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Transparencia opaca

   

Francisco M. Navas [colaboraciones].-

Ahora que a todos nuestros padres y madres de la patria se les llena la boca de la palabra transparencia, serĂ­a bueno hacer un breve repaso a la actualidad polĂ­tica de nuestro paĂ­s para desmontar esta nueva patraña que nos intenta colar, demostrando con razones, una vez más, la certeza diariamente confirmada con los hechos de que en el Ăşltimo sitio en el que debemos buscar Ă©tica personal, honradez, dignidad o justicia es en la polĂ­tica.  

Son tantos y tantos los casos denunciados por los medios de comunicación a diario que hemos acabado curados de espanto aunque, eso sí, algo asqueados e indignados de pertenecer, de una u otra forma, a la marca España. Los nombres los tenemos todos delante, aunque lo que más preocupa a la ciudadanía es el inmenso tinglado montado para que cualquiera que roce aunque sea tangencialmente la política acabe corrupto hasta las cejas.

Asombra ver la cantidad de privilegios que tiene esta casta de personas improductivas, que gobiernan lo ajeno en su propio beneficio, sin resolver un solo problema. Sindicalistas indignados porque la administraciĂłn les reclama ahora un dinero entregado a manos llenas sin control alguno, administraciĂłn corrupta hasta las trancas con cara de asombrada, presumiendo de transparencia, como si con ella no fuera la cosa.

Expresidentes saliendo de la cárcel por la puerta falsa, presidentes de comunidades autónomas pagándose viajes para ver a su amiguita a costa de nuestros bolsillos, ayuntamientos que inflaron en su día los valores catastrales de sus vecinos para recaudar sin medida, presidenta de comunidad autónoma aparentemente indignada por su propia corrupción y su sarta continua de mentiras.

Expresidenta de comunidad autónoma poniendo cara de boba y declarándose inocente de las tropelías que cometieron aquellos que fueron su mano derecha, presidente de comunidad autónoma declarando unilateralmente la independencia de un trozo del territorio nacional que es de todos los españoles, no de ellos y, de guinda del pastel, nuestro presidente de gobierno, rodeado por sus acólitos, mudo, alelado, silente, inane.

MARCA ESPAÑA, SINÓNIMO DE CHORICEO

Nadie ha hecho más por la marca España que esta caterva de mangantes. España es hoy en día para el resto del mundo sinónimo de choriceo, de mangoneo, de enchufismo, de desgobierno, de nepotismo, de injusticia. Cualquiera que compre una botella de aceite de oliva virgen extra español nunca podrá estar seguro al cien por cien de estar comprando realmente lo que pone en la etiqueta. Porque es tanta la mierda que salpica por doquier, y hemos perdido tanta credibilidad que hasta da vergüenza considerarse español.

Mientras tanto, nuestros jóvenes se exilian porque en cualquier sitio del mundo son inmejorablemente mejor tratados que en nuestro país. Y mientras nuestro personal de sanidad se aplica en defender un sistema público que ha demostrado con creces su calidad y su prestigio, los politicuchos corruptos de turno se empeñan en desprestigiar a ese mismo personal porque sólo piensan en las comisiones que se meterán en el bolsillo cuando lo privaticen todo.

Y de la educación, ni hablamos. Ni siquiera con sentencia firme de los tribunales han vuelto a readmitir, por ahora, a los monitores escolares de la Junta de Andalucía en Cádiz. Porque esto funciona como un puñetero reino de taifas, donde cada delegado o delegada provincial de educación cultura y deporte decide qué hacer y cómo hacerlo. Bueno, ellos no, porque no tienen ni puñetera idea: sus asesores y asesoras, bien pagados y mejor tratados e inmunes, para variar, como sus respectivos jefes.

Son ya más de treinta años de democracia podrida hasta los cimientos. Y o bien la gente se rebela y comienza de una vez por todas a negarles el pan y la sal  a estos depredadores, o acaban con nosotros, con nuestro futuro y el de nuestros hijos.

SEGUIR CHUPANDO DEL BOTE

No es posible que, con todo lo que está cayendo, con todos los sucios manejos que estamos conociendo dĂ­a a dĂ­a y al detalle de toda esta gente, todavĂ­a aparezcan encuestas en las que consiguen un veinte o un veintitantos por ciento de votos para las prĂłximas elecciones. ¿QuiĂ©n puede, en conciencia, seguir votando a esta pandilla de advenedizos? ¿CĂłmo se pueden tener tripas para votarlos de nuevo?

Si una persona comete una falta y recibe un reproche, del tipo que sea, puede que se enmiende para la prĂłxima o puede que no. Sin embargo, si encima la felicitamos, podemos descartar para siempre el propĂłsito de la enmienda.

Yo ya ni siquiera escucho a los que hablan de transparencia. Este concepto está desprestigiado antes de ponerse en práctica. Tal vez lo mejor será probar soluciones extremas: poner a un ladrón al cargo de las cuentas del país, a un asesino en serie a cargo de la sanidad pública, o a un corruptor de menores al frente de la enseñanza pública.

Seguramente obtendremos más piedad y más juicio de estos Ăşltimos que de los actuales gestores de los asuntos pĂşblicos, dispuestos a quedarse chupando del bote pese a quien pese. Aunque en nuestra mano está mandarlos para siempre a sus casas. Y tenemos que realizar el esfuerzo de mandarlos a sus casas para siempre como sea. U optar por volvernos todos ciegos, sordos y mudos, en un interminable y negro futuro de transparencia opaca.  


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