Con el agua al cuello [Memento Mori]
José Antonio Sanduvete [colaborador].-
Mientras el nivel del agua subĂa y le llegaba al pecho, solo podĂa pensar en cĂłmo demonios se habĂa metido en aquel lĂo. Publicidad engañosa, concluyĂł. Con lo cĂłmodo que se encontraba Ă©l en manos del destino, como todos los demás, lamentando las desgracias y disfrutando las alegrĂas impuestas por el Azar, sin asumir ningĂşn tipo de responsabilidad por ellas...
Pero no, cĂłmo no, Ă©l tenĂa que escribir el guiĂłn de su propia vida. Suena bien, claro, incluso suena lĂłgico, incluso justo, podrĂa decirse, que uno pueda desarrollar las lĂneas argumentales por las que transcurrirán sus propios pasos. Estupendo. Pero hay que ponerse manos a la obra y crear, y uno no siempre se encuentra tan inspirado, ni es tan vitalista y tan optimista como la propia vida reclama y requiere.
AsĂ que, sin saber muy bien cĂłmo, por esa especie de atracciĂłn estĂşpida que ejercen el peligro y la aventura, se encontraba con el agua al cuello, con la necesidad de escribir unas lĂneas de guiĂłn que le sacaran del apuro, y con la mente en blanco. ¿CĂłmo puede alguien estar inspirado en una situaciĂłn de tanta presiĂłn?
Maldita sea.
AsĂ que se exprimiĂł el cerebro en busca de algo, de algĂşn Deus ex machina que solventara la situaciĂłn, mientras comenzaba ya a tragar agua. ¿Y si llegara un superhĂ©roe salvador? ¿Y si generara alas? ¿O branquias? No... inverosĂmil... el guiĂłn de una vida tiene tambiĂ©n sus propias reglas, y la verosimilitud es una de ellas...
Tal vez si un terremoto quebrara las paredes del recinto y el agua encontrara una vĂa de escape... sonaba absurdo y estĂşpido, pero era lo Ăşnico que se le ocurrĂa. Apenas podĂa ya respirar. TratĂł de escribir... pero los folios se habĂan mojado, y el bolĂgrafo anegado no funcionaba, y encender el ordenador portátil bajo el agua era una autĂ©ntica pĂ©rdida de tiempo...
AsĂ que se resignĂł. Al fin y al cabo, era el tĂ©rmino que Ă©l mismo habĂa designado para su vida. Tampoco estaba tan mal, era original, todo guiĂłn tiene un final y este no era de los peores.
TragĂł, entonces, una Ăşltima bocanada de aire y se sumergiĂł...
Mientras el nivel del agua subĂa y le llegaba al pecho, solo podĂa pensar en cĂłmo demonios se habĂa metido en aquel lĂo. Publicidad engañosa, concluyĂł. Con lo cĂłmodo que se encontraba Ă©l en manos del destino, como todos los demás, lamentando las desgracias y disfrutando las alegrĂas impuestas por el Azar, sin asumir ningĂşn tipo de responsabilidad por ellas...
Pero no, cĂłmo no, Ă©l tenĂa que escribir el guiĂłn de su propia vida. Suena bien, claro, incluso suena lĂłgico, incluso justo, podrĂa decirse, que uno pueda desarrollar las lĂneas argumentales por las que transcurrirán sus propios pasos. Estupendo. Pero hay que ponerse manos a la obra y crear, y uno no siempre se encuentra tan inspirado, ni es tan vitalista y tan optimista como la propia vida reclama y requiere.
AsĂ que, sin saber muy bien cĂłmo, por esa especie de atracciĂłn estĂşpida que ejercen el peligro y la aventura, se encontraba con el agua al cuello, con la necesidad de escribir unas lĂneas de guiĂłn que le sacaran del apuro, y con la mente en blanco. ¿CĂłmo puede alguien estar inspirado en una situaciĂłn de tanta presiĂłn?
Maldita sea.
AsĂ que se exprimiĂł el cerebro en busca de algo, de algĂşn Deus ex machina que solventara la situaciĂłn, mientras comenzaba ya a tragar agua. ¿Y si llegara un superhĂ©roe salvador? ¿Y si generara alas? ¿O branquias? No... inverosĂmil... el guiĂłn de una vida tiene tambiĂ©n sus propias reglas, y la verosimilitud es una de ellas...
Tal vez si un terremoto quebrara las paredes del recinto y el agua encontrara una vĂa de escape... sonaba absurdo y estĂşpido, pero era lo Ăşnico que se le ocurrĂa. Apenas podĂa ya respirar. TratĂł de escribir... pero los folios se habĂan mojado, y el bolĂgrafo anegado no funcionaba, y encender el ordenador portátil bajo el agua era una autĂ©ntica pĂ©rdida de tiempo...
AsĂ que se resignĂł. Al fin y al cabo, era el tĂ©rmino que Ă©l mismo habĂa designado para su vida. Tampoco estaba tan mal, era original, todo guiĂłn tiene un final y este no era de los peores.
TragĂł, entonces, una Ăşltima bocanada de aire y se sumergiĂł...
Pon tu comentario