tanto los niños como los mayores preparábamos actuaciones. O cuando venia tía Mónica de Madrid, que movilizaba a todos para celebrar su llegada. También nos organizaba guateques: una mesa llena de chuches y la mejor música de la época.

A pesar de su entrega en lo profesional siempre nos dedicaba un ratito para jugar, charlar, leernos un cuento o contarnos alguna de sus historias verídicas, con el humor que tanto le caracterizaba.
Ya de adolescentes, nos llevaba a los partidos de baloncesto con el resto del equipo en su monovolumen, nos acompañaba a comprar ropa y a todo aquello que hiciera falta sin poner pegas.

Todas estas vivencias hicieron que la relación con él fuera mucho más cercana y fácil, sintiéndolo como un gran Amigo. Un amigo incondicional con el que compartíamos viajes, sueños y aficiones, entre ellas la música, que para el significó mucho.

EL FLAMENCO, IDA Y VUELTA

Desde pequeño vivió en su casa encuentros flamencos con Camarón, Rancapino…, incluso él mismo nos contaba que cantaba en las tabernas a las que le llevaba su hermano Manolo, pero la muerte de su hermano hizo que le diera de lado al flamenco aunque siguiera su afición por otros estilos durante su adolescencia y madurez.

Lo que no se imaginaba es que nosotras le traeríamos de nuevo el flamenco a casa. Al principio se oponía e incluso cuando vio que empezaban a pagarnos por cantar, nos ofrecía más dinero para que no fuéramos. Poco a poco fue comprendiendo y aceptando que era nuestra vocación, luego fue el crítico constructivo del grupo influyendo en su evolución y, por último, se convirtió en el fan número 1.

Lo mismo te bailaba una sevillana que meditaba con música hindú, te cantaba por Bambino o tocaba el djembé improvisando sus canciones. La música lo acompañó durante toda su vida y también el día de su despedida. Pensamos que así se marcharía alegremente.

Nos sentimos muy orgullosas de él y también afortunadas de haber tenido un padre así. Él nos ha enseñado a vivir con más conciencia y a comprender que todos los momentos que vivimos, ya sean buenos o malos, traen un aprendizaje”.


Aunque su muerte nos pilló por sorpresa y nos ha dejado un gran vacío, nos llenan sus recuerdos, sus enseñanzas y el cariño que nos llega de todas las personas a las que el aportó algo positivo.
¡¡¡Qué mejor legado nos podía dejar!!!

ANA Y MARÍA ÁVILA

4 comentarios:

  1. Paco Montiel "El Abuelo Chano"3 de septiembre de 2012, 2:01

    ¿Qué puede decir yo, que aquí no hayan dicho,sus hijas y su amigo Paco?
    Bueno, yo podría añadir algunas cosas que viví de primera mano con él. Éramos vecinos de casapuerta. Jugábamos juntos e incluso nos hicimos "hermanos de sangre" por el ritual de los pieles rojas, que veíamos en las películas norteamericanas de cowboys.

    Desearía que su gente, entre la que me encuentro yo, le hiciéramos algún tipo de homenaje. Homenaje a uno de los mejores "Mónicos" que he tenido la gran suerte de tener entre mis amigos.

    ¡Dios, estará disfrutando de se presencia!

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  2. Llevo fuera de Chiclana un tiempo y no me había enterado de la enfermedad de Pedro, me entristece mucho lo que ha pasado. Era una persona maravillosa que siempre estará en mi recuerdo. Mi más sincero pésame a la familia.
    Un Abrazo para siempre.
    David Arjona

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. que descanse en paz.Yo no le conocí pero sé que era muy popular y querido , un trabajador incansable, un superviviente, un luchador.Preciosa la foto ¿con su madre? preciosa, qué linda, me encanta.Descansa en paz

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