La fiebre del dinero fácil
Félix Arbolí [colaboraciones].-
La actualidad viene cargada de casos indicadores que vivimos una época, en la que todo vale con tal de incrementar nuestros ingresos y llenar nuestras cuentas bancarias. La culpa de nuestros males la tiene el “mardito parné”, ése que maldecía la popular copla de tiempos pasados, pero que a la hora de la verdad nos hace bailar a todos casi sin tocar el suelo. Hoy todo se mueve por y para el “dios dinero”.
Hasta la decencia, honradez y dignidad humana se han puesto a la venta y esperan la llegada del mejor postor para entregarse a él sin reservas, ni sonrojos. Y me refiero tanto a hombres como a mujeres, pues en esta cuestión el sexo no tiene una significación excluyente, aunque ellas sean más dadas o aireadas en este tipo de locuras.
Todo es cuestión de ceros a la derecha para dejarse querer, dominar o humillar. No hay obstáculos que no puedan superar un fajo de billetes, desde los inicios de la Humanidad, aunque entonces no se contaba con la facilidad que proporciona la televisión y sus programas basuras, donde se mercadean alma y cuerpo, sin la menor vacilación. Todo vale por una audiencia cada día menos culturizada.
Hoy se confunde la decencia con la mojigatería y supone mayor obstáculo que virtud a la hora de brujulear por los mundos de la sociedad y el poder. Hay que estar dispuestos a aceptar todo lo que se nos pueda presentar, si queremos figurar en las luminarias del éxito y la fama, por los que hay que pagar un alto precio, aunque muchos no lo consideren así. No quiero decir que en el pasado no fuéramos amigos del placer y la aventura, pero ocultábamos esas intimidades de cara al exterior, no por hipocresía, sino por vergüenza, que nada tienen que ver la una con la otra.
TRAGAPERRAS TELEVISIVAS
Y rivalizan con la mayor naturalidad por aparecer en las portadas de esas revistas especializadas, luciendo toda su desnudez y regodeándose en los calentones que han de ocasionar a los más exaltados. Más aún, intentando la provocación y el deseo. En la actualidad, el que no se siente “gay” y afirma que le gustan las mujeres y más aún, las más generosas anatómicamente hablando, vive bajo el peligro de un posible infarto.

Otra epidemia que hoy nos invade, es la constante machaconería con la que las cadenas televisivas sin excepción, se han convertido en tragaperras o casinos donde nadie sabe quiénes andan detrás de estos generosos donantes y creadores de sueños y alegrías. Ni tampoco qué ignorados caminos recorren las apuestas.
Las mías, desde luego, no. Ya a través de Internet se juega también al bingo, a la ruleta y hasta se hacen apuestas sobre quién va a marcar el primer gol de un partido, qué resultado será el definitivo y otros detalles que sólo tiene el interés de arriesgar nuestro dinero en una especie de cara o cruz. Y debe ser un negocio rentable cuando tanto insisten.
Son cargantes y sospechosas, asimismo, las abusivas promesas de que por una llamada o mensaje nos puedan tocar miles de euros, el pago de años de hipotecas, (aunque no se especifique el pago mensual) y hasta coches. Luego nos enteramos que han ganado Luis de Oviedo, Pepita de León o Victoria de Murcia y vuelven a anunciar un nuevo premio a escasos minutos del anterior.
PREMIOS POR LLAMAR
Es también sorprendente las otras llamadas de más alto coste, en las que si somos elegidos decimos un número tras el que se esconden miles de euros o un “todoterreno”. Todo siempre igual, una voz que contesta y un rebrote de cierta alegría cuando le comunican el premio.
Al cuarto de hora, de insistentes peticiones para volver a llamar, anuncian un nuevo sorteo, otra llamada y su correspondiente premio que en los tiempos actuales nos suena a “gordo” de Navidad. ¿Cuántas llamadas han de recibir para que esa cadena sobrepase el premio que entrega? Es imposible que en el tiempo que indican se pueda haber conseguido la cuantía que ofrecen.
Esta fiebre ha invadido a todas las cadenas, hasta en la primera u oficial, sin que pueda comprender cómo se puede ofrecer tanto en tan escaso tiempo para recibir llamadas. La crisis ocasiona este tipo de desesperados intentos que al final nos hunden más en la miseria. ¿Saben que de cada tres parados en la zona del “euro” uno de ellos es español?
Menos mal que mi compañero de promoción en Periodismo, Matías Prats, al que veo a diario en sus noticias de “Antena 3”, ha llegado al fin a su meta profesional al fichar para ese anuncio de compañía de seguros como nos indican al más puro estilo de los contratos futbolísticos. Ignoraba que su fantástica vida televisiva, quedaba sublimizada por un anuncio publicitario. Mucho han debido ofrecerle para aceptar públicamente esa “bicoca”, en un asunto que me figuro ni aparecerá reflejado en su curriculum.
La actualidad viene cargada de casos indicadores que vivimos una época, en la que todo vale con tal de incrementar nuestros ingresos y llenar nuestras cuentas bancarias. La culpa de nuestros males la tiene el “mardito parné”, ése que maldecía la popular copla de tiempos pasados, pero que a la hora de la verdad nos hace bailar a todos casi sin tocar el suelo. Hoy todo se mueve por y para el “dios dinero”.
Hasta la decencia, honradez y dignidad humana se han puesto a la venta y esperan la llegada del mejor postor para entregarse a él sin reservas, ni sonrojos. Y me refiero tanto a hombres como a mujeres, pues en esta cuestión el sexo no tiene una significación excluyente, aunque ellas sean más dadas o aireadas en este tipo de locuras.
Todo es cuestión de ceros a la derecha para dejarse querer, dominar o humillar. No hay obstáculos que no puedan superar un fajo de billetes, desde los inicios de la Humanidad, aunque entonces no se contaba con la facilidad que proporciona la televisión y sus programas basuras, donde se mercadean alma y cuerpo, sin la menor vacilación. Todo vale por una audiencia cada día menos culturizada.
Hoy se confunde la decencia con la mojigatería y supone mayor obstáculo que virtud a la hora de brujulear por los mundos de la sociedad y el poder. Hay que estar dispuestos a aceptar todo lo que se nos pueda presentar, si queremos figurar en las luminarias del éxito y la fama, por los que hay que pagar un alto precio, aunque muchos no lo consideren así. No quiero decir que en el pasado no fuéramos amigos del placer y la aventura, pero ocultábamos esas intimidades de cara al exterior, no por hipocresía, sino por vergüenza, que nada tienen que ver la una con la otra.
Acuden a un plató televisivo y como si se tratara de una charla amigable al calor de la mesa camilla, cuentan con todo detalle sus “batallas” de cama y aventuras sexuales por el hecho de poder figurar como visitante o colaborador y con la vista puesta en el cheque que por esas indiscreciones van a recibir”.
TRAGAPERRAS TELEVISIVAS
Y rivalizan con la mayor naturalidad por aparecer en las portadas de esas revistas especializadas, luciendo toda su desnudez y regodeándose en los calentones que han de ocasionar a los más exaltados. Más aún, intentando la provocación y el deseo. En la actualidad, el que no se siente “gay” y afirma que le gustan las mujeres y más aún, las más generosas anatómicamente hablando, vive bajo el peligro de un posible infarto.

Otra epidemia que hoy nos invade, es la constante machaconería con la que las cadenas televisivas sin excepción, se han convertido en tragaperras o casinos donde nadie sabe quiénes andan detrás de estos generosos donantes y creadores de sueños y alegrías. Ni tampoco qué ignorados caminos recorren las apuestas.
Las mías, desde luego, no. Ya a través de Internet se juega también al bingo, a la ruleta y hasta se hacen apuestas sobre quién va a marcar el primer gol de un partido, qué resultado será el definitivo y otros detalles que sólo tiene el interés de arriesgar nuestro dinero en una especie de cara o cruz. Y debe ser un negocio rentable cuando tanto insisten.
Son cargantes y sospechosas, asimismo, las abusivas promesas de que por una llamada o mensaje nos puedan tocar miles de euros, el pago de años de hipotecas, (aunque no se especifique el pago mensual) y hasta coches. Luego nos enteramos que han ganado Luis de Oviedo, Pepita de León o Victoria de Murcia y vuelven a anunciar un nuevo premio a escasos minutos del anterior.
PREMIOS POR LLAMAR
Es también sorprendente las otras llamadas de más alto coste, en las que si somos elegidos decimos un número tras el que se esconden miles de euros o un “todoterreno”. Todo siempre igual, una voz que contesta y un rebrote de cierta alegría cuando le comunican el premio.
Al cuarto de hora, de insistentes peticiones para volver a llamar, anuncian un nuevo sorteo, otra llamada y su correspondiente premio que en los tiempos actuales nos suena a “gordo” de Navidad. ¿Cuántas llamadas han de recibir para que esa cadena sobrepase el premio que entrega? Es imposible que en el tiempo que indican se pueda haber conseguido la cuantía que ofrecen.
Esta fiebre ha invadido a todas las cadenas, hasta en la primera u oficial, sin que pueda comprender cómo se puede ofrecer tanto en tan escaso tiempo para recibir llamadas. La crisis ocasiona este tipo de desesperados intentos que al final nos hunden más en la miseria. ¿Saben que de cada tres parados en la zona del “euro” uno de ellos es español?
Toda una proeza de nuestro gobierno y de los políticos de turno. Y encima permiten que nos aturdan con toda clase de juegos, cupones, loterías, “rascas”, llamadas telefónicas y demás métodos que puedan sacar al ciudadano hasta el aliento, del que ya no le quedan ni resuellos”.
Menos mal que mi compañero de promoción en Periodismo, Matías Prats, al que veo a diario en sus noticias de “Antena 3”, ha llegado al fin a su meta profesional al fichar para ese anuncio de compañía de seguros como nos indican al más puro estilo de los contratos futbolísticos. Ignoraba que su fantástica vida televisiva, quedaba sublimizada por un anuncio publicitario. Mucho han debido ofrecerle para aceptar públicamente esa “bicoca”, en un asunto que me figuro ni aparecerá reflejado en su curriculum.
Lo que hace falta es más cultura científica basada en el escepticismo.
ResponderEliminarSi en las escuelas públicas se enseñan fantasías de dioses como si fueran ciertas, a creer sin pruebas, estamos engendrando futuros crédulos, presa fácil de distintos fraudes.
Perlita homofóbica en el artículo:
"En la actualidad, el que no se siente “gay” y afirma que le gustan las mujeres y más aún, las más generosas anatómicamente hablando, vive bajo el peligro de un posible infarto.
Otra epidemia que hoy nos invade..."
eso
ResponderEliminarcudiao el otro dia me dijo uno
un entelectual de estos listos que los hay a pata
que yo no era varon ni tampoco macho
que de eso nada
que eso no lo sabia yo
hasta que no me dieran por culo y que no me gustase
o sea que para ser macho varon
o sea que me tienen que dar por culo primero
y despues que no me guste
y entonces es cuando puedo sentierme macho y varon de la especie humana
el me dijo que le dieron por culo pero no le gusto.
y que ahora se siente varon y macho y que se ha encontrao a si mismo
me cagun en la mita de to lo se menea
hasta donde vamo a llega diosmiodemiarma
esto no puede ser
ResponderEliminaryo creo que se me estaba declarando sutilmente
el mu hijoputa
Que diga que no soy "gay", no significa ser homófobo. Hay que entender con más suficiencia y claridad el sentido de las palabras y el significado de la frase. No tengo nada contra el gay, ni a favor. Me es totalmente indiferente la inclinaci´ñon sexual de cada uno y su manera de manifestarla y experimentarla. Allá cada uno en su intento de encontrar el placer y serenar sus sentimientos. Que me gusten las mujeres, es algo que sé desde que tuve uso de razón y no veo en ello nada malo y que si estas están más ligeras de ropa, mejor aún, es algo normal y natural. No hay nada malo, ni perverso en ello. Es ganas de sacar punto a lo que se ve claramente que es redondo. Enbseguida sacan a relucir creencias, iglesia y demás. Parece que están más influenciados de los que ustedes mismos creen por las cuestiones religiosas, ya que yo no me onsesiono con ello y solo las cito cuando lo creo conveniente, pero no en cada momento o en cada articulo. A ver si resulkta que tanto criticar es sentimentalismo puro de los añlos de infancia y de otras épocas. En mi articulo no cito a la iglesia, ni a las creencias, solo a la decencia y la venta ominosa de la dignidad humana por el dinero actualmente. Espero que lean con más imparcialidad y mejor disposición, pues veo que sufren mucho y eso no es bueno para el corazón. Un saludo para todos.
ResponderEliminarLas creencias tienen una influencia capital en la educación científica y capacidad de espíritu crítico... estos valores educativos son herramientas imprescindibles para discriminar entre fraude y realidad demostrada... si desde pequeños se le da pábulo a creencias insostenibles es un agujero para cualquier engaño... horóscopos, curanderos y religiones varias.
ResponderEliminarComo este artículo va sobre estafas, hablar de la raíz del problema parece más que adecuado.
No creo que llamar a la religión una estafa, sea lo correcto y acertado. Puede ser un error o una obsesión, pero no una estafa. A mmenos que considere una estafa el tiempo que un creyente utiliza en hablar o contactar con su Dios. Puede ser una secta o una creencia más o menos perniciosa, según el criterio del que la juzgue, pero nunca una estafa, ya que poor creer no se paga dinero alguno. ni se le exige al creyente . aunque a veces éste voluntariamente-ya no es estafa-, quiera hacer un donativo a esa iglesia o secta. Es mi criterio, aunque no poe ello deje de respetar al suyo, a pesar de que no me convenza. Saludos
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo. Las estafas son todas voluntarias por parte de la víctima.
ResponderEliminarSe basan en el engaño, en abusar de la ingenuidad, ya sea de niños (que es lógico que la tengan) como de adultos con bajos conocimientos-espíritu crítico... ¿Quién obliga a llamar a un concurso, adivino, bautizar a tus hijos? Simplemente se hace creer al estafado, con trucos psicológicos, que esto es positivo para él y los suyos.