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El polémico traslado de Garcia Gutierrez al Panteón


Félix Arbolí [colaboraciones]-.

Días pasados fui al oculista para graduarme la vista y comprarme nuevas gafas, ya que las que usaba eran de años anteriores y el constante trajín del ordenador y las últimas novelas, me habían mermado considerablemente la vista. Últimamente tenía que escribir usando una lupa y con bastante dificultad. De ahí las continúas deficiencias en mis escritos, errores en palabras y frases que resultaban a veces incoherentes.

Es muy difícil dedicarse a este menester y que te falle la vista. Mi afición por escribir ha sido la causa de que se haya resentido mi visión. Moriré escribiendo mi último pensamiento, crítica o alabanza o dictándoselo al que se encuentre a mi lado, si se presta a ello. Los ojos para mí son esenciales para dar rienda suelta a  mis pesares y locuras, ante tanto cinismo e injusticia. Son ustedes los limpios de corazón y demostrativos de aprecio los que me dan fuerzas para seguir una batalla que sé de antemano  perdida.

Soy, ya lo sabéis los que me leéis, extremadamente sensible a toda ofensa injustificada o guerra secreta no declarada. Porque yo no guardo rencor a nadie, ni siquiera a los que siempre me están provocando, sin ser consciente del motivo. Me dan lástima y desprecio, pero no les deseo mal alguno, solo ignorarlos y soportarlos como una prueba más que he de pasar en esta vida.

Hay cosas peores. Ahora mismo estoy sufriendo más por la desgracia y tragedia que está padeciendo una amiga nuestra,  a la que aprecio en cantidad, y por sus hijos a los que ni siquiera conozco, que por mis propios problemas. Daría cualquier cosa por poderle infundir ánimo y resignación, por sentirme cercano a ella y compartir parte de su dolor. Me duelen más las desgracias ajenas que las propias, pues de éstas ya me encargo yo de repararlas y olvidarlas o al menos, superarlas.   

DESPLANTES   

Les hablaba del dolor y la decepción que me producen los desplantes de  Chiclana, concretamente de algunos chiclaneros que viven solapados en los recovecos de la envidia, el egoísmo y el complejo de no poder ofrecer sus propios méritos y utilizar los de otro.

Me ha dolido esa conspiración de silencio y omisión que existe en torno a mi persona y a los actos,  esfuerzos, empeños y logros que hice con el traslado de García Gutierrez al Panteón de Escritores Ilustres, cuando llevaba noventa años muerto y nadie se acordaba de él, ni lo mencionaban en las escuelas. Hasta su pequeño monumento se hallaba en calle poco transitada, falto de letras y lleno de cagadas de palomas. 

Fui  yo el que pidió a Dionisio Montero, gran amigo y mejor persona, entonces delegado de Cultura, que yo ya había cumplido mi misión y lo había depositado al lugar que por sus méritos le correspondía y ahora era el Ayuntamiento el que debería adecentar su monumento y colocarlo en sitio más destacado.

Así lo hicieron, pero la idea partió de mí. Era alcalde cuando el traslado anterior Carlos Bertón, excelente persona. Otra idea mía fue pedir unas bolsitas con tierra y sal de Chiclana, para colocarlas dentro de su féretro. Y así se hizo.

TRASLADO DE GARCÍA GUTIÉRREZ


Y hasta organicé un homenaje cultural en el salón de actos de la Asociación de Escritores y Artistas de España, en el que  intervinieron el marqués de Lozoya, presidente de la entidad y de la Diputación  de Madrid; el escritor Joaquín de Entrambasguas, Carlos Bertón como alcalde la localidad natal del homenajeado y un servidor.

Luego llevé en otra ocasión, con motivo del centenario de su muerte, a Sebastián Saucedo, el alcalde entonces, a televisión donde fue entrevistado sobre el autor y su pueblo. Cosa curiosa, cuando descubrimos su ignorada y deteriorada tumba por el paso del tiempo y las consecuencias de una guerra civil en ese recinto, nos dimos cuenta que el cadáver estaba momificado y se advertían claramente su botines y vestuario negro.

Como era más largo del féretro que habíamos adquirido, tuvimos que coger uno vacío que había en las cercanías y en él, más modesto, pero a su medida, fue enterrado nuestro autor entre Larra y Ventura de la Vega, sus amigos en vida. Estos detalles no se especifican en los actos que los nuevos organizadores celebran, ya que no tuvieron intervención alguna en ellos, solo la oportunidad de figurar cuando todo estaba hecho.

FALTA DE ELEGANCIA

Pero, al menos, deberían haber tenido la delicadeza y elegancia de hablar o citar al periodista chiclanero, autor en solitario de esta idea y del traslado de su cadáver a un sitio más honorable y acorde a su categoría. Un periodista que tenía más méritos que todos ellos para figurar en ese reportaje. Ya estoy harto de moverme, molestarme y luchar para que otros se hagan los héroes y protagonistas.

Por mucho que lo intentéis no podréis quitarme jamás el mérito de ser el que ha llevado a nuestro poeta a su Panteón, pues hasta en las fotos y álbum que figura en su museo se me ve formando parte de la organización de estos actos y no aparece ninguno de los actuales.

Ya está bien del afán de apropiarse de los méritos que corresponden a otro, al que de forma alevosa se silencia. Y si ellos son periodistas y escritores, yo también lo soy y con una estela mucho más larga y un currículo más denso. Si no lo digo reviento. Ahora que el pueblo de Chiclana forme sus conclusiones y ponga a cada uno en su sitio.   



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