Logo Derecho - Bann

Macarrones para Navidad

  

Félix Arbolí [colaboraciones].-

Hay un anuncio en la televisiĂłn, que me causa una tristeza enorme. Se ve a un crĂ­o contemplando el escaparate de un restaurante y esperando ilusionado que por Navidad pueda volver a saborear un plato de macarrones. Es su mayor deseo.  En otro mensaje del que ya escribĂ­ en un artĂ­culo anterior, una madre le daba un trozo de pan a su hijo y le indicaba que se imaginara que llevaba dentro lo que más le apeteciera.

Es terrorĂ­fico que en la España del siglo XXI ocurran estas cosas, mientras gobernantes, polĂ­ticos, diputados y autoridades autonĂłmicas se gasten el dinero del pueblo en lujos, viajes, comilonas y coches de Ăşltima gama para sus desplazamientos.  Lo más lamentable de estos casos es que estamos hablando de España, un paĂ­s desarrollado y con abundantes recursos a la que una serie de ineptos y corruptos han convertido en el escándalo de Europa.

Yo sé lo que es pasar auténtica hambre en mis primeros tiempos de vida madrileña y pararme ante el escaparate de un restaurante saboreando con la imaginación las delicias expuestas. En más de una ocasión me dieron ganas de abandonar mis sueños profesionales y regresar a casa para aplacar ese nudo en el estómago que me torturaba las veinticuatro horas del día.

Ser periodista era mi sueño y por conseguirlo era capaz de toda clase de sacrificios. Les puedo asegurar que el hambre es una auténtica e insoportable tortura a la que uno jamás se acostumbra. He llegado a pasar hasta cuatro días a base de una barra de pan y sin poderme imaginar con qué llenarla.

QUE RETORNE EL DINERO AL PUEBLO

No obstante, mi caso nada tiene que ver con la ilusiĂłn de ese chaval y la amargura y desesperaciĂłn de tantos padres españoles ante la imposibilidad de poder satisfacer estos deseos y necesidades de sus hijos. Un asunto que deberĂ­a tener preferencia en los gastos presupuestarios  y si es necesario que los polĂ­ticos renuncien a algunos de sus muchos privilegios y prebendas y retornen ese dinero al pueblo que lo generĂł.

Viendo estos casos, me siento avergonzado y hasta culpable de que con mi voto haya contribuido al hundimiento económico, social y moral de España. Y lo peor del caso es que las perspectivas políticas que nos ofrecen unos y otros no nos inducen a pensar que todo pueda cambiar cuando echen a éstos y vengan los otros.

Me da autĂ©ntica vergĂĽenza y  me produce nauseas sentir ese aldabonazo en mi conciencia ante la tercermundista escena de ese chaval ante el escaparate de un restaurante añorando el sabor de unos simples macarrones.

Me siento sucio y hasta cĂłmplice de haber traĂ­do con mis votos a los que han troceado, manipulado y hundido al paĂ­s y siguen con  sus privilegios y sueldos escandalosos mientras nuestros hijos ponen su máxima ilusiĂłn, no en el juguete de moda, sino en un simple plato de comida.

FIESTAS CON HAMBRE Y SIN SONRISAS

Para  ellos poder comer se ha convertido en una especie de prodigio. IncreĂ­ble en un  paĂ­s con un Ă­ndice muy alto en millonarios, la mayorĂ­a gracias a la corrupciĂłn y al choriceo y que en Ă©pocas pretĂ©ritas era la octava potencia econĂłmica de Europa.

Cuando la democracia no existĂ­a, pero sĂ­ el trabajo, la vivienda y el bienestar social. Hemos pagado un alto precio por una libertad a costa de renunciar que nuestros hijos vivan bajo un techo y coman  todos los dĂ­as. 

Se acercan las Navidades y Reyes y me siento triste y apesadumbrado ante el gran nĂşmero de  niños que van a pasar estas fiestas tan entrañables con hambre y sin sonrisas y la tragedia que van a vivir muchas familias. Aunque Rajoy siga con sus consignas triunfalistas y alardee de lo contrario a la realidad, nadie le cree ya. Creo que ni Ă©l mismo.

Es duro  oĂ­rle que España es el paĂ­s de Europa que ha experimentado una mayor mejorĂ­a y un descenso del paro, cuando la amarga verdad nos demuestra que muchas familias pasan autĂ©ntica hambre, viven sin un techo que los cobije en estas noches invernales y han  perdido su trabajo y lo que es peor, la esperanza de recuperarlo. Lo correcto en este caso, señor presidente, es entonar el “Mea culpa” y no el “Aleluya”.


No hay comentarios

Los Comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.

Por favor al redactar tu comentario sobre EL TEMA, cuida las formas.
No utilices 'copiar y pegar' para grandes textos, ni mayĂşsculas en exceso. No poner textos en el nombre. No direcciones web externas. Mejor sin abreviaturas SMS. Los comentarios pueden ser borrados (ver Advertencia Legal)
.