Mi postura ante el aborto
Félix Arbolà [colaboraciones].-
Sin adentrarme en consideraciones religiosas e ideológicas para fundamentar mi argumento, he de aclarar que no soy proclive al aborto. Aunque ello no quiera decir que estoy en contra del derecho de la mujer a disponer de su vida y su futuro, sin minimizar los derechos también de ese ser que ya concebido, se va formando en sus entrañas. Toda persona tiene derecho a seguir libremente lo que le dicte su conciencia.
Se puede estar o no de acuerdo con sus decisiones, pero nunca anatematizarlas y rechazarlas de una manera drástica. Estimo, al ser creyente, que solo Dios puede juzgarnos en asuntos relativos a nuestra moralidad y comportamiento y no las veleidades acertadas o errĂłneas de ningĂşn polĂtico. Hoy prohĂben y recortan lo que ayer permitĂan.
No hay término medio. Y los que ayer protestaban por considerar criminal la práctica del aborto, son sustituidos hoy por los que opinan lo contrario. Sin omitir las que se exhiben medio denudas en plan provocativo reclamando su libertad para tener o rechazar ese hijo que ha iniciado su aventura vital en sus entrañas. No hay tregua entre ambas tendencias.
Es la guerra de las que no quieren ser madres en un momento determinado y por muy diversas razones, como poner en peligro su vida, salvar a ese ser aĂşn formándose de una vida vegetativa y cruel, evitar que nazca con una malformaciĂłn o defecto que le suponga una existencia infeliz y atormentada no solo a Ă©l, sino a su entorno familiar y hasta el intento de borrar de la mujer salvajemente violada el horroroso y traumático recuerdo de ese suceso con la presencia de un hijo no deseado, aunque sĂ una vĂctima inocente y en el lado opuesto, las que aceptan la maternidad y se niegan a abortar aunque se den algunos de los supuestos enumerados. Es difĂcil para mĂ, enjuiciar ambas posturas.
PRIVATIVO DE FAMILIAS ACOMODADAS
Que yo recuerde, siempre han existido oportunidades más o menos complicadas para utilizar anticonceptivos, preservativos, optar por tener hijos o abortar, aunque eran datos poco aireados en aquellos tiempos de restricciones. Ya se sabe que en tiempos de Franco estos métodos no eran legales.
Recuerdo que en nuestra visita a Paris en el año 1969, tuvimos problemas para encontrar una farmacia que nos vendiera las famosas pĂldoras. Eran los Ăşltimos dĂas de De Gaulle en la presidencia, ya que meses más tarde en nuevas elecciones fue elegido Pompidou. No era pues España la Ăşnica que ponĂa trabas a la libertad de poder decidir la pareja en esta cuestiĂłn.
El aborto en gran parte ha sido privativo de familias acomodadas, que en el momento
recomendado por la prudencia y la evitaciĂłn del quĂ© dirán, mandaban a su “descarriada” hija a casa de una lejana tĂa y regresaba libre del escándalo y la tripa, algo desmejorada. Los que menos lo practicaban eran las de familia carente de recursos, pues era difĂcil encontrar a un mĂ©dico que se prestara a poner en peligro su licencia e incluso ir a la cárcel por “defender” la libertad de la mujer en este aspecto.
Por tal causa, tenĂan que practicarlo con extraños y nada seguros mĂ©todos en los que no faltaron violentas caĂdas y golpes, bebidas de extraños brebajes y procederes dolorosos y sangrantes.
PROTESTAR SIN PERDER LA DECENCIA
Me admiran las que no piensan en los problemas que ese ser en gestaciĂłn les pueda causar, sino en las alegrĂas que les va a proporcionar. Entre los mĂ©ritos que más destaco en mi mujer, es el que aparte de lo mucho y bueno que me ofrece cada dĂa, me ha dado tres hijos maravillosos, que es mi mayor y valioso legado.
Y siento no haber tenido en ese regalo tan prodigioso otra participaciĂłn que la de amarla intensamente en un momento de placer. Pero no cambiarĂa a ninguno de ellos por nada, ni en este aspecto siento la menor envidia de nadie. Ellos son mi fortuna.
Cada cual es libre de seguir sus impulsos y hacer su recorrido vital por diferentes caminos. No me gusta, por su propia dignidad, ver a esas mujeres exhibiéndose medio desnudas y sin pudor alguno en lugares públicos, bajo el pretexto de reivindicar una libertad, que en su caso más parece libertinaje y obscenidad. Se pude protestar de todo y por todo sin necesidad de perder el sentido de la decencia.
También me duelen esos seres a los que niegan su oportunidad y libertad para nacer,
si no existe una causa grave a tenerse en cuenta. Pero no estoy de acuerdo con que el señor Ruiz GallardĂłn marque las pautas que deben seguir las españolas en asunto de su exclusiva competencia. Creo que no son nuestros polĂticos los más adecuados para darnos lecciones de Ă©tica y moral.
Sin adentrarme en consideraciones religiosas e ideológicas para fundamentar mi argumento, he de aclarar que no soy proclive al aborto. Aunque ello no quiera decir que estoy en contra del derecho de la mujer a disponer de su vida y su futuro, sin minimizar los derechos también de ese ser que ya concebido, se va formando en sus entrañas. Toda persona tiene derecho a seguir libremente lo que le dicte su conciencia.
Se puede estar o no de acuerdo con sus decisiones, pero nunca anatematizarlas y rechazarlas de una manera drástica. Estimo, al ser creyente, que solo Dios puede juzgarnos en asuntos relativos a nuestra moralidad y comportamiento y no las veleidades acertadas o errĂłneas de ningĂşn polĂtico. Hoy prohĂben y recortan lo que ayer permitĂan.
No hay término medio. Y los que ayer protestaban por considerar criminal la práctica del aborto, son sustituidos hoy por los que opinan lo contrario. Sin omitir las que se exhiben medio denudas en plan provocativo reclamando su libertad para tener o rechazar ese hijo que ha iniciado su aventura vital en sus entrañas. No hay tregua entre ambas tendencias.
Es la guerra de las que no quieren ser madres en un momento determinado y por muy diversas razones, como poner en peligro su vida, salvar a ese ser aĂşn formándose de una vida vegetativa y cruel, evitar que nazca con una malformaciĂłn o defecto que le suponga una existencia infeliz y atormentada no solo a Ă©l, sino a su entorno familiar y hasta el intento de borrar de la mujer salvajemente violada el horroroso y traumático recuerdo de ese suceso con la presencia de un hijo no deseado, aunque sĂ una vĂctima inocente y en el lado opuesto, las que aceptan la maternidad y se niegan a abortar aunque se den algunos de los supuestos enumerados. Es difĂcil para mĂ, enjuiciar ambas posturas.
PRIVATIVO DE FAMILIAS ACOMODADAS
Que yo recuerde, siempre han existido oportunidades más o menos complicadas para utilizar anticonceptivos, preservativos, optar por tener hijos o abortar, aunque eran datos poco aireados en aquellos tiempos de restricciones. Ya se sabe que en tiempos de Franco estos métodos no eran legales.
Recuerdo que en nuestra visita a Paris en el año 1969, tuvimos problemas para encontrar una farmacia que nos vendiera las famosas pĂldoras. Eran los Ăşltimos dĂas de De Gaulle en la presidencia, ya que meses más tarde en nuevas elecciones fue elegido Pompidou. No era pues España la Ăşnica que ponĂa trabas a la libertad de poder decidir la pareja en esta cuestiĂłn.
El aborto en gran parte ha sido privativo de familias acomodadas, que en el momento
recomendado por la prudencia y la evitaciĂłn del quĂ© dirán, mandaban a su “descarriada” hija a casa de una lejana tĂa y regresaba libre del escándalo y la tripa, algo desmejorada. Los que menos lo practicaban eran las de familia carente de recursos, pues era difĂcil encontrar a un mĂ©dico que se prestara a poner en peligro su licencia e incluso ir a la cárcel por “defender” la libertad de la mujer en este aspecto.
Por tal causa, tenĂan que practicarlo con extraños y nada seguros mĂ©todos en los que no faltaron violentas caĂdas y golpes, bebidas de extraños brebajes y procederes dolorosos y sangrantes.
PROTESTAR SIN PERDER LA DECENCIA
Yo no soy abortista, porque mi conciencia no me lo permite, pero no porque me lo indiquen curas o polĂticos”.Estoy con las mujeres que sienten la maternidad como una bendiciĂłn y un privilegio, aunque ello no quiera decir que las abortistas no sean madres maravillosas y por alguna de las causas expuestas no se atrevan a repetir la experiencia.
Me admiran las que no piensan en los problemas que ese ser en gestaciĂłn les pueda causar, sino en las alegrĂas que les va a proporcionar. Entre los mĂ©ritos que más destaco en mi mujer, es el que aparte de lo mucho y bueno que me ofrece cada dĂa, me ha dado tres hijos maravillosos, que es mi mayor y valioso legado.
Y siento no haber tenido en ese regalo tan prodigioso otra participaciĂłn que la de amarla intensamente en un momento de placer. Pero no cambiarĂa a ninguno de ellos por nada, ni en este aspecto siento la menor envidia de nadie. Ellos son mi fortuna.
Cada cual es libre de seguir sus impulsos y hacer su recorrido vital por diferentes caminos. No me gusta, por su propia dignidad, ver a esas mujeres exhibiéndose medio desnudas y sin pudor alguno en lugares públicos, bajo el pretexto de reivindicar una libertad, que en su caso más parece libertinaje y obscenidad. Se pude protestar de todo y por todo sin necesidad de perder el sentido de la decencia.
También me duelen esos seres a los que niegan su oportunidad y libertad para nacer,
si no existe una causa grave a tenerse en cuenta. Pero no estoy de acuerdo con que el señor Ruiz GallardĂłn marque las pautas que deben seguir las españolas en asunto de su exclusiva competencia. Creo que no son nuestros polĂticos los más adecuados para darnos lecciones de Ă©tica y moral.
Amigo Felix,de nuevo chapo.Puedo asegurarle que me ha emocionado usted en su articulo.Soy de los que pienso que el tema del aborto es moral y personal,no estoy de acuerdo con la ley de Gallardon,Creo que la ley que permita abortar en circunstacias especiales(no solamente por el mero hecho de hacerlo),es una buena ley.Podriamos decir que si son egoistas las mujneres que asi piensan,pero siempre sera un tema personal que NADIE debe meterse.
ResponderEliminarPara mi si es otra cosa muy distinta es lo que piensan otros grupos,me refiero a"toño fuera de mi coño",este era el escrito que llevaban las mujeres que "atacaron"a Rouco.Primero que ni es forma y asi pierden toda la razon.No soy creyente por lo tanto la parte religiosa en mi carece de valor,pero si la de ciudadano que piensa que si tu quieres que te respeten tus opiniones y conductas,debes hacer lo mismo.
El aborto de "porque es mi cuerpo y yo decido",pues mire usted(como diria Rajoy),pues no.Un embarazo es cosa de dos y creo que la otra persona tendra algo que decir no?.
Pongamos ejemplos,ella quiere y el no......pues como decide ella....aborto(el hombre a .....
Caso contrario el quiere y ella no....pues nace el hijo pero,y ahi esta la cuestion a el lo obligan a pasar por caja.Entonces como puede ser que en unos caso tengamos responsabilidad y en otros poco mas o menos que repudiados?
Como bien dices nadie debe de darnos lecciones de moral,pero algo de sentido comun si.
Un saludo y un abrazo
Hracias amigo "anonimo" por tu comentario y criterio que comparto como puedes ver plenamente. Un abrazo y mi saludo cariñoso y sincero a esa tierra de mis mayiores y mĂa a la que siempre llevo anclada en mis sentimientos.
ResponderEliminarFelix soy el numero 1 mi nombre es Sebastian Chaves Butron,como veras chiclanero hasta las cejas y mi edad 58 no soy ningun niño aunque creo que "algo"mas joven que tu.De nuevo un salud
ResponderEliminarP.D.Ya no soy tan anonimo
Gracias amigo Chano, como os llamamos allá los Sebastianes y evidentemente no puedes tener apellidos más vchiclaneros. Eres de pura cepa. Me ha gustado mucho tu detalle y el comentario que has hecho am mi escrito, que te agradezco con toda sinceridad. Un abrazo amigo y paisano.
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