El desván [Memento Mori]
José Antonio Sanduvete [colaborador].-
Guardados en cajas de cartón envejecen una clepsidra, un imán que repele la mala suerte, unos folios en los que alguien escribió conjuros y maldiciones, el loco de la carta del tarot. El papel amarillea, la tinta languidece y, a pesar de ello, en el desván parece que no pasa el tiempo.
En un rincón se encuentran tres tarros de cristal herméticamente cerrados. En uno se guardan los sueños rotos; en otro, el tiempo perdido; en el tercero, cuatro o cinco lágrimas. Alrededor de estos tarros giran, pausadas, algunas luciérnagas. Sus luces, en ocasiones, se confunde con una fila de teas encendidas. Una Santa Compaña que guarda, como una reliquia, restos del pasado.
El desván tiene una puerta por la que se sale al exterior. Cierra la puerta un candado cuya llave yace enterrada en algún lugar desconocido. Nadie entra allí desde hace mucho. Apenas entran, de hecho, los rayos del sol. Tampoco se observa que tengan especial interés en ello. Nadie quiere entrar en lugares de los que cuesta salir.
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