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Tomar distancia


Francisco M. Navas [colaboraciones].-

Siempre tengo por costumbre tomar algo de distancia sobre las diferentes propuestas políticas cuando se acerca cualquier proceso electoral. Cuando pertenecía a un partido político, más de una vez me tuve que tragar un sapo, porque si mis convicciones éticas siempre me invitaban a reflexionar sobre la intención de mi voto en cada momento, dependiendo de las circunstancias, una mínima disciplina de partido me acababa aconsejando votar a la formación a la que pertenecía, no precisamente en señal de coherencia, sino como mal menor.


Muchas fueron mis reflexiones y mis contradicciones internas, muchas cosas tuve que sopesar antes de darme de baja definitivamente de un partido que ya no se correspondía en casi nada con el modelo de sociedad que yo defendía. Y tengo que confesar que desde el día en que tomé esa decisión, tras más de dieciséis años de militancia, me sentí absolutamente liberado, y me permití abordar, desde aquel mismo momento, cualquier tipo de proceso electoral de manera absolutamente coherente conmigo mismo.
Este año tenemos pleno de votaciones.

Ya hemos participado en las autonĂłmicas de AndalucĂ­a, y nos quedan las municipales y las elecciones al gobierno de la naciĂłn. La coincidencia de nuestras elecciones autonĂłmicas con las generales ha contribuido desde siempre a difuminar el peso de AndalucĂ­a en el conjunto del Estado.

Sin embargo, su adelanto este año, cuyas razones cuestiono seriamente, aun cuando respete que es la Presidencia de la Junta de Andalucía quien tiene en su mano la decisión final, ha servido fundamentalmente para plantear una serie de cuestiones que me propongo enumerar a continuación.

SE AVECINAN CAMBIOS

En primer lugar, los resultados han venido a mostrar una foto aproximada de los enormes cambios que se avecinan en cuanto a intenciĂłn de voto. El descalabro del PP, pregonando con una sonrisa idiota que los resultados podĂ­an haber sido peores, el hundimiento de una Izquierda Unida convertida en un refrito de partidos marginales sin identidad, la apariciĂłn de una nueva formaciĂłn polĂ­tica en AndalucĂ­a como Ciudadanos, exultantes con sus nueve diputados, y la no menos sorprendente apariciĂłn de Podemos, algo decepcionados sin embargo a pesar de haber sacado quince diputados, destrozan el argumento de futuro gobierno estable que pregonaba nuestra p
residenta a boca llena.

Y si su objetivo era defender los intereses de los andaluces y andaluzas, el tiro ha salido por la culata, porque a pesar de obtener unos resultados idénticos en diputados a la legislatura anterior, aunque perdiendo muchos miles de votos, ya no gozará del colchón que le ofrecían los doce diputados de Izquierda Unida, socios por conveniencia, a los que engañó como chinos para sacar adelante los presupuestos de 2015.


En segundo lugar, el resultado de nuestras elecciones andaluzas ha metido el miedo en el cuerpo a todos los partidos en el conjunto del Estado. Rosa DĂ­ez parece que tendrá dificultades hasta para revalidar su escaño por Madrid, en ese partido hecho a su medida que se desmorona por dĂ­as; Izquierda Unida no sabe ni donde tiene la cara, con un Julio Anguita arengando de nuevo a sus huestes con el mantra “programa, programa, programa,” mientras apoya los pactos con Podemos que, a su vez, tiene que empezar a definir precisamente esos programas para, si no consiguiese ganar las elecciones generales, darle un buen bocado a los votos de PP, PSOE, IU y UPyD y convertirse en la llave y la clave todo lo que se cueza en el conjunto del futuro polĂ­tico de nuestro paĂ­s.

LA MADERA DE SUSANA DĂŤAZ   

En tercer lugar, tanto PSOE como PP saben lo que se les viene encima. Si en AndalucĂ­a, feudo indiscutible de los que en su dĂ­a fueron socialistas y ahora han pasado a ser socialdemĂłcratas descafeinados, unos no han conseguido mejorar el mal resultado que obtuvieron hace tres años y unos meses, y otros, que ganaron las anteriores elecciones, han perdido diecisiete diputados de cincuenta, imagĂ­nense  lo que les espera en el resto de los territorios. Los de la herencia recibida y los herederos lo tienen crudo.

En cuarto lugar, lo verdaderamente importante de todo este proceso que nos parece eterno, pero que lleva tan sĂłlo un año gestándose, será la necesaria limpieza, en los dos grandes partidos de las viejas glorias, de los que han jugado durante nuestros más de treinta años de democracia al “quĂ­tate tĂş que me pongo yo”.

Ahora los navajazos para ascender un puesto en las listas electorales y poder seguir viviendo de la polĂ­tica van a ser de antologĂ­a. Ahora pactar equivaldrá a sudar sangre, porque los nuevos, los que vienen empujando carecen de clientela y de cualquier tipo de ataduras. Se les huele el miedo a los de la casta, de manera que ya ni se atreven a expresar sus mensajes con coherencia, pasando de la más absoluta seguridad al desconcierto. 

Susana Díaz, la primera en romper el melón electoral, lo tiene duro, mucho más duro que hace unos cuantos meses. Se acabaron el populismo y las frases huecas, y llegó la hora de intentar ser investida primero, que al fin y al cabo es lo de menos, y de gobernar después en un parlamento en el que, si todos o tan sólo tres se ponen de acuerdo, le van a tumbar cuantas propuestas presente.

Ahora veremos de qué madera está hecha, cómo afina en el cumplimiento de su programa, que ya no será sólo suyo, cómo nos gobierna a los andaluces y andaluzas. Y nosotros, desde esa conveniente toma de distancia, a sopesar cuidadosamente y en conciencia la intención de nuestros futuros votos. Con la sonrisa en los labios de los que saben que,de ahora en adelante, sean cuales sean los resultados, ya nada será igual.
   

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