Sea coherente, señor alcalde…

Ana Alonso del Pozo.-

Hace unos días, el 25 de noviembre, tendría que haber impartido una ponencia en el “Teatro Moderno” de Chiclana, de título “Violencia de género: prevención y soluciones educativas”, pero me negué a hacerlo unos instantes antes de comenzarla. La conferencia se enmarcaba en los actos organizados por el Ayuntamiento de Chiclana contra la violencia de género.

Cuando se me pidió colaborar en esa jornada formativa –hace varias semanas- acepté, como siempre que se me ha llamado desde distintos ámbitos para cualquier acción contra la violencia hacia las mujeres. Llevo más de veinte años haciéndolo.
Sin embargo, en esta ocasión, y por primera vez, por coherencia, la he tenido que anular, como he dicho, momentos antes de iniciarla.

La razón: no quería contribuir con mi participación a la incongruencia sostenida por una corporación municipal, representada en su alcalde, que, mientras inauguraba un acto contra la violencia hacia las mujeres que daba inicio a las jornadas contra la violencia de género, mandaba expulsar a la calle, a empujones, a mujeres y hombres que reclamaban, a las puertas del mismo edificio, medios para favorecer la ayuda a esas mujeres víctimas de la violencia.

No quería contribuir con mi participación a la incoherencia de una decisión de una corporación municipal, representada en su alcalde, que, mientras organiza actos contra la violencia hacia las mujeres, niega al Grupo Minerva (grupo de cuatro policías locales, específico en el tratamiento a mujeres víctimas de la violencia machista), la dispensa para poder vestir todos ellos de paisano en determinados momentos del protocolo de asistencia a las víctimas.

Eso es lo que pedían las mujeres y hombres que, en la puerta del “Teatro Moderno”, donde se inauguraban las jornadas, lo gritaban y reclamaban, y que no merecieron ni una mirada del señor alcalde, ni una mirada del subdelegado del gobierno. Ni un gesto…
Sólo una mínima atención a las personas que nos manifestábamos allí, de forma pacífica, hubiese bastado para entender que el objetivo del día, el objetivo de aquellos actos, se correspondía con las acciones políticas.

SOBERBIA, DESPRECIO E INCONGRUENCIA

Pero no fue así, sólo hubo soberbia, desprecio y una evidente incongruencia que me hizo preguntarme: ¿Realmente esta corporación municipal, representada en su alcalde, está por la lucha contra la violencia machista, o éstos son actos que vienen a adornar una acción de escaparate, que no se corresponde con una convicción profunda sobre la igualdad de género real que ha de existir entre mujeres y hombres?

No señor alcalde, no se puede decir que se defiende a las víctimas de esta lacra social que es la violencia de género y no remover todos los obstáculos que impiden la mejor asistencia a las mujeres en esa situación”.

No señor alcalde, no se pueden inaugurar actos contra la violencia de género, y que sean creíbles en su objetivo, cuando en la calle, mujeres y hombres, piden algo tan razonable, tan fácil y tan eficaz para la asistencia a la víctimas, como que los policías que han de acompañarlas o que han de hacerles seguimiento, lo hagan sin exhibir el uniforme que puede conducir a represalias sobre ellas por parte de sus agresores.

No señor alcalde, no puede pasar un 25 de noviembre, ni ningún otro día, sin atender a quienes sólo quiere mejorar el servicio que hacen a las mujeres víctimas de la violencia machista.

No señor alcalde, no puede pasar un 25 de noviembre, - se lo recuerdo, “Día por la eliminación de la violencia contra las mujeres”- , ni ningún otro día, que se expulse a empujones de un recinto público, a mujeres y hombres que piden mejores ayudas para luchar por la protección de las víctimas de la violencia machista.

No señor alcalde, no.