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Vamos a contar mentiras


Francisco M. Navas [colaboraciones].-

Cuando nos hallamos atravesando el ecuador de una campaña electoral puesta en marcha mucho antes de lo que los límites legales permiten, sufrimos un bombardeo diario de propuestas que nos ofrecen, cómo no, un mundo feliz.
Ya no hay crisis para nadie y brotan cientos, miles de millones de euros por doquier para paliar todas nuestras necesidades y completar las carencias que esos mismos políticos que ahora lo prometen todo, no han sido capaces de solucionar durante cuarenta años de democracia.

Todos nos piden que leamos sus programas, como si no tuviĂ©semos otra cosa que hacer. La gente, con su sabidurĂ­a de gramática parda, se fija más bien en lo que muchos prometieron hace cuatro años y en el resultado real de la gestiĂłn de gobierno durante esos mismos cuatro años. Como dijo aquĂ©l, los programas de los partidos polĂ­ticos están para no cumplirlos. AsĂ­ de simple. 

Y por seguir simplificando, la gente observa pacientemente cĂłmo unos y otros se desgañitan prometiendo esto y aquello, intentando buscar todo tipo de perfiles sociales a los que prometer algo: la religiĂłn fuera de las escuelas… cuarenta años despuĂ©s; enseñanza pĂşblica y de calidad… cuarenta años despuĂ©s; sanidad gratuita y universal, sin listas de espera…cuarenta años despuĂ©s; cobertura plena de las necesidades de las personas dependientes…cuarenta años despuĂ©s; lucha sin cuartel contra la corrupciĂłn…cuarenta años despuĂ©s; creaciĂłn de millones de puestos de trabajo, olvidándonos del ladrillo…cuarenta años despuĂ©s.


ENFRENTAR LO LIMPIO CON LO CORRUPTO

Podría seguir hasta el infinito enumerando la lista interminable de promesas que nos hacen de nuevo los dos partidos mayoritarios hasta ahora, esos que se han turnado impúdicamente durante los últimos treinta y tantos años en el poder (dejemos fuera los gobiernos de Suárez) y que, arropados por otros partidos minoritarios, han convertido a España en su cortijo particular, dejándonos estupefactos con su capacidad de corromper la democracia hasta la médula.

No se trata, por tanto, de caras. No nos encontramos en una competición en la que debamos entregar nuestro voto, y con ello nuestra confianza, a la candidatura mejor vestida, o a la más informal en apariencia, o a la que ha elegido el tinte adecuado para su pelo, o a la que ya no se acuerda de las barbaridades cometidas en nombre de su ideología, sea de derechas o de izquierdas. Se trata, simplemente, de enfrentar lo limpio con lo corrupto.

En este país, cada cual en la medida de sus posibilidades, en función de su tamaño y representatividad en cada momento histórico, ha acabado corrompiéndose con el ejercicio de la vida política como medio de enriquecimiento personal, desvirtuando su función social de trabajar para el bien común.

Lejos de lo que nos hacen creer los principales dirigentes de nuestros partidos políticos, la acción de gobierno cotidiana funciona a base de amiguismo, enchufismo, uso de información confidencial y privilegiada y, por no seguir citando otra lista interminable de maldades, por esa calculada y lucrativa práctica de intercambio de puestos en la administración pública o privada, premiando en la sombra a cuantos nos han ayudado, de una u otra manera, a mantenernos en el poder.


TARTA PARA CUATRO

Si a usted le diesen a elegir, que no lo van a hacer, seguro que preferiría, tras su paso por el Congreso de los Diputados, o por la Junta de Andalucía, o por su concejalía de turno, ser colocado al cargo de la Delegación de Tal y Cual en Cádiz, o como Autoridad Portuaria, o como Diputado Provincial, o al frente de la ahora extinta Agencia Andaluza del Agua, o en un buen consejo de Administración.

Son puestos “invisibles”, magnĂ­ficamente remunerados y para los que se requiere poca o nula preparaciĂłn personal, que para eso están los tĂ©cnicos.

Ahí reside el verdadero pánico de los dos partidos políticos que hasta ahora se han repartido el poder en nuestro país. Si no gobiernas, se acabaron los contactos, las influencias, las puertas giratorias. Si no manejas presupuesto, si no eres capaz de conceder contratos beneficiosos para tal o cual empresa, si no manejas los hilos del poder, generalmente invisibles para la ciudadanía de a pie, sencillamente no interesas.

Estamos a punto de asistir a una debacle electoral de PP y PSOE, sean cuales sean los resultados de los otros dos grandes partidos emergentes. En poco más de un año, la tarta repartida mayoritariamente entre dos pasará a ser repartida entre cuatro, lo que provocará que un sinfín de políticos de toda la vida se van a quedar fuera de juego y, no sólo ellos, sino sus asesores y asesoras, sus secretarias y secretarios de confianza, anulando de facto su capacidad futura de seguir colocando a sus amiguetes.


FRENAR LA CORRUPCIÓN POLÍTICA

Visto lo visto, yo creo que, al contrario de lo que se nos intenta vender, gran parte de la clase política está corrompida, por acción u omisión, y son muy pocos los realmente honrados. Cualquiera que se haya sometido a la disciplina de un partido político, sabe de lo que hablo.

Por eso me parecen tan interesantes los partidos llamados emergentes: en principio, nadie puede dudar de su honestidad, porque no han tocado poder hasta la fecha, y por la cuenta que les trae, tendrán forzosamente que aplicar medidas de control externas en su  acciĂłn de gobierno, para intentar frenar la enorme corrupciĂłn polĂ­tica que sacude a nuestro paĂ­s.

Indudablemente, si lo consiguen, no les quepa la menor duda de que dentro de cuatro años arrasarán en las urnas. Si se contaminan de lo viejo, no les auguro mucho futuro. Y mientras tanto, hasta el 20D, recuerden que estamos en el periodo de “Vamos a contar mentiras”.               
    



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