Ni de esmoquin, ni en camisa y vaqueros

 
Félix Arbolí [colaboraciones].-

Necesitábamos el cambio, renovar los ocupantes de los sillones, abrir las ventanas de los despachos y dejar que se ventilaran y saliera tanta contaminación acumulada. Pero hay que tener mucho cuidado para no que no ocurra lo de Grecia.

Si no queremos hundirnos por completo, con la amenaza de la suspensión de pagos y marginada políticamente de Europa. Ahora si quieren salir del laberinto tienen que dar marcha atrás en muchas de sus idílicas promesas. A hora de la verdad lo que proclamaban en sus campañas electorales se han visto impotentes para hacerlo realidad. Mucho predicar y no dar trigo.  

Sus propuestas tan dinámicas, numantinas y provocadoras para convencer a los ciudadanos y sumarlos a “su” causa, están cayendo una por una, porque no se puede ofrecer el cielo, cuando no tenemos siquiera una maceta de tierra.

Ahora no solo no cuentan con la ayuda económica de Europa, sino que tienen que vaciar las arcas de ayuntamientos y hasta embajadas para poder atender las prioridades más urgentes.  Si eso es una solución a sus antiguos problemas, yo debo ser algo lento en comprensión.

Al final, el pueblo que les votó,  harto de que les traten como marionetas unos y otros, se va a cansar de tanta falacia y mascarada y los responsables de provocar un desastre total donde solo existía una grave crisis, se va a levantar más furioso y hambriento que antes y los  autores de esta debacle lo van a pagar de una forma que no quiero ni imaginar.

TERTULIA DE TABERNA

La furia de un pueblo con hambre y engañado no tiene límites y menos si tienen sangre mediterránea como el nuestro. No olvidemos que la Revolución francesa y su famosa y trágica Madame Guillotine, se volvió en contra de sus propios instigadores que acabaron probando las “excelencias” de su invento. El  pueblo es acomodaticio, que nada tiene que ver con el borreguismo.

En el ambiente callejero se palpa el cambio político y los ciudadanos parecen más animados y sueltos a la hora de sacudirse el bolsillo. Se nota que en los hogares más deprimidos ha entrado algo de esperanza y están confiados en las soluciones que les han ofrecido los actuales dirigentes. Esperemos que se haga realidad esta quimera.    

No me parece oportuno ir como si se fuera a un picnic o tertulia de taberna, en una  burda demostración de demagogia, a la toma de posesión de sus cargos.  Más aún hacerle público desprecio a su antecesor. Inaceptable también la falta de civismo y ética de algunos de los dirigentes salientes con sus sucesores, incluso  asistir al relevo y dar la cara como en Valencia. Hay que ser más responsables y éticos. Tanto el que entra como el que sale se merece el mismo respeto. 

El buen dirigente y político no es aquél que intenta abrir brechas en su ciudadanía y confrontar a unos contra otros, siguiendo sus deplorables y torticeras ideas, sino  el que con serenidad, sin esconder su merecida euforia, demuestra desde el minuto uno de su posesión, que es el alcalde constitucional, -aunque algunos no la hayan mencionado en sus juramentos como era obligatorio-, de todos los ciudadanos sin distinción, a pesar de que  sus nuevas medidas pueda  perjudicar  a algunos, para favorecer a los que peor lo están pasando.



VENGANZA Y DEMAGOGIA

Pero nunca movidas por odio ideológico, sino por ser las más adecuadas a la mayoría. Sin rencores, ni revanchismos. Mirando el bien común de todos los que van a estar a su cargo, que no a su servicio. No deben hacer pagar al pueblo los posibles errores del anterior con saña y mala leche, sino eliminar lo que  perjudicaba  a la ciudadanía e imponer lo que le  afecte favorablemente.

Salir de Málaga y entrar en Malagón no es señal de avance democrático y social, sino de una política inmadura, ávida de represalias y con un solo ideal en su cartera: venganza y demagogia.    

Ni de esmoquin en alpargata. Ser demócrata no significa ir vestido de manera ostentosamente incorrecta a un acto  tan importante para la ciudad o comunidad que va a regir. Es bochornoso para el mismo ciudadano ver a su nuevo alcalde en mangas de camisa y vaqueros recibiendo el bastón de mando.

Es un desprecio no solo a los anteriores, ya deplorable,  sino al resto de los ciudadanos y a la misma ciudad que la hace parecer el pueblo del Tío Perico. No es una chirigotada, sino un acto oficial de toma de posesión. Al  menos así me lo parece. 

GANDHI Y MANDELA

Todo cuanto haga debe hacer con dignidad y cargado de buenas intenciones, sin pensar en sus demonios particulares, sino en el bienestar de todo el pueblo sin importarle a quién ha votado cada cual. Es el alcalde o presidente comunitario de toda la ciudadanía sin excepción y así debe obrar desde el primer instante.

Mis modelos y líderes políticos más grandes han sido Gandhi y Mandela, aunque el modelo que más me gusta  para España es el uruguayo comunista José Mújica. Su honestidad y ejemplar modo de vivir, es el que deberían tener muy presente los que hoy nos rigen. Con un dignatario así cualquier país se sentiría feliz y protegido. No he conocido  una persona tan especial en toda la política mundial. 

He votado a Carmena en Madrid porque la considero ecuánime, justa, honesta y necesaria para defender tantos entuertos padecidos. Pero esta señora no hizo gesto alguno y estuvo correcta en el acto de su toma de posesión. 

No me importa que tras ella esté o pueda estar Podemos, porque como siempre he dicho voto a las personas y no a los partidos. Es mi simple opinión. Solo deseo buena suerte a toda España en esta nueva andadura política y social. Esto es lo más importante.